Dicen que la patria de uno está en la infancia. Y si hubiera que ponerle coordenadas geográficas, indicarían el lugar donde transcurrieron aquellos primeros años de vida, hasta la juventud. Lalo Schifrin es aquel músico genial que partió de la Argentina en 1960, hacia la costa Este de los Estados Unidos a instancias de Dizzy Gillepie, quien un par de años antes le había encargado una suite y luego lo integró a su grupo. Tiempo después Lalo se trasladó a la otra costa de Estados Unidos, donde comenzó a hacer historia componiendo música para la pantalla. Cuando lo contrataron de los estudios Universal, le dieron una oficina ubicada al lado de la de John Williams, con quien ha compartido muchos almuerzos y una larga amistad.
Fueron años de mucho trabajo y de una inspiración que creció. Y así surgieron las composiciones para series y películas como Mannix, Starsky y Hutch, The Cincinnati Kid, Bullitt, Harry el sucio, Tango, de Saura, y el título más famoso, Misión imposible.
Por aquellos años, Lalo compró una casa en Beverly Hills que perteneció a Groucho Marx y allí se quedó. Tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Obtuvo cuatro premios Grammy y un Premio Max Steiner de música para cine. En noviembre de 2016 fue nombrado por el Ministerio de Cultura de Francia Commandeur des Arts et des Lettres y más tarde pasó a integrar el Comité de Honor de la Union des Compositeurs de Musiques de Films (U.C.M.F.) junto con colegas como Ennio Morricone, Jean-Michel Jarre y el pianista Jean-Michel Bernard. Además de haber sido nominado varias veces por la Academia del Cine de Hollywood, en 2018 recibió un Oscar honorario por su trayectoria, de manos de Clint Eastwood.
A los 92, quizá para Schifrin no es lo más fácil combinar un par de aviones (al menos 14 horas de vuelo) para llegar a este Sur. Pero desde que terminó la pandemia se las arregló para volver en música a su patria de infancia.
En 2021, se estrenaron en Buenos Aires sus cuartetos Modern String Quartet 1 y 2. Fueron estrenados por un grupo liderado por el violinista Rafael Gintoli. Además, se presentó un arreglo de su “Tango del atardecer” y la pieza para violín solo que le dedicó a su padre. Ahora, en pocos días, se presentará la Sinfonía Viva la libertad, que escribió con otro argentino, Rod Schejtman.
Serán dos funciones, el viernes 11 y el sábado 12 de abril a las 20, en el Palacio de La Libertad (Sarmiento 151) con un programa que incluirá, además del estreno mundial de la sinfonía, los grandes éxitos que Lalo escribió para la pantalla y una obra de Schejtman, La magia di vivere, recientemente premiada en un importante festival de Viena. El concierto estará a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional, con dirección de Emmanuel Siffert. La entrada es gratuita, con previa reserva.
El estreno es buen motivo para emprender una charla con Lalo y su nuevo socio, que desde el primer día que conversó con Schifrin sintió algo así como un sueño cumplido. “Hablar con Lalo Schifrin por teléfono, por primera vez, fue una experiencia surreal. Para mí, representaba mucho más que para la mayoría de las personas, quienes quizás lo conocían simplemente como ‘el icónico compositor de Misión imposible, autor de cientos de películas de Hollywood y de grandes obras de jazz’. Era parte de un legado musical histórico: había sido alumno directo de Olivier Messiaen, uno de los compositores más importantes del siglo, quien a su vez fue alumno del mismísimo Maurice Ravel. También fue discípulo directo de Juan Carlos Paz, quien trajo a la Argentina las enseñanzas directas de Arnold Schoenberg -el inventor del atonalismo y de la armonía moderna-. Inclusive, fue alumno de Enrique Barenboim (padre de Daniel), quien a su vez fue discípulo directo de Vicente Scaramuzza, un destacado músico italiano que había estudiado con el virtuoso Franz Liszt, uno de los compositores más importantes del siglo XIX. Schifrin era parte de un legado; era para mí el eslabón perdido que tanto anhelaba conocer”.
-Lalo, ¿cree que el paso del tiempo aumentó cierta nostalgia por la Argentina?
Schifrin: -Sí, siento nostalgia, lo que me lleva a crear nuevos recuerdos de la Argentina. Componer junto a Rod Schejtman despertó en mí muy buenos recuerdos de mi tiempo compartido junto al maestro Juan Carlos Paz, que me abrió caminos que yo no conocía. Lo recuerdo con mucha alegría y ojalá él estuviera aquí con nosotros. También me recuerda a la época en que yo trabajaba con Barenboim… y de todo lo que hice en la música.
