Ni en sus más remotos pensamientos Albana Fuentes imaginó que sería la elegida para interpretar a su princesa favorita, La sirenita. “Es mi sueño hecho realidad”, revela. Es la primera vez que Disney autoriza la realización del musical original en la Argentina y sucederá este invierno en el Teatro Gran Rex, a 35 años del estreno de la película basada en el cuento de Hans Christian Andersen.
Si la potencia de Ariel radicaba en el deseo de transformarse en humana, a Albana la invade la misma curiosidad, pero a la inversa. “Voy a hacer todo lo que esté a mi alcance para ser una sirena. Entreno natación, leo, y no paro de ver videos del tema. Estoy aprendiendo todo tipo de cosas para este papel”, le cuenta la actriz de 25 años a LA NACIÓN mientras se prepara para tomar una clase que le enseña a nadar con una monoaleta que replica la cola del personaje mitológico.
Es el mediodía de un martes cualquiera y ningún transeúnte podría predecir que en el quinto piso de un edificio del microcentro porteño hay una piscina lista para entrenar a niñas y adultas en el arte de ser sirenas. “Hay que abrir la boca chiquita y largar el aire en el agua por la nariz con burbujitas”, dice la entrenadora. Albana sonríe y prueba la técnica una y otra vez, hasta lograr la perfección. “Soy muy obsesiva. Quiero hacer todo al 100″, se sincera.
Las clases son solamente para la sesión de fotos de la marquesina. “En la obra no va a ver pileta”, aclara. “¡Es increíble la producción de este musical. Toda esta preparación es solo para las fotos!”, dice asombrada. “Mis búsquedas en Google son: ¿Cómo aguantar más tiempo bajo el agua?, ¿Cómo hacer un beso de burbujas?”, comenta, entusiasmada mientras chapotea en la piscina.
“En otros países hay mucha pasión con este tema, se ven mujeres que representan sirenas en acuarios y exhibiciones, estoy buscando mucha información”, señala la actriz, que se muestra completamente involucrada en el proyecto.
Una vez que termina la clase, Albana se enfunda en prendas de humana y conversa con LA NACIÓN sobre el gran desafío que la espera.
—La sirenita va a ser tu carta de presentación en el teatro comercial. ¿Siempre estuviste enfocada en ser artista?
—Estudié en un colegio técnico con orientación en Informática y arranqué la carrera de Análisis de Sistemas. Trabajé como community manager, en una librería e intenté con fonoaudiología. Pero el arte siempre estuvo ahí. Después de una clase de comedia musical unos amigos me comentaron que iba a haber audiciones para La sirenita. Me dijeron: “¡Abrí Instagram ya!“. Ese mismo día comencé a preparar el material de audición.
—Dijiste que La Sirenita es tu princesa preferida. ¿Por qué?
—Siento que ella se cuestiona muchas cosas. Es muy curiosa y eso es algo en lo que empatamos. Ariel le sigue compitiendo a las princesas nuevas. Se mantiene vigente. Hay otras que quedaron atrás. Salieron princesas nuevas, pero hay algo en Ariel que todavía le llama mucho la atención a las nenas. Creo que hay cosas en Ariel que conectan con el feminismo y con el empoderamiento. Si bien hay gente que critica la historia porque ella va detrás de un príncipe y deja su pasión, no es tan así. Hay algo más: él ve en ella ese mundo del mar que quiere descubrir y ella ve en él el mundo de la tierra que ella quiere descubrir. Hay una conexión más profunda. En esa curiosidad hay un crecimiento personal, hay algo de desafiar lo que se le impone. Mi top tres tiene a Ariel, Moana y Ana, de Frozen: me gustan las princesas desafiantes.
Devolver a las familias
—¿Qué es lo más desafiante de interpretar a una sirena?
—Lo más desafiante es estar a la altura. En el buen sentido, pero estoy expuesta. José María Listorti dice mucho que ir al teatro es toda una experiencia: uno se perfuma, se arregla. Es un ritual que está buenísimo. La gente invierte un dinero y hoy, como está el país, es difícil. Hay que devolverle a las familias lo que invierten, brindándoles un ratito de un mundo maravilloso: 90 minutos en los que se olvidan de todo y disfrutan.
