Tras más de veinte días de internación en el Sanatorio Finochietto, debido a un ACV que había sufrido a finales de marzo, murió este viernes 11 de abril el periodista René Vargas Vera. Tenía 88 años.
Solía autodefinirse como músico y periodista, en ese orden, porque de ese modo se habían dado las cosas. Sus primeros pasos fueron en la creación musical, sentado a las teclas de un piano; luego, plantó sus diez dedos sobre una máquina de escribir, al principio en el diario La Unión, de su Catamarca natal, y luego, en LA NACIÓN, durante varias décadas.
Gracias a su tarea en la sección espectáculos de LA NACION se había forjado la fama de crítico severo, implacable. Aunque del mismo modo como rubricaba sus fuertes sentencias, siempre difíciles de apelar, no ahorraba elogios frente al buen arte musical (académico o popular) y cuando la maestría de los músicos afloraba en discos y conciertos. Aunque todo esto se pueda decir (y escribir) sin temor a exageraciones, también vale aclarar que más que un crítico implacable fue un gran defensor de la melodía. Es decir, de que fueran respetadas, sin tergiversaciones, las creaciones de los autores y compositores, al momento de ser interpretadas.
Recibió un premio Konex en 1997 y fue jurado de estos premios en 1989 y 1995. Fue director artístico de Radio Municipal y condujo un programa, durante un lustro, en Radio Nacional Clásica, 96.7 FM. También ocupó cargos en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic) y escribió libros, como Suma Paz, el canto de la llanura.
En 1990, Sadaic le otorgó el premio Atril de Plata por difundir lo más valioso de la música argentina. Además, dictó varias conferencias en el auditorio de la AMIA sobre música clásica.
Vargas Vera también solía decir que su trabajo como periodista era más conocido que su labor como músico. Fue por eso que en los últimos años creó un blog para reunir todo el material que había acopiado como compositor, desde su juventud. “En este blog se incluyen algunas de mis músicas que vengo escribiendo desde los 16 años en el Colegio de la Congregación del Verbo Divino, en Catamarca, con sacerdotes misioneros alemanes, mientras estudiaba armonía y tocaba violín, piano y órgano, solo, con músicos de cámara o con una pequeña orquesta de veteranos. Obras sacras, primero, que se estrenaron en la Capilla del Seminario Regional. Luego, mi primera obra profana: “Canción invernal” a los 16, para 4 voces mixtas. Escribía todo el tiempo obras para violín, violín y piano y para el coro del colegio”.
Obra como compositor
René también fue un niño cantor que en 1958 fundó el Coro Polifónico de Catamarca. Y ya instalado en Buenos Aires, en 1970, comenzó a difundir su obra como compositor, que fue interpretada por figuras como Eduardo Falú y Mercedes Sosa.
Fueron varias las obras que salieron de debajo de esa frondosa cabellera siempre blanca, como las nieves eternas, que a medida que pasaban los años resultaba la envidia de todos sus contemporáneos. “La Negra” grabó al menos tres de sus creaciones: “Palito de tola”, una canción de cuna con aire de vidala que René escribió para su hijo Daniel, luego la “Vidala de la soledad”, y más tarde “Los niños de nuestro olvido” con versos de Víctor Heredia.
La despedida de René Vargas Vera será este sábado 12 de abril, de 11 a 15, en la sala velatoria Casa Malabia (Malabia 1662).