Carolina Yuste ha tenido una carrera meteórica desde que ganó el Goya a la mejor actriz revelación gracias a Carmen y Lola, de Arantxa Echevarría, con la que ha vuelto a trabajar en La infiltrada, el papel que le ha dado mayores alegrías tanto a nivel de público (fue una de las películas más vistas de la pasada temporada) como a nivel de reconocimientos.
Lo cierto es que se encuentra en un momento pletórico. Acaba de protagonizar el último videoclip de Lola Indigo y tiene pendiente de estreno la miniserie de Movistar Plus+ La canción, en la que encarna a Massiel durante el proceso de preparación del Festival de Eurovisión que terminaría ganando con el tema La La La.
El temor de los actores a que no suene el teléfono
Sin embargo, el miedo a que deje de sonar el teléfono para nuevos proyectos es algo a lo que la actriz sigue teniendo pavor. Así lo manifestó en el programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser, presentado por José Luis Sastre, donde reconoció que no puede soportar la inactividad.
“No sé si existe el momento en el que desaparezca la incertidumbre con la que convivimos, porque el miedo está siempre a la vuelta de la esquina. Yo trabajo con la idea de que todo esto puede terminar en cualquier momento y me invento 20.000 posibilidades para sobrevivir pero, aún así, aparece ese demonio y me dice, ahora no te van a llamar, porque van a considerar que ya he hecho lo que tenía que hacer y no tengo más que aportar”, dijo la actriz.
Entre esas 20.000 posibilidades a las que se refiere Yuste, quizás se encuentre también la de dirigir. De hecho, en la pasada edición de los Premios de la Academia de Cine, además de por su papel de infiltrada en la banda terrorista ETA, también estaba nominada por su primer cortometraje documental detrás de la cámara, titulado Ciao bambina, en el que seguía el proceso de tránsito de un amigo.
El compromiso y activismo de Carolina Yuste
“Me siento imbécil porque hay un montón de compañeras que no consiguen trabajo y yo me siento en ese sentido privilegiada”, añadía. “Pero creo que el concepto del éxito que nos han inculcado es una trampa, porque solo tiene que ver con lo laboral y lo económico y ahí se generan muchas frustraciones”.
También la hemos podido ver recientemente sobre las tablas en la obra Caperucita en Manhattan, en el Teatro de la Abadía y se mantiene firme en su activismo y compromiso político y social. En ese sentido, el pasado marzo, leyó frente al Congreso de los Diputados un manifiesto junto a su compañero Juan Diego Botto contra el rearme y la guerra en Europa, suscrito por varias asociaciones y personalidades del mundo artístico como Javier Bardem o la cantante Rozalén.
Además, también ha participado en el documental de Alba Sotorra titulado Mucha mierda, sobre la huelga de actores que paralizó la actividad teatral en 1975 y que se convirtió en una lucha de reivindicación histórica dentro del sector, sentando un buen puñado de precedentes.