El acting de Villarruel una semana después de la represión en el Congreso

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Apenas una semana después de declarar que los jubilados tenían derecho a “ejercer la democracia” y de condenar la represión ordenada por Patricia BullrichVictoria Villarruel volvió a la escena, pero con otro libreto. Este miércoles se acercó al Congreso y saludó, uno por uno, a los policías que participaban del operativo represivo. Entre escudos, uniformes y móviles policiales, la vicepresidenta felicitó a las fuerzas desplegadas, en una postal que desdijo cada palabra de su discurso anterior y dejó en evidencia el doble estándar con el que el Gobierno mide el derecho a la protesta.

No fue un gesto improvisado. La presencia masiva de efectivos —reforzada por los pagos extra que habilitó Patricia Bullrich— convirtió las inmediaciones del Parlamento en una zona de exclusión.

Villarruel llegó sin apuro, se detuvo a conversar con los uniformados, los miró a los ojos, les dio la mano. No parecía la misma que, horas antes, había dicho que “la violencia no es una herramienta válida” y que “todo debe resolverse en democracia”.

Un acting en cuotas

Desde que se sentó en el sillón de la vicepresidencia, Villarruel ensaya un papel que cambia de libreto según la escena. A veces desafía a Milei, a veces se refugia en el Senado como si fuera su bastión personal, y otras juega a ser la sensata del elenco. La represión frente al Congreso le ofreció un nuevo capítulo para esa coreografía: condenó la violencia, pidió intervención judicial y hasta dijo que la protesta fue un “ejercicio democrático”. Un giro dramático para quien, hasta hace poco, se paseaba con Cecilia Pando pidiendo la libertad de los genocidas.

“Simplemente creo que es el ejercicio de la democracia”, lanzó, como si no tuviera archivo. Pero no pasó mucho tiempo hasta que el personaje volvió a su versión original. “La violencia en las manifestaciones siempre debe ser reprimida por las fuerzas del orden”, aclaró, con esa voz entre pedagógica y autoritaria que ya se volvió su marca registrada.

Villarruel, la institucionalidad a conveniencia

La pