¿Cuánto tiempo tardaron en desaparecer los dinosaurios tras la caída del asteroide?, esto revelan nuevas investigaciones

0
18

La

Hace aproximadamente 65 millones de años un evento catastrófico marcó un antes y un después en la historia de la Tierra. El impacto de un asteroide de unos 12 kilómetros de diámetro en lo que hoy es el Golfo de México no sólo provocó la extinción de los dinosaurios, sino que transformó radicalmente los ecosistemas del planeta.

Este fenómeno, que dejó como huella el cráter de Chicxulub, destaca por la velocidad con la que se desencadenaron los cambios, un aspecto que continúa siendo objeto de estudio por parte de científicos como Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador emérito del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El cráter Chicxulub, ubicado en el estado de Yucatán, cuyo nombre en maya significa “pulga del diablo” o “cuerno de venado prendido”, se encuentra enterrado bajo el Golfo de México y representa una de las cicatrices más significativas de la historia geológica del planeta, resultando en una alteración en los sistemas de soporte de vida en la Tierra sin precedentes.

La extinción de los dinosaurios ocurrió aceleradamente tras el impacto en Yucatán. (CIENCIA UNAM)

La extinción en tiempo récord

De acuerdo con Ciencia UNAM, nuevas investigaciones en el cráter permitieron a los científicos comprender mejor las características del impacto y sus consecuencias. A través de estudios geofísicos, geológicos y perforaciones en alta mar, se logró reconstruir la estructura del cráter y analizar la velocidad del impacto. Estos avances han sido liderados por equipos de investigadores, entre ellos Jaime Urrutia Fucugauchi, quien trabajó junto a estudiantes y especialistas en el análisis de este fenómeno.

Según explicó Urrutia, mientras que las cuatro extinciones masivas anteriores en la historia de la Tierra ocurrieron de manera más lenta, acumulando cambios a lo largo de miles o millones de años, el evento de Chicxulub destaca por su inmediatez. Modelos recientes sugieren que los efectos del impacto se desencadenaron en cuestión de días, lo que representa un desafío para los científicos que intentan comprender y demostrar este proceso.

El análisis del registro fósil ha sido clave para estudiar este evento. Según los estudios, los fósiles de animales, plantas y microorganismos suelen aparecer y desaparecer a lo largo de las capas geológicas, lo que indica que las extinciones anteriores ocurrieron en periodos prolongados. Sin embargo, en el caso del cráter de Chicxulub, los cambios fueron mucho más abruptos.

Urrutia explicó que, a diferencia de otras extinciones provocadas por fenómenos como el cambio climático o erupciones volcánicas que elevaron los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, el impacto de Chicxulub generó un cambio drástico en un periodo extremadamente corto. Este fenómeno, conocido como la “capa de bola de fuego”, incluye material calentado a temperaturas de hasta 500 grados Celsius (932 grados Fahrenheit) que fue expulsado desde el cráter y regresó a la atmósfera.

“Lo que hace interesante al cráter de Chicxulub es que este cambio se dio de una manera mucho más rápida y no paulatina, como ocurrió en otras ocasiones a causa del cambio climático o por erupciones volcánicas fuertes que elevaron el CO2 a la atmósfera, provocando fuertes cambios. Ahora bien, lo que vemos en este caso es que el efecto se da en un tiempo de unos días”, explicó el miembro de El Colegio Nacional y Premio de Cronica 2024.

Además, se identificaron sedimentos marinos que carecen de fósiles, lo que indica una disminución significativa en la productividad de los océanos tras el impacto. Según Urrutia, estos hallazgos refuerzan la idea de que los cambios en los ecosistemas ocurrieron de manera rápida y devastadora.

Las simulaciones destacan cómo el asteroide afectó a los ecosistemas y al clima en los días.

Nuevas preguntas y desafíos científicos

Las investigaciones en el cráter de Chicxulub no solo permitieron reconstruir los eventos del pasado, sino que también plantearon nuevas preguntas sobre la interacción entre los sistemas terrestres y los impactos de alta energía. En las investigaciones, los científicos utilizaron simulaciones por computadora para analizar cómo reaccionaron el océano, la atmósfera y el clima tras el impacto. Estas simulaciones ayudaron a estimar la escala temporal de los cambios y a comprender mejor los procesos que llevaron a la extinción masiva.

Uno de los desafíos actuales es determinar con mayor precisión cómo interactuaron los sistemas terrestres durante el evento. Según Urrutia, se han encontrado sitios que preservan en detalle el momento del impacto, lo que permitió avanzar en la comprensión de estos procesos. Sin embargo, el debate académico continúa, ya que los investigadores buscan demostrar de manera concluyente que la extinción ocurrió en un periodo tan corto como sugieren los modelos actuales.

El cráter de Chicxulub, evidencia clave de la extinción masiva en la Tierra. (CIENCIA UNAM)

La Tierra después de los dinosaurios

El impacto de Chicxulub no solo marcó el fin de los dinosaurios, sino que también abrió la puerta a la diversificación de otras especies, como los mamíferos. Según explicó Jaime Urrutia a Ciencia UNAM, los dinosaurios dominaron los ecosistemas terrestres durante millones de años, mientras que los mamíferos ocupaban nichos más limitados y tenían hábitos nocturnos.

“Se diversificaron, pero difícilmente se habrían desarrollado sin la desaparición de los dinosaurios. Es en el Paleoceno que los mamíferos comienzan a ampliarse y diversificarse, además de aumentar su tamaño rápidamente. Entre 8 y 10 millones de años alcanzaron tamaños muy grandes, algo que no había ocurrido con los dinosaurios”, explicó el investigador Jaime Urrutia. Este cambio marcó el inicio de una nueva era en la historia de la Tierra, en la que los mamíferos se convirtieron en las especies dominantes.

El trabajo de los científicos continúa siendo fundamental para desentrañar los misterios del pasado y comprender los desafíos del presente. El cráter de Chicxulub, enterrado bajo el Golfo de México, sigue siendo un recordatorio de la fragilidad de la vida en la Tierra y de la capacidad del planeta para transformarse de manera radical en un abrir y cerrar de ojos.