Quiero contar la historia desde el lugar más fiel posible. Leí el cuento de Hans Christian Andersen y siento que hay una responsabilidad con contar esta y cualquier historia; mientras estudiaba comedia musical he tenido que representar una escena de Los miserables, y para eso yo leía la novela entera de Víctor Hugo, la original. Me gusta mucho investigar para construir mi propio personaje y darle todo un trasfondo para que sea creíble y verdadero.
—Al casting se anotaron 1723 personas y vos fuiste quien quedó seleccionada. ¿Cómo lo viviste?
—Es mi primer trabajo formal en el teatro comercial en Calle Corrientes. Participé el año pasado en Casi normales, una función, hicimos un workshop de entrenamiento de dos meses y tuvimos participaciones pequeñas ¡Así que, es mucha la emoción!
La incertidumbre fue total hasta el 28 de noviembre, cuando llegó la última instancia. Tuve que interpretar un monólogo y me pidieron que lo repitiera con indicaciones nuevas, me pidieron que abra un libro que estaba en escena. Amagué como 35 veces antes de abrirlo (risas). Cuando lo abrí, descubrí un papel que decía: ‘Bienvenida Albana, sos Ariel’; sentí que todo se congelaba. Lo leí dos veces porque se me nubló la vista. Los miré como diciendo: “¿Es mentira?”. Cuando me di cuenta de que era real, rompí en llanto. Estuve un rato largo llorando. Literalmente pensé que era un sueño.
—¿Te presentaste al casting creyendo que tenías posibilidades reales de quedar como la protagonista?
-No, ni ahí. Yo estaba convencida que ya tenían a la protagonista. Creía que iba a ser Muna Pauls o Ángela Torres. La sirenita es una apuesta muy grande a nivel económico y también artístico. Entonces, muchas veces la producción necesita de una cara conocida. A veces cuando el protagonista es famoso eso fluye mejor porque significa que convoca seguro al público. De todos modos, yo siempre fui partidaria de que, aunque creas que van a elegir a alguien famoso, te presentes igual a las audiciones y castings. Todavía me acuerdo cuando estaba con mis amigas, todas enloquecidas, mandando el video. Yo ahí pensé: Ya está elegida, pero voy a ir a disfrutarlo. Lo tomé como un entrenamiento. En ningún momento pensé que iba a ser Ariel.
—Falta poco más de un mes para el estreno. ¿Qué pensás en esta previa?
-Todo el día pienso en la obra y todas las noches sueño con algo de La sirenita. ¡Me van a salir escamas en cualquier momento! Este personaje está siendo el 100% de mi vida. Vivo con mi mamá y con mi hermano, que me acompañan un montón. Apenas me enteré de que había quedado seleccionada la llamé a mi mamá: “Che, vengan, ¿dónde están?“, les dije. ”¿Qué pasó? ¿Te sentís mal? ¿Te desmayaste?“, me contestaban (risas). ¡Fuimos muy felices con la noticia! Mi hermano va a estudiar abogacía y mi mamá es instrumentadora quirúrgica y fonoaudióloga. ¡Nada que ver, pero están todo el día mirando videos de sirenas como yo! (risas). Nos sentamos los tres a mirar la película unas 55 veces. Todo eso me hace vivirlo mucho más tranquila. No todo el mundo tiene la dicha y el privilegio de vivir de lo que le gusta.
—La elección de la protagonista tuvo la supervisión de Disney…
—Sí, todo, todo pasa por Disney. Nada se puede hacer ni decir sin autorización de Disney. Tengo entendido que se mandaron algunas opciones de chicas y terminó eligiendo Disney de Estados Unidos. Si me pongo a pensar en eso y a dimensionarlo, ¡es una locura! Así fue con todos: José María [Listorti] tampoco hubiese sido el cangrejo si Disney no lo hubiese autorizado, ni Osvaldo Laport sería Tritón. Hay condiciones: no me puedo cortar en pelo, por ejemplo, pero son cosas lógicas.
—¿Vas a usar peluca?
—Si, es una peluca que van a traer de Brasil. ¡Es increíble la producción, el vestuario y cada una de las cosas de esta obra!