-¿Qué fue lo primero que cruzó por tu cabeza cuando Schifrin dijo: “Venga a Los Ángeles. No se preocupe por nada, yo ya estuve en su situación”?
Schejtman: -No sabía exactamente a qué “situación” se refería. Muchas semanas después, durante nuestras largas charlas de café, después de haber trabajado todo el día en nuestra sinfonía, me contó sobre aquel día que conoció a Dizzy Gillespie. “¿Hace cuánto que toca jazz? ¿Esos arreglos son suyos? ¿Le gustaría venir a trabajar conmigo en Estados Unidos?“. Y Lalo aceptó inmediatamente la propuesta, y abandonó toda su vida en Argentina para trabajar con Gillespie, quien se convertiría en otro de sus grandes maestros. Exactamente lo mismo sentí yo cuando Lalo Schifrin me invitó a vivir en Los Ángeles para combinar nuestros estilos musicales, como coautores. No lo podía creer. Pero, al mismo tiempo, sentí una certeza absoluta: toda mi vida me había preparado específicamente para componer grandes obras sinfónicas, estudiando, trabajando y perfeccionando mi arte día tras día. Y ahora, como diría el mismo Lalo Schifrin citando a Borges, en una frase que me compartió él mismo: “Yo no sé si la suerte y el destino son sinónimos”.
-Lalo, de nuestra última charla, hace cinco años, recuerdo especialmente esta frase que usted me dijo: “Mi vida siempre es una coincidencia”. Pero estoy seguro de que tuvo que haber mucha “causalidad” en su trayectoria artística. ¿Qué fue lo que más le costó conseguir?
Schifrin: -La aceptación, en todos los planos. Mi carrera recién comienza.
-¿Qué diferencias hay entre componer música a los 30 o 40 años y a los 90?
Schifrin: -Uno vive componiendo música, porque Dios le ha otorgado ese privilegio tan especial.
-¿Siente que tiene deudas con usted mismo, ya sea en el terreno musical como en el personal?
Schifrin: -Ahora siento una gran emoción por el estreno de nuestra nueva obra, que va a traer más energía, más gusto, y que será nuestro homenaje a la Argentina.
-El título de la sinfonía tiene hoy un fuerte contenido político: ¿Pensaron en eso cuando lo eligieron?
Schifrin: -La sinfonía no constituye una declaración política. Es una obra musical.
Schejtman: –Con Lalo Schifrin no buscamos hacer política. Buscamos hacer arte. Buscamos hacer historia. A través de los siglos, los compositores han elevado el espíritu humano a través de la música, y nuestra sinfonía busca transmitir un mensaje de esperanza para esta nueva etapa de la Argentina, que creemos está muy bien representada por su título. Durante el estreno mundial histórico, que será interpretado por la Orquesta Sinfónica Nacional, esperamos contar con la presencia de destacadas figuras del país, sin distinción de partido político. Juntos, estaremos celebrando la libertad de creación y el poder de la música para unir a una nación. Para una Argentina que jamás se rinde, celebraremos con música que honra nuestro espíritu de resiliencia.
Si hubiera que hacer una descripción de los tres movimientos de la Sinfonía: ¿De qué hablan cada uno? ¿Cuentan algo de la Argentina?
Schifrin: –Esta sinfonía es, en parte, un reflejo de mí, de mis recuerdos y de mis esperanzas para la Argentina, aunque no cuenta una historia concreta. Esta experiencia consistió en combinar mis ideas y vivencias con un punto de vista diferente. Junto al maestro Schejtman unimos nuestras voces y visiones musicales, y hemos compuesto una sinfonía dedicada a la Argentina y a nuestro optimismo de que sus mejores días están por venir. Gran parte de mi música está influenciada por lo que me enseñó personalmente Olivier Messiaen en el Conservatorio de París, y parte de mi disfrute en esta colaboración fue transmitírselo a Rod, algo que sé que le resultó profundamente emocionante. Siempre me resulta fascinante observar la forma de pensar y los mecanismos creativos de otros compositores, especialmente cuando se trata de un compositor joven. Espero que esta sea la primera de muchas obras que compongamos juntos y creo que el maestro Schejtman tendrá una carrera verdaderamente extraordinaria.
-El estreno estaba pensado inicialmente para el Teatro Colón. ¿Por qué no se estrenó allí?
Schejtman: -Dado que la sinfonía está dedicada al país, se consideró especialmente apropiado que la Orquesta Sinfónica Nacional tuviera el honor de realizar el estreno mundial en su sede. El Teatro Colón guarda un lugar muy especial en el corazón de Schifrin, ya que su padre fue concertino de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires durante más de treinta años, y ambos compartimos un gran entusiasmo con que la sinfonía sea interpretada allí también. Confiamos en que se concrete un concierto especial allí, en 2026.