Esta semana, el denominado “Signalgate” sacudió al gobierno de Donald Trump, quien en un principio intentó minimizar el hecho de que los principales funcionarios de seguridad nacional discutieran los preparativos de un ataque a Yemen a través de la aplicación de mensajería Signal, y que un periodista fue incluido en la conversación por error. Sin embargo, luego voceros de ese gobierno alegaron que se trataba de una caza de brujas contra su administración. A raíz de una denuncia contra los funcionarios, un juez federal ordenó a la Casa Blanca conservar lo escrito en el chat, ya que la aplicación elimina automáticamente los mensajes después de un tiempo.
El juez James Boasberg, del Distrito de Columbia, emitió esta orden en respuesta a la demanda presentada por la organización sin fines de lucro American Oversight, que defiende la transparencia, contra varios funcionarios por debatir planes de guerra a través de esa aplicación. En concreto, el magistrado instruyó a todas las agencias implicadas a que preserven los mensajes enviados en esa conversación entre el 11 y el 15 de marzo, fecha en la que se lanzó el bombardeo contra objetivos de los rebeldes hutíes en Yemen.
El magistrado también pidió que la administración Trump demuestre antes del lunes haber tomado medidas para la preservación de los mensajes. Durante la audiencia, un abogado del Departamento de Justicia, en representación del Estado, había indicado que los organismos gubernamentales ya trabajaban en ello.
Boasberg es también el encargado del caso abierto por la expulsión de más de 200 inmigrantes venezolanos, que fueron deportados el pasado 16 de marzo sin proceso alguno y luego recluidos en una cárcel de El Salvador. La fiscal general Pam Bondi arremetió contra él en una entrevista en la cadena Fox, al afirmar que no debería juzgar el caso Signal ni otros que afectan a la Administración de Trump. Según ella, el juez está tratando de obstruir la agenda del presidente republicano.
La filtración
Este escándalo, que ha sacudido Washington desde el lunes, fue revelado por el editor jefe de la revista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, a quien el asesor de seguridad nacional, Mike Waltz, incluyó por error en el chat grupal. Entre los 18 participantes de la conversación se encontraban el vicepresidente, JD Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Defensa, Pete Hegseth; y el director de la CIA, John Ratcliffe.
Mientras que en un principio Trump mininimó la situación, The Atlantic publicó un segundo artículo, en el que dio a conocer capturas de pantallas de mensajes exactos compartidos por Hegseth en los que detalla los horarios del ataque del 15 de marzo, antes de producirse. “El tiempo es favorable. Acabo de confirmar con CENTCOM que vamos con el lanzamiento de la misión”, explica el secretario de Defensa sobre el Comando Central.
Con los tiempos de cada suceso, Hegseth indica: “12:15: F-18s han sido lanzados” o “comienza la fase de ataque de los F-18”, “lanzado el ataque con drones”. En un momento, Hegseth detalla, a las 14:15: “Los drones están sobre el objetivo, este es el momento en que las primeras bombas van a caer, sin duda”. Poco después, Waltz envió información en tiempo real sobre las consecuencias de un ataque: “Edificio colapsado. Tuve múltiples identificaciones positivas. Trabajo increíble”. Según los rebeldes hutíes yemeníes, el hecho causó 53 muertos y 98 heridos.
En el chat, Vance indicó que no estaba de acuerdo con Trump sobre los plazos para efectuar la ofensiva militar: dijo no estar seguro de si el magnate era “consciente de cuán inconsistente” era el ataque para con el mensaje rupturista que Washington está enviado a Europa, cuyas exportaciones transitan mayoritariamente por el Golfo de Adén, donde se realizó el ataque. En ese sentido, el vicepresidente afirmó en el chat que odia “rescatar a Europa de nuevo”.
Sin embargo, el viernes dio marcha atrás e insistió en que “apoyó en todo momento” la decisión de Trump de atacar a rebeldes hutíes. “Apoyo la decisión del presidente de atacar a los hutíes. Siempre la he apoyado, y apoyo que el equipo de seguridad nacional debata cuál es la mejor manera de servir al pueblo estadounidense”, explicó Vance durante su breve visita a una instalación militar estadounidense en Groenlandia.
