La llegada de la Semana Santa tiene un impacto dispar entre los argentinos. Mientras que la mayoría dice creer en Dios, son minoría los que sostienen a diario algunas de las prácticas de los cultos cristianos, como por ejemplo la oración. La mayoría cree en los milagros, pero también sus creencias populares y religiosas se alimentan de otras fuentes: la vida sobrenatural que trasciende la muerte, pero que también significa la creencia en fantasmas y en vida en otros planetas. Y son pocos los que consultan a diario el horóscopo, sin embargo, son más los que conocen a qué signo del zodíaco pertenecen que los que saben su propio grupo sanguíneo.
Los datos surgen de la quinta Encuesta Nacional de Creencias Sociales, impulsada por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que hizo un relevamiento de 1250 casos en junio de 2024 y lo dio a conocer en vísperas de las Pascuas.
“Creemos en Dios, sí, pero también en los milagros (68%), en la posibilidad de vida extraterrestre (51%) y en la existencia de fantasmas (39%). Es un menú variado, heterogéneo, incluso contradictorio. Pero es el que define la espiritualidad argentina contemporánea: un collage más que una doctrina, un sistema de creencias más que un cuerpo teológico. La religión organizada pierde lugar entre los más jóvenes, pero no porque estos hayan abandonado toda forma de creencia. Por el contrario, muchos de ellos reemplazan la religión por nuevas formas de conexión simbólica: energías, astrología, extraterrestres, relatos esotéricos. Se trata de un giro cultural donde las estructuras tradicionales son sustituidas por espiritualidades portátiles, más cercanas al consumo y al yo que a la comunidad o al dogma”, apunta Augusto Reina, director de Pulsar.Uba, el observatorio de la UBA especializado en estudios de opinión pública.
“Durante años, el diagnóstico fue claro: la religión tradicional perdía terreno. Las iglesias se vaciaban, los rituales se debilitaban, las prácticas cotidianas se volvían esporádicas. Y, con eso, muchos creyeron que asistíamos a un proceso sostenido de secularización. Que la modernidad, la ciencia y la política habían desplazado a Dios del centro de la escena. Pero en nuestro quinto informe de la Encuesta Nacional de Creencias Sociales 2024 nos encontramos con una realidad menos lineal y más intrigante: los argentinos no dejaron de creer. Lo que hicieron fue reorganizar sus creencias”, dice Reina.
Los resultados de este quinto informe muestran un crisol de percepciones sociales en lo que respecta a las religiones, la vida y la muerte. Hay que aclarar que la consulta no indagó sobre diferentes religiones o grupos de culto de pertenencia, sino en creencias, independientemente de ello. “La Argentina creyente está dividida”, explica el documento. “Nos repartimos entre una mitad que reza muy habitualmente y otra mitad que no lo hace nunca o muy poco”, apunta. También la edad juega un rol clave. Los adultos mayores son mucho más practicantes que las franjas etarias más jóvenes. En lo que respecta la vida después de la muerte, mientras mayor es la frecuencia del rezo mayor es el convencimiento de que existe. Los menos practicantes suelen ser más escépticos.
“El 75% de la población declara creer en Dios, pero solo la mitad reza con frecuencia. La práctica religiosa se ha vuelto más intermitente, menos institucional, menos visible. No se reza como antes, pero el sentido de trascendencia persiste. Y eso es lo que nos permite hablar hoy no de una sociedad secularizada, sino de una sociedad postsecular. Es decir, una sociedad que no abandona la fe, sino que la combina, la adapta, la transforma”, agrega Reina.
“Por otra parte, y aunque no hay una gran mayoría de practicantes religiosos, dos tercios de los argentinos creen en los milagros y los definen, según el informe, como “esos hechos extraordinarios, terrenales y que son obra de Dios”.
Más creyentes que practicantes
Cuando se les preguntó si creen en Dios, el 74% dijeron que sí y el 26% dijeron que no. Sin embargo, la brecha aparece en la práctica cristiana. A continuación, les preguntaron, “en su vida cotidiana, usted reza…”: “Todos los días” respondió el 31% de los consultados; “Alguna vez a la semana”, el 17%; “Alguna vez al mes”, el 6%; alguna vez al año, el 9%. Y el 37% dijeron “no lo hago nunca”.
Entre los que rezan todos los días, el porcentaje más alto se dio entre quienes tienen de 50 a 75 años, aunque también el 34% de los que están entre los 30 y los 49 años afirmaron orar a diario. En el otro extremo, los más jóvenes son los que menos incorporado tiene el hábito de la oración. En la franja de 18 a 29 años, la respuesta más frecuente fue que no rezan nunca: el 47%. La segunda respuesta más frecuente fue que rezan todos los días, con el 23%.
