La propuesta de abandonar una carrera en ascenso en los medios para radicarse en Miami fue tan tentadora como desafiante para Clara Ulrich (45), quien hace casi una década la rompía en radio con Facundo Pastor y Nacho Goano, pero acompañó en la aventura a su esposo.
-Te fuiste a Miami por amor cuando la rompías en la radio. ¿Cómo sigue esa relación a casi una década de esa decisión?
-Seguimos juntos. Diez años después de haberme ido a Estados Unidos fue lo peor y lo mejor que me pasó. Porque con la crisis que sufrí ese año que no tenía trabajo descubrí que quienes nos dedicamos a lo artístico, somos eso, artistas. Porque cuando llegué a Miami no sabía quién era. Así logré lo que siempre quise.
¿Lograste vivir del stand up en Estados Unidos? ¿O tenés que apelar a otras cosas…?
-Era necesario atravesar esa crisis para lograr lo que siempre soñé desde que empecé a estudiar a los 15 años, que es vivir cien por ciento del teatro. O sea, subirme al escenario y contar historias. Hoy es un honor decir que vivo del teatro, porque llevó muchísimo esfuerzo, en una ciudad que no tiene la cultura artística de Buenos Aires o Nueva York.
-¿Afecta las relaciones personales que las anécdotas sean insumos de tus shows?
-El show pretende ser autobiográfico, pero no es totalmente así. También está basado en mucha observación. Cuando me meto con el matrimonio no hay problema porque mi esposo cree que no hablo de él, ja, ja. Porque los hombres escuchan un ratito a las mujeres y después es como ruido de aspiradora, ja.
Tengo un compañero de casi 20 años de matrimonio que sabe que lo que hago es un hecho artístico. No lo nombro ni aparece en mis redes, al punto que la gente cree que no tengo marido, o me lo inventé.
Con mis hijos tengo muchísimo cuidado, porque el más grande está en plena preadolescencia, y a veces le tengo que aclarar que subo videos sobre maternidad, pero no es que yo sienta esas cosas. Por eso no lo dejo que vea mis shows, porque no sé cuánto pueda entender que hago humor, o que ficciono datos de la realidad.
-¿Sentís presión por sacar algún chiste o gracia para siempre ser “viral”?
-Al principio las redes me costaron un montón, porque soy de la vieja escuela, de cuando no existían. Tuve que aprender que es parte de mi camino artístico. Cuando elijo los videos el objetivo principal no es que les vaya bien, sino que trabajo para enviar un mensaje o que la gente se divierta. Tuve la suerte de que a algunos videos les fue bien y lo que siempre pienso cuando se viralizan es “¡qué bueno que llegó a más gente!“. Apunto a que vengan a ver los shows que escribo, no crecer en seguidores. Trato de no perder mi rumbo, que es el teatro.
-¿Este es un show orientado a mujeres como Café con amigas?
-Soltando cuentos es un show para todos, mixto, no es solo para mujeres. Es un viaje musical por todas esas canciones que nos llevan directo a un momento de nuestra historia. Y va a despertar recuerdos. La idea es reirnos, bailar y conectar. Que sea un recreo de la vida adulta.

Si bien mi público son en su mayoría Susanas, últimamente vienen muchos Juan Carlos, como les digo. Los hombres llegan con miedo y se divierten muchísimo
-En la época de la cultura de la cancelación, ¿Pensás mucho los chistes antes de decirlos en el escenario?
-Creo que estamos viviendo un momento difícil, no solo por el humor sino por transformarnos en policías del discurso del otro. Entonces, no nos permitimos ensayar, probar y equivocarnos. El humor es un recorte y a veces hay que exagerar, hacer parodia, grotesco y ese es un recurso. Lo que me sorprende es el nivel de agresividad y que se torne personal. Trato de que no me afecte a la hora de escribir o en el escenario, aunque mi humor no pretenda ser irónico ni sarcástico, porque me río de mí misma como primer recurso.
-¿Cómo lográs ser graciosa y espontánea en momentos en que todo se vuelve meme y/o plagia en segundos en redes sociales?
-A mí me ha costado mucho que ya no exista el derecho de autor. Me ha pasado muchas veces de ver que mis videos, chistes o partes de mis shows se repliquen y que no te dan el crédito. Yo creo que si uno quiere replicar o recrear algo de otro le debe dar el crédito, pero siento que es una batalla bastante perdida en las redes sociales. Sin embargo, agradezco a la gente con ética de banalizar, no plagiar o robar lo de otros… Y también trato de que no me afecte, porque sino estaría molesta gran parte del tiempo porque es moneda corriente. Ahora, con la inteligencia artificial se pone más compleja la cosa.

-¿Cuál es tu mayor sueño a volver realidad a nivel profesional?
-Cada vez que me subo al escenario a contar una historia estoy haciendo realidad mis sueños. A mis 45 años disfruto el aquí y ahora. Presentarme este domingo en un teatro emblemático como el Opera, en mí ciudad, donde empecé. Quizá a los 20 me ponía metas grandilocuentes, pero hoy bailo al ritmo de lo que la vida me propone. Entendí que el camino del deseo no es recto, sino que a veces hay desvíos, camino de tierra, lomos de burro que no te permiten avanzar a velocidad, y es enloquecedor porque en esta ruta agarrás varias rotondas que te hacen dar vuelta y sentir que no podés agarrar otro camino.

Si uno todos los días se propone cumplir lo que quiere, cuando llegue la hora y estés listo, todo llega. Soy testigo de que es así.