“Una que sepamos todos”. La frase, de tan repetida en recitales, fogones o mateadas, se convirtió en un chiste popular.
En la poesía argentina, la que sabemos todos es fácil de reconocer: “No nos une el amor sino el espanto”, de Jorge Luis Borges; el famoso “Aquí me pongo a cantar…” del gaucho Martín Fierro; o “70 balcones y ninguna flor”, de Baldomero Fernández Moreno. Pero hay otro autor, menos conocido pero igualmente popular y sofisticado. Este 29 de marzo se cumplen 120 años del nacimiento de Raúl González Tuñón, un poeta que, al igual que los más famosos, dejó una huella en la lengua y el oído argentino, con poesías como “Los Ladrones”, “La luna con gatillo”, “Eche veinte centavos a la ranura” y “La rosa blindada”.
Tan poeta rocker era que, mucho antes de que figuras del decadentismo dandy como Keith Richards o Tom Waits le cantaran al whisky en todas sus formas, él ya le había dedicado un poema: “Juancito caminador”. Si, una oda al Johnnie Walker y al arte de perderse en la ciudad.

Dedicados a poetas: de Serrat a Taylor Swift y Raúl González Tuñón
No fue el primero ni será el último. Los discos dedicados a poetas van desde los primeros de Serrat, homenajeando a Antonio Machado o Miguel Hernández (quien, por cierto, fue amigo de Tuñón), hasta el más reciente de Taylor Swift.
Aunque no se centra en un poeta en particular, el álbum de la diva del pop captura esa atmósfera de malditismo francés que Arthur Rimbaud, Baudelaire y Jim Morrison supieron llevar tan bien.
Las grabaciones de Tuñón y Juan “Tata” Cedrón, que recopila grabaciones de los 60 y 70, también dejó su huella con el álbum Cuarteto Cedrón canta a Raúl González Tuñón.

Fue uno de los discos clave para la renovación del tango (aunque no por la vía de la influencia piazzolliana), que aparecería a fines de la década de los 90 con grupos, orquestas y cantantes como La Chicana y Lidia Borda, entre otros.
Al respecto, la cantante Lidia Borda, ganadora de varios Premios Carlos Gardel, le cuenta a este diario:
“La poesía de Tuñon es revolucionaria. Cuando vos leés “Eche veinte centavos a la ranura”, por ejemplo, tiene misterio, frescura y elegancia. Su poesía tiene como algo de realismo mágico, de cosas disparatadas, pero a la vez dentro de un realismo, de la vida de cada uno. Y es una cosa que sólo me pasa con su obra y con la poesías de María Elena Walsh”.

Mi generación: chetos vs. Nac & Pop, o Boedo vs. Florida
No era una batalla de tribus urbanas, como mods vs. rockers, Oasis vs. Blur, Soda Stereo contra Los Redondos, ni de lo “cheto” contra lo Nac & Pop.
Sin embargo, para la generación de González Tuñón, que con solo unos años de diferencia formaba parte de la misma camada que Jorge Luis Borges y Roberto Arlt (amigo de Tuñón), los bandos sí existían. Un Boca y River intelectual.
En ese momento, había dos escuelas de escritura bien marcadas, y sus nombres, sacados de los barrios donde se juntaban los poetas, dicen mucho sobre lo que cada una representaba.
Florida, más asociada con la vanguardia; Boedo, con la justicia social y la política. Lo curioso es que, aunque Tuñón venía de Florida, su poesía tiene algo que lo vincula más con Boedo.
De Los Ladrones a Los Pibes Chorros: la poesía de Tuñón en la música
La anécdota cuenta que Gabriel García Márquez, uno de los escritores más celebrados de América, se cruza con un estudiante de periodismo cargado de libros sobre redacción, crónica, taller, y demás.
El autor de Cien años de soledad lo amonesta, pero a la vez lo libera: “Soltá todo eso y escucha las letras de Rubén Blades”. Y no es para menos, si hasta Bob Dylan ha sido considerado un letrista tan destacado que se ganó un premio Nobel.
González Tuñón escribió sobre los pibes chorros… pero de antes. Claro, no sobre el grupo con ese nombre ni sobre la cumbia villera. Una poesía, musicalizada por Tata Cedrón, y hoy un clásico, llamada “Los Ladrones”.
Su estilo, que fusionaba la academia de Florida y la calle de Boedo, le permitió crear una crónica tan única como la que muchos años después haría Rubén Blades con su clásico “Pedro Navaja”.

Y, además, tiene un comienzo casi prologado. Si fuera una serie True Crime, sería la intro perfecta: “Los ladrones usan gorra gris, bufanda oscura y camiseta a rayas”.
Tuñón se adentra luego de lleno en las actividades de los bajos fondos, describiendo sus tatuajes, la música que escuchan y bailan, y hasta los rosarios y vírgenes de plata que veneran en los asaltos y atracos.
No por nada, filtrado a través del Cuarteto Cedrón, su obra atrajo a artistas como Palo Pandolfo, el compositor y cantante de tango Alejandro Guyot, o el grupo Acorazado Potemkin.
González Tuñón fue parte del equipo de redacción de Clarín desde sus inicios hasta casi su muerte en 1974. Incluso después de jubilarse, mantuvo su escritorio en el diario, donde seguía escribiendo todas las mañanas.