Los bares y maestros de música que marcaron a Piazzolla en Mar del Plata

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Marzo es, desde hace ya varios años, sinónimo de Piazzolla en Mar del Plata. Un 11 de marzo de 1921 nacía en esta ciudad costera uno de los más grandes revolucionarios de la música. Nadie podía imaginar que aquel pequeño, hijo único de Vicente Piazzolla (Nonino) y Asunta Manetti (Nonina), cambiaría para siempre no solo el tango, sino también la manera de entender la música en su totalidad.

“No encuentro, no tengo otra palabra para nombrarlo que no sea animal. Piazzolla era un animal, en el más radical, en el más sanguíneo, en el más desamparado, en el más desvestido sentido de la palabra. Verlo, solo verlo tocar ya era un espectáculo en sí mismo. Uno quedaba sin aliento”, contó alguna vez Rodolfo Braceli en una crónica sobre su primera presentación en el Teatro Colón de Buenos Aires.

Pero, ¿cuál fue el camino que llevó a Astor a convertirse en ese “animal de la música”? ¿Cómo fueron sus primeros pasos? ¿Por dónde transitó el músico que luego cambiaría para siempre la forma de escuchar tango?

El joven Astor nació en una casa ubicada en Rivadavia 2527. Por aquel entonces, Vicente tenía una bicicletería en Colón e Independencia, pero las circunstancias lo empujaron a cambiar prontamente de destino. Con apenas cuatro años, Astor y su familia emigraron a Nueva York, donde el pequeño recibió el regalo que marcaría su vida: un bandoneón comprado en una casa de empeños por 19 dólares. El contacto con la música había comenzado.

Sin embargo, la crisis financiera del ’30 llevó a los Piazzolla de regreso a Mar del Plata, y la ciudad se convirtió en el escenario de los primeros pasos de Astor como músico. El recorrido de su infancia y adolescencia quedó marcado por una serie de lugares emblemáticos que hoy forman parte de su historia.

 

Piazzolla y todo su esplendor.

 

Nonino, como en Nueva York, se dedicó a la peluquería e inauguró una en la esquina de Independencia y Moreno: la Peluquería New York, espacio que compartía con la vivienda familiar. En ese entonces, Astor cursaba el tercer grado en la escuela comercial Dans, ubicada en Salta y Bolívar.

Ya con su bandoneón y su amor por la música, Astor comenzó a desentrañar los secretos del instrumento junto a su primer maestro, Libero Paoloni, un inmigrante italiano que tocaba en la confitería Múnich. Pero él tomó pronto un camino propio, y aunque Libero quiso que se dedicara exclusivamente al tango, el músico eligió cambiar de profesor. Su nuevo maestro fue Homero Paolini, quien le enseñó rancheras, valses y polcas. Se cuenta que el propio Homero le dijo a Nonino: “El pibe tiene talento y, aunque aún conservaba cierto ‘estilo americano’, ya era un ‘tanguero de alma’“. Así, fortaleció su vínculo con el instrumento que más tarde dominaría como nadie.

Decidido a profundizar en el tango, Astor estudió con Luis Savastano, destacado pianista marplatense. Con él, el joven músico comenzó a experimentar el verdadero amor por la música ciudadana. Las primeras notas del tango resonaron en el estudio del maestro, ubicado en Rivadavia 3431, cerca de la calle Jujuy.

 

Fachada de Rivadavia 3431. Estudio de Luis Savastano.

 

Sin embargo, las dificultades económicas seguían presentes. Los ecos de la crisis financiera fueron globales y llevaron nuevamente a los Piazzolla a probar suerte en Nueva York. Allí, Astor continuó perfeccionándose y, en esa etapa, vivió el famoso encuentro con Carlos Gardel en la película El día que me quieras, donde interpretó a un pequeño diariero. Fue también el momento en que rechazó la invitación de Gardel a sumarse a su gira, lo que evitó que estuviera en el fatídico accidente aéreo en el que moriría el Zorzal Criollo.

En 1937, la familia Piazzolla regresó definitivamente a Mar del Plata y se instaló en Alberti 1561. Allí también adquirieron el local contiguo, de Alberti 1555, donde abrieron una nueva bicicletería, la Casa Piazzolla, y un bar llamado New York, lugar en el que Astor realizó sus primeras presentaciones musicales.

No pasó mucho tiempo hasta que, con su bandoneón, Astor comenzó a formar parte de conjuntos como los Ases del Ritmo y la Orquesta Típica de Luis Savastano. Su presentación con esta última marcó un hito en su carrera, ya que a partir de allí decidió emprender su viaje a Buenos Aires.

 

La insólita intervención en la que fue casa de Piazzolla denunciado por el diario Mendoza Online.

 

El joven músico también se presentó con su Quinteto Azul en la confitería Porta del Espigón del muelle de los pescadores, en Luro y la costa. Fue entonces cuando conoció a Miguel Caló y Héctor Stamponi, quienes lo animaron a seguir sus sueños.

El llamado de la música ya era más fuerte. En 1938, con apenas 18 años, 200 pesos en el bolsillo, una valija y su inseparable bandoneón, Astor dejó Mar del Plata para conquistar Buenos Aires, donde comenzaría la carrera que lo transformaría en un revolucionario del tango y de la música moderna.

Finalmente, como último mojón en la ciudad, desde 2011 una escultura de bronce a tamaño real, creada por Carlos Benavidez, lo recuerda en la Plaza del Milenio (Buenos Aires y Belgrano). Una placa lo define como: “Astor Piazzolla, hijo dilecto de Mar del Plata y músico universal“.

Hoy, recorrer Mar del Plata es seguir las huellas de un artista que transformó el tango en algo más grande y universal. Piazzolla es mucho más que un nombre: es la esencia de una ciudad, un estilo y una idea de la música que jamás dejará de resonar.