Hola, ¿cómo estás? El de hoy es un mensaje especial. Te quiero hablar de lo que podemos hacer juntos, periodistas y lectores.
Primero un frase que ya dice mucho:
–Contar mi historia cambió la vida de mis hijos.
La frase es de Yésica Oviedo, que vive en un barrio popular de José C. Paz y trabaja en casas de familia de la ciudad de Buenos Aires. Esta semana habló con la periodista Paula Soler porque su vida dio un giro después de que contara en LA NACION su odisea diaria.
Empiezo por el principio:
Yésica tiene 38 años y antes de volver de Palermo o Floresta, los barrios donde trabaja limpiando casas, juntaba agua en botellas y bidones. Necesitaba hacerlo porque Sol y Verde, el barrio humilde de José C. Paz donde vive no tiene agua de red y ella no tenía plata para hacer una perforación que le permitiese tener agua de pozo. Tampoco tenía baño, por lo que se higienizaban como podían.
El barrio está ubicado a unos 40 kilómetros de CABA, pero el colectivo la dejaba en el acceso y le convenía traer el agua desde allá. Al barrio se mudó hace cinco años con sus cuatro hijos, de entre 11 y 19 años, después de separarse de su expareja, un hombre que la golpeaba y le causó una parálisis temporal en la mitad de su cuerpo.
Yésica decidió contar su historia en LA NACION hace dos semanas. Y su presente empezó a cambiar vertiginosamente. Con mucho esfuerzo y la ayuda de una ONG, ahora la familia cuenta con un baño. Quien más la ayudó con eso fue Módulo Sanitario, una organización que lleva construidos 1600 baños en 50 barrios vulnerables de 10 provincias del país.
Ella es Yésica junto a Ximena, su hija de 19 años, en el baño que Módulo le ayudó a financiar y construyó en su casa:
Con su baño ya instalado, solo le faltaba el acceso al agua. Pero eso ocurrió bastante rápido. Una de las familias para las que trabaja vio el posteo de su historia en las redes sociales de LA NACION. En esa publicación, se pedía ayuda para que pudiese pagar la perforación del terreno y tener agua. La familia le preguntó a Yésica por qué no les había pedido el dinero a ellos y se ofreció a pagar toda la obra.
Ella accedió pero a que le pagaran solo la mitad. “En todo lo que hacemos siempre tiene que haber una parte de esfuerzo personal. Son muy considerados siempre conmigo, conocen mi historia y me tienen mucha confianza”, contó agradecida. Hoy, Yésica y sus hijos tienen agua.
Escuchá este dato que ayuda a entender que lo que vivieron ellos como familia no es algo aislado: el 10 por ciento de los argentinos no tiene acceso a agua de red. Mientras que 900 mil niños, niñas y adolescentes en la Argentina crecen sin baño en su casa o tienen uno muy precario dentro o fuera de su casa.
- Si querés ayudar a Módulo Sanitario a que construya más baños en hogares vulnerables del país, podés apoyar su obra, sumándote como voluntario en Buenos Aires, Córdoba y San Luis o haciendo una donación en efectivo.
Para despedirme te cuento algo más de Yésica. Ahora tiene un proyecto muy generoso: “Como ya tengo agua y estamos mejor, quiero poner un merendero para que los chicos no estén dando vueltas en la calle y también tengan un espacio para que hagan la tarea, para apoyo escolar. Hay muchas necesidades acá de alimentación y educación”, dice.
Su idea es abrir su casa los sábados y algún día de la semana en el que no trabaje. Confía en que las madres del barrio le darán una mano: “Siempre alguien ayuda a ayudar porque todos queremos progresar. Todos”.
Eso es todo por hoy, que tengas un gran fin de semana.
Saludos,
Javier