Los congresistas demócratas han pedido la renuncia de Hegseth, al considerar lo ocurrido como un gravísimo fallo de seguridad que pudo haber puesto en riesgo la vida de los militares que ejecutaron la operación. La Casa Blanca admitió que cometió un error al utilizar un chat para discutir los planes del ataque militar, pero sostuvo que ha sido transparente sobre este tema y que lo seguirá siendo. “Nunca hemos negado que esto fuera un error, y el asesor de Seguridad Nacional asumió la responsabilidad, y hemos dicho que estamos implementando cambios”, declaró a la prensa la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. “Estamos investigando el asunto para asegurarnos de que no vuelva a ocurrir”, agregó, sin dar más detalles.
La seguridad nacional, en discusión
Trump, por su parte, respaldó a su asesor de seguridad nacional frente a las acusaciones de incompetencia. “Es la única falla en dos meses, y resultó no ser grave”, declaró a NBC News, remarcando que Waltz ha “aprendido la lección”. Sin embargo, luego dijo que toda la situación se trata de una caza de brujas contra su gobierno, argumento que ha utilizado en toda y cada una de las causas judiciales que ha tenido y tiene. Aún así, declaró a periodistas que no le preocupa la posibilidad de una investigación en el Congreso.
“El gobierno se equivocó en tratar de minimizar la información que había sido reportada, porque eso habilitó a que The Atlantic hiciera una versión más extensa de eso, en la cual quedó más en evidencia la situación”, explicó a Ernesto Calvo, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Maryland, a PáginaI12. Sin embargo, según su diagnóstico, indicó: “Con el nivel de polarización política que hay en este momento y con el control que tiene el Partido Republicano de la Cámara de Diputados y el Senado nadie anticipa que esto vaya a ningún lugar”.
Dos senadores estadounidenses, uno demócrata y otro republicano, enviaron el jueves una carta al inspector general del Pentágono, pidiéndole que lleve a cabo una investigación sobre esta brecha de seguridad. “De ser cierto, este artículo plantea dudas sobre el uso de redes no seguras para discutir información confidencial y secreta de defensa”, escribieron el republicano Roger Wicker, presidente del comité de servicios armados del Senado, y el demócrata Jack Reed, miembro de alto rango de esa comisión.
Para Calvo, lo más llamativo de toda la situación no es que haya habido una ruptura en la seguridad, sino que el gobierno utilice Signal para comunicarse. “El hecho de que el gobierno tenga un chat que está fuera del registro público, que no está manteniéndose en las áreas documentadas de la administración que tienen que ser preservadas con reglas, y que se utilice un sistema de encriptación de punta a punta a través de una aplicación comercial, es notable”, señaló el analista. “Lo llamativo no es tanto que en esta conversación haya habido un periodista, sino que toda una parte de la comunicación sobre la efectividad de la seguridad nacional esté siendo discutida”, remarcó.
La app del escándalo
Signal, la aplicación utilizada por los funcionarios, fue creada en 2010 por Moxie Marlinspike y Stuart Anderson. Esta herramienta se destacó en 2015, cuando Edward Snowden, el exinformático de la CIA, recomendó la aplicación por su seguridad. Al igual que WhatsApp y Telegram, es gratuita y permite el envío de mensajes, documentos, y realizar llamadas de audio y vídeo.
Una de las principales diferencias de Signal es su sistema de cifrado extremo a extremo, que garantiza que solo el emisor y el receptor puedan leer los mensajes. Además, es una aplicación de código abierto y sin ánimo de lucro, lo que le otorga independencia de grandes corporaciones tecnológicas.
Signal usa un sistema para burlar la censura (algunos países como Egipto o Emiratos Árabes trataron de bloquearla al no poder acceder a los contenidos) que funciona camuflando sus mensajes de forma que los proveedores de Internet no pueden distinguir entre las comunicaciones de Signal o una simple consulta en un buscador. Esas características han hecho que sea la aplicación de mensajería usada por instituciones, empresas y gobiernos de numerosos países. A la vista de lo revelado por el director de The Atlantic, también es la que se emplea en la administración Trump.