La tecnología de los cazas ‘invisibles’ del futuro de EEUU está años por detrás de la China

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Un equipo de investigadores chino afirma que la tecnología de su próxima generación de aviones de combate va años por delante de la de EEUU. Los científicos han publicado un estudio en el que analizan un revolucionario sistema de control de aeronaves más eficiente que permite que operen tanto en el aire como debajo del agua. La nueva tecnología china ya se probó en vuelo hace cuatro años, mientras que su equivalente estadounidense está todavía en fase de desarrollo y se le espera para el verano de este año.

 

La gran novedad que traerán los aviones de combate de sexta generación es su capacidad para hacerse invisibles a los radares enemigos. EEUU lleva años trabajando en el diseño de estos sistemas avanzados para eliminar las superficies de control tradicionales (timones, alerones y aletas de cola) y eliminar los reflejos de radar y firmas térmicas. Pero los retrasos en su desarrollo, los problemas presupuestarios y la velocidad supersónica a la que avanzan las formas de hacer la guerra en el aire han hecho que surjan importantes dudas en el Pentágono que lo tienen bloqueado. En China, mientras tanto, sí se ven avances. Aunque, como es habitual en Pekín, rodeados de un gran secretismo. Hace pocos meses, sorprendieron al mundo al dejar que se vean en el aire dos de sus nuevos aviones con unas características propias de las aeronaves de combate de sexta generación. Anteayer, uno de ellos volvió a aparecer, aunque por el momento el gobierno chino sigue sin dar explicaciones precisas de lo que es.

No sabemos cómo está de adelantado en realidad el programa de aviones de sexta generación chino. EEUU también hizo volar uno de sus prototipos más avanzados, pero, por lo que sabemos, todavía sigue en desarrollo. Sin embargo, los investigadores de la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa (NUDT) de China aseguran tener pruebas de su ventaja en esta carrera por el avión del futuro.

Controlador de vuelo revolucionario

El trabajo del equipo, del que ha informado el South China Morning Post, analiza una de las claves del avance de su tecnología: haber probado en vuelo su controlador de “doble chorro sintético” (DSJ), un revolucionario sistema de control activo del flujo (AFC) nunca visto hasta ahora que es mucho más eficiente, puede funcionar también en el agua y reduce aún más la huella de radar del avión.

 

El AFC es una tecnología avanzada en ingeniería aeroespacial que permite modificar el comportamiento del flujo de aire sobre una aeronave sin necesidad de utilizar partes móviles. El DSJ es un tipo de AFC que, según los investigadores, puede generar una corriente de aire haciendo vibrar placas cerámicas situadas en compartimentos montados en las alas. Su diseño de tobera de tres flujos sin partes móviles en el escape permite que el avión pueda cambiar de rumbo rápidamente y en cualquier dirección.

placeholderIlustración del avión experimental X-65 CRANE. (DARPA)
Ilustración del avión experimental X-65 CRANE. (DARPA)

El equipo asegura que los primeros drones chinos controlados por DSJ volaron ya en 2021. En 2023, los ingenieros del NUDT lo probaron con éxito en un dron de ala volante. Y en 2024, Pekín vio la ventaja que supondría esta tecnología y creó el Comité de Control de Flujo y Gestión Térmica con el objetivo de acelerar la aplicación de la nueva tecnología de la mano de científicos y empresas estatales.

Estancamiento de EEUU

Los investigadores comparan su éxito con el DSJ con el estancamiento del programa X-65 de DARPA, la agencia de proyectos de investigación avanzados de Defensa de EEUU. El X-65 será un avión experimental diseñado para probar distintas tecnologías AFC. Aunque, en teoría, podría llevar DSJ, también puede usar otros métodos para alcanzar el mismo resultado.

 

El X-65 está creado bajo el programa CRANE (Control of Revolutionary Aircraft with Novel Effectors). Según las especificaciones del proyecto, sería un avión no tripulado con una envergadura de 9,14 metros, un peso superior a 3.175 kilogramos y una velocidad máxima de aproximadamente 864 km/h.

 

Su construcción arrancó en enero de 2024 y su primer vuelo está previsto para este mismo verano. Habrá que esperar hasta entonces para saber si los investigadores chinos están en lo cierto o EEUU está corriendo más rápido de lo que creen.