El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, integrado por familiares de desaparecidos por el mundo narco, entraron a principios de marzo a un predio abandonado en Teuchitlán, Jalisco, en donde se rumoreaba que operaba el crimen organizado.
Aquel 5 de marzo se confirmó lo que era un secreto a voces en todo México, que en el apodado “Rancho Izaguirre” el cártel Jalisco masacraba y adoctrinaba a personas, incluso a inocentes que acudían al lugar por un simple engaño, a los que obligaban a realizar trabajos sucios y luego los mataban a sangre fría.
El Racho Izaguirre: un campo de concentración en México el siglo XXI
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco encontró en el Rancho Izaguirre unos tres hornos crematorios, miles de fragmentos óseos calcinados, más de 400 prendas de ropa, al menos 200 pares de zapatos, mochilas, carteras, maletas, llaveros, identificaciones oficiales y libros.
Según Indira Navarro, líder de Guerreros Buscadores de Jalisco, los huesos calcinados encontrados en el rancho podrían pertenecer a jóvenes, e incluso niños y mujeres, que habían sido reclutados como mano de obra barata y no sólo para trabajos sucios.
También hablaron de que allí operaba una red de tráfico de órganos y pedofilia, en connivencia con jueces y médicos.
Los masacrados en el Rancho Izaguirre no eran narcos
Sobre el caso del Rancho Izaguirre, rompe el silencio por primera vez un experto mexicano en seguridad, quien sostiene que su gobierno no está exponiendo todos los horrores.
El experto en seguridad Irving Gatell asegura que un gran porcentaje de los masacrados en el Rancho Izaguirre “NO son gente que voluntariamente se integran a las filas del cártel para vender droga”.
Irving Gatell relata a la periodista Karina Mariani del portal La Voz que un número importante de los que han sido secuestrados no acudieron allí para unirse a las filas del narcotráfico, sino que fueron engañados.
“El Cártel de Jalisco aprovechando programas de gobierno, como en el estado de guerrero en había un programa en donde te inscribías y te daba trabajo agrícola en Florida“, usaron el mismo esquema de captación y lo utilizaron para enviar a inocentes al Rancho Izaguirre, asevera el experto ante el programa La Voz.
Según el experto, muchos mexicanos con necesidad de trabajo veían en redes sociales varios avisos fake de programas de inserción laboral, que imitaban a los del gobierno, o buenas ofertas de trabajos como de chofer, en el sector agrícola o de limpieza, entonces terminaban en el rancho Izaguirre por un simple engaño.
Una vez allí, los narcos los privaban de su libertad, los obligaban a matar a otros y hacer tareas de sicarios con la promesa de mantenerlos con vida, pero luego los mataban a sangre fría. Algunos sobrevivientes que lograron escapar están dando su testimonio y hablan de torturas físicas, de tráfico de orgános y hasta pedofilia en el interior del predio.
Pedofilia y tráfico de orgános en el campo de Jalisco
Todo salió a la luz de manera masiva y empezó a ocupar la primera plana de los diarios del mundo tras que el pasado 5 de marzo el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, integrado por madres y familiares de los desaparecidos por el narcotráfico, ingresaron al predio del rancho y encontraron allí varios hornos crematorios, restos óseos y prendas de ropa de vestir, incluso, de niños.
“Se han encontrado mochilas de niños”, afirma el experto en seguridad Irving Gatell y asegura que los familiares de desaparecidos fueron identificando las pertencias en el Rancho de Izaguirre.
Entre los objetos que pudieron recuperar, una carta llamó poderosamente la atención. La misiva estaba escrita de puño y letra, con la firma de un joven identificado como Eduardo Lerma Nito.
El manuscrito decía: “Mi amor, si algún día ya no regreso, solo te pido que recuerdes lo mucho que te amo. Y digas: ‘se me fue mi enojón, berrinchón y celoso’”. La carta fue hallada en un cuaderno deteriorado, con su nombre completo, fecha de nacimiento (2 de mayo del 2003) y zona de donde era originario.
Según la información oficial del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, el joven había sido reportado como desaparecido en febrero de 2024, en el municipio de San Juan de los Lagos, donde trabajaba en una sucursal de Farmacias Guadalajara. Su ficha de búsqueda permanece activa en el Registro Estatal de Personas Desaparecidas del Estado de Jalisco.
Por su parte, Indira Navarro, líder de Guerreros Buscadores de Jalisco, reveló hace poco que la madrugada del 11 de marzo recibió una llamada telefónica de una joven que aseguró haber permanecido tres años secuestrada en ese lugar.
La mujer, identificada como María, brindó su testimonio, pese a que esto pueda costarle su vida. Le relató que vio que en el rancho se practicaban “experimentos médicos” y que se sacaban órganos para venderlos.
“Me dijo que el crematorio clandestino tiene más de diez años, que opera desde 2012. Que la gente del lugar lo sabía, pero no podían hablar porque estaban amenazados. Me contó cosas muy fuertes”, declaró Navarro a los medios.
Del mismo modo, la sobreviviente comentó que había casos de abuso sexual infantil dentro del predio y que en el rancho se dedicaban a la trata de personas y a la pedofilia.
De acuerdo a Navarro, les llegó información de múltiples desapariciones de jóvenes de una central de autobuses, que podría haber corrido esa suerte.
“Ofrecían una buena paga, 5.000 pesos a la semana, por ser guardia de seguridad, chofer… pero siempre los citaban en la central. Ahí los interceptaban y ya no se sabía nada”, dijo en entrevista con Aristegui Noticias.
Según explicó Navarro, los reclutados, para supuestos trabajos de chofer, empleos domésticos o albañilería, eran llevados al rancho en donde eran sometidos al aislamiento, la tortura y forzados a matar como sicarios para ser liberados. Luego de esta tarea, los mataban.
Cabe destacar que, lamentablemente, no se trata de un predio desconocido ni fuera del radar de las autoridades locales.
De hecho, en septiembre pasado la Fiscalía de Jalisco inspeccionó el lugar, arrestó a 10 personas y el rescató a dos rehenes. En ese momento, se planteó que el sitio era un campo de entrenamiento de reclutas del cártel de Jalisco (CJNG), además de ser su centro de exterminio.