También se les preguntó si creen que la muerte es el final. Esto supone que, si se responde que no, no se abona la creencia de una vida más allá de la muerte, idea central en el cristianismo.
Casi tres de cada diez dijo estar muy de acuerdo con la idea de que la muerte es el final de todo. El mismo porcentaje de consultados dijo no estar para nada de acuerdo con esa afirmación. Ahora si se le suma a esas opciones los que están bastante de acuerdo y los que están poco de acuerdo, el panorama sigue dividido: 45% cree que hay algo más después de la vida terrenal y el 47% cree que no hay nada después de la muerte. También hubo un 8% de personas que no contestaron o dijeron no saber. Así, si se agrupa por un lado a los que están convencidos de que hay vida después de la muerte (27%) y a todos los demás que en alguna manera dudan o creen que no, el 65% de los argentinos duda o descree de la existencia de un más allá. Y un 8% no sabe o no puede asegurarlo.
En esta respuesta hubo variaciones según el lugar de residencia. Mientras que los porteños y los que viven en el conurbano bonaerense son más propensos a descreer en la idea de una vida sobrenatural, en el interior son mayoría los que creen que hay vida después de la muerte.
En los resultados, los investigadores encontraron una relación lógica entre rezar a diario y creer en la vida trascendental. Si bien el 60% de los que rezan todos los días afirman que existe vida después de la muerte, el otro 40% no creen que haya algo después de la muerte (33%) o no contestaron (7%).
Entre los que rezan alguna vez cada tanto la creencia de la sobrenaturalidad de la vida está repartida. Resulta llamativo que, incluso entre quienes no rezan nunca, un 40% creen que existe vida después de la muerte.
Otra de las preguntas que incluyó la encuesta es si se cree en los milagros, esos que ocurren en la vida cotidiana. Como se dijo, el 68% respondió que sí, el 31% que no y un 1% no supo o no contestó.
Vida en otros planetas
“Las nuevas generaciones no han abandonado la necesidad de creer, pero han cambiado sus objetos de fe. Mientras que los más adultos depositan su confianza en Dios y en la religión organizada, los más jóvenes están abiertos a conceptos como la vida extraterrestre y otras creencias no institucionalizadas. Algo que comparten con quienes tienen mayor nivel educativo: a mayor formación, mayor creencia en la existencia de vida en otros planetas”, dice el informe.
En la encuesta, el 51% estuvo de acuerdo con que existe vida en otros planetas (25% muy de acuerdo, 26% bastante de acuerdo), mientras que el 41% no estuvo de acuerdo (18% poco de acuerdo y 23% nada de acuerdo). También hubo un 8% de encuestados que no respondieron.
La creencia en la vida extraterrestre es más frecuente entre los más jóvenes –alcanza al 55% de quienes tienen entre 18 y 29 años–, pero también es bastante elevada entre los más grandes: el 50% de los que tienen entre 20 y 49 años creen en la vida en otros planetas, lo mismo que el 48% de los que tienen entre 50 y 75 años.
Los que más creen en la vida extraterrestre son los viven en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y los que tienen secundaria completa. En cambio, los que menos creen son los que solo hicieron la primaria y quienes residen en el interior del país.
También les preguntaron “¿En su vida cotidiana, usted cree en fantasmas o espíritus?”. El 39% contestaron que sí y el 59%, que no; un 2% no respondió.
“Una porción muy menor de la sociedad consulta el horóscopo. Solo cambia levemente entre quienes tienen hasta educación secundaria completa. Sorpresivamente, y a pesar de que los astros tienen poca popularidad entre argentinos y argentinas, sabemos nuestro signo del zodíaco antes que nuestro grupo sanguíneo”, sostiene el informe.
Según surge del análisis, aunque suele ser muy difundido en algunos medios de comunicación el horóscopo es un hábito marginal. Solo el 5% dijo consultarlo todos los días y un 73% indicó que no lo hace nunca. El 7% respondió “alguna vez a la semana”; el 6%, “alguna vez al mes”, y el 9%, “alguna vez al año”. Los que viven en el AMBA, los que tienen secundario completo y quienes tienen entre 30 y 49 años son los que más miran el horóscopo.
Pese a este contexto, los argentinos conocemos más nuestro signo del zodíaco que nuestro grupo sanguíneo: un 95% contra un 90%.
“La religión tradicional retrocede, pero la necesidad de creer no desaparece: se transforma. Ya no vamos a misa, pero seguimos buscando señales. En la Argentina de hoy conviven creencias fragmentadas e intuitivas. Dios, los horóscopos, los fantasmas y los extraterrestres habitan el mismo espacio simbólico. Es la era de las espiritualidades portátiles: menos fe organizada, más conexión individual. Más cerca del yo que del dogma”, resume Reina.