El sector pesquero argentino, y en particular su mayor polo de actividad, el puerto de Mar del Plata, enfrentan una situación dramática, que pone en riesgo la continuidad de sus operaciones.

A la combinación de factores de política económica nacional, el atraso cambiario y el aumento de los derechos de extracción unilateralmente establecido por el ministro Federico Sturzenegger, que desde el verano pasado puso en tensión a toda la cadena de valor, se suma ahora la nueva política arancelaria establecida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Para César Lerena, experto en temática pesquera y del Atlántico Sur y presidente del Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CEPEL), hay una coherencia o continuidad entre las declaraciones de Milei que advierte que quienes suban los precios “se van a tener que meter los productos en el orto”, el intento de extranjerizar la actividad contenido en la primera versión de la Ley de Bases y la idea de la Sturzenegger respecto a la pesca.

El año pasado, el ministro encargado de la motosierra aseguró que la industria “se roban el pescado de los argentinos”, desconociendo deliberadamente el pago de retenciones y generando una gran indignación en el sector.

Lerena, sin embargo, es tan crítico de la política antiindustrial del gobierno nacional como de la escasa capacidad de reacción del sector en defensa propia, luego de las exitosas movilizaciones de enero de 2024, cuando trabajadores y empresarios actuaron de manera coordinada.

–La situación ya era compleja antes de la guerra arancelaria de Trump, ¿y ahora?

–Ahora es más que compleja porque es un sector netamente exportador. El noventa y cinco por ciento de la pesca se exporta.  La política del gobierno actual encarece los costos y ahora se suma el arancel de diez por ciento de Estados Unidos, que es o era un gran comprador de pescado argentino. Es el tercer mercado para nuestras exportaciones. Los dos primeros son China y España, el orden varía según la especie. El impacto de las medidas va a ser tan grande que lo va a sacar al sector fuera de la competencia, no es compatible.

–Y hace poco Sturzenegger aumentó las alícuotas.

–Sturzenegger tuvo un primer intento de extranjerizar el mar argentino e incluyó esa idea en el texto original de la Ley de Bases, que no se aprobó. El intento fue fallido, pero luego, en la práctica, termina logrando esos mismos objetivos. Sturzenegger pretendía que flotas extranjeras pescaran en mar argentino y ni siquiera tuvieran que desembarcar en nuestros puertos. Eso hubiera generado la quiebra generalizada de todo el sector. Hasta parece que hubiera una intencionalidad de Sturzenegger de provocar esa quiebra, tal vez como consecuencia de aquella oposición que truncó el primer proyecto libertario. Asistimos a una especie de vendetta.

–¿Y qué capacidad de reacción tiene el sector? 

–El sector no tiene una posición homogénea. Hay una infinidad de cámaras y de sindicatos y esa fragmentación dificulta la construcción de acuerdos de política pesquera. En esto, sin embargo, hay una posición común, porque esta combinación de dólar bajo y costos altos es incompatible con la exportación.  El sector espera un dólar más competitivo, al igual que toda la industria nacional, pero el gobierno cree que en el dolar bajo como política antiinflacionaria. A la vez, aumentaron el gasoil y la energía eléctrica, los principales insumos de la actividad pesquera. Y tiene una presión por la actualización de salarios que no logra resolver.

–¿El gobierno es el único responsable?

–El principal responsable de la situación es el gobierno, pero las políticas que lleva el sector tampoco han sido buenas, sobre todo a la hora de agregar mayor valor agregado. Más allá de los avances tecnológicos, el modelo se basa en una matriz que ya tiene cincuenta años. Es hora de plantear una matriz alternativa.

El sector en números

La Argentina exportó en 2024 unas 540.000 toneladas por valor de 2 mil millones de dólares; es decir, un promedio de 3.704 dólares la tonelada. El volumen se mantiene estable en los últimos diez años, pero los costos internos de la captura y la industria pesquera crecen en forma continua, junto al dólar devaluado.

En abril de 2024 el gobierno llevó las Unidades de Pesca (UP) de 376 a 935 pesos, lo que representa un aumento del 148 por ciento; de forma que todos los valores referidos a esta UP aumentaron en la misma proporción.

Frente a la guerra arancelaria, volcarse al mercado interno no parece una opción realista. Con un consumo interno con 4,9 kilogramos per cápita por año, Argentina es el país que menos pescado come en Latinoamérica.