A Novak Djokovic nada parece detenerlo cuando se propone un objetivo. Y este domingo, tendrá la chance de sumar un nuevo hito en su exitosa carrera: cuando se enfrente al ascendente checo Jakub Mensik en la final del Masters 1000 de Miami, el serbio irá en busca de su título 100 de ATP, una marca que sirve para considerarlo aún con más fuerza como el tenista más grande de todos los tiempos.
A partir de las 15, cuando se pare para enfrentarse a Mensik en el Hard Rock Stadium de Miami, Djokovic saldrá a disputar algo más que una final, la 142 de su exitosa trayectoria. El balcánico buscará una marca emblemática, cuando ya logró todos los objetivos que se propuso y cuando la carrera por el GOAT (Great of all the times, el mejor de todos los tiempos) parece haber quedado resuelta a su favor con los retiros de Roger Federer y Rafael Nadal.
A sus 37 años, Djokovic ya es el tenista como más títulos de Grand Slam (24 contra los 22 de Nadal y los 20 de Federer), con más conquistas de Masters 1000, con más semanas como número uno del mundo y con más años terminados en el primer lugar del ranking, parámetros fundamentales en la pelea por ser el mejor de la historia. Además, cerró el historial con ventaja sobre el suizo y el español en los duelo mano a mano. Pero llegar a los 100 títulos en el circuito es una medalla que no quiere dejar de colgarse.
Si llegara a vencer a Mensik, promesa/realidad de 19 años, 54 del mundo y al menos 30 a partir del lunes, el balcánico se pondrá a tiro de una de las pocas marcas en las que todavía no pasó a Federer: la cantidad de títulos totales. El helvético paró su cuenta en 103 y es el segundo de la historia, por debajo de los 109 del legendario Jimmy Connors. En principio, no parece imposible que Djokovic pudiera superar a Federer e incluso al norteamericano, aunque su prioridad de enfocarse sólo en los grandes torneos podría conspirar contra esa posibilidad.
A esta altura de su carrera, Djokovic parece haberse sacado de encima la presión de los resultados, aunque las lesiones complican su presente, sin éxitos en lo que va de 2025. En realidad, no levanta un trofeo desde París 2024, cuando conquistó la medalla dorada de los Juegos Olímpicos, el gran objetivo que todavía no había podido celebrar. Por eso, se permite disfrutar de momentos en los que antes tal vez no lo hubiese hecho.
En Miami, a Djokovic se lo vio con dos de los rivales más duros de su carrera, ahora colaborando con su juego. Por un lado, el británico Andy Murray, que está trabajando como su coach. Y por otro, Juan Martín del Potro, uno de sus grandes amigos del circuito, como lo demostró el año pasado cuando vino a Buenos Aires para su partido despedida. “Fue increíble verlo en mi box, un viejo amigo y rival. Estoy muy feliz de que ande por aquí y tener su apoyo durante el partido. Fue la primera vez que estuvo junto a Andy y fue impresionante. Le quiero agradecer de verdad por haber venido”, expresó Djokovic sobre la presencia del argentino.
Otra visita ilustre que tuvo el serbio fue Lionel Messi, que estuvo presente el viernes en el partido de la semifinal en la que Djokovic venció en dos sets al búlgaro Grigor Dimitrov. “Es la primera vez que juego enfrente suyo”, reconoció Djokovic tras el encuentro, la visita al vestuario y el intercambio de regalos. “Es un gran honor. Es un gran atleta, no sólo un futbolista. Su impacto en el mundo del deporte en los últimos 20 años ha sido inmenso. Tenerlo viéndome en vivo obviamente me trae mucha alegría y excitación, así como un poco de presión, honestamente”, completó el exnúmero uno del mundo.
Pero si de presión se trata, Djokovic admitió que este domingo tendrá una carga adicional. “Fui calificado por uno de los hijos de Messi con un 8 de 10, lo cual está bastante bien. Con cara seria me dijo que tengo que estar 10 de 10 en el próximo partido. Así que tengo un poco de presión del hijo de Messi”, bromeó el serbio, que disfrutó al máximo la presencia del astro argentino y toda su familia.
Pero si la figura de Messi sirvió de motivación para Djokovic, para Mensik también fue un estímulo espectacular para su rendimiento ante Taylor Fritz en la semifinal. “Le di la mano a Messi en el vestuario y no me lavé las manos antes de entrar a la cancha. Probablemente esa fue la clave del triunfo para mí”, relató el checo, que en la habitual firma de la cámara tras la victoria más importante de su carrera escribió “Gracias Leo” y dibujó un corazón. “Me encontré a una cabra en el vestuario. Encantado de conocerte, leyenda”, completó más tarde en sus redes sociales. Lo cierto es que ahora el checo será el último obstáculo para que su ídolo (“Juego al tenis por Djokovic”, admitió antes del cruce de este domingo) no llegue a los 100 títulos en el circuito de la ATP. Ni más, ni menos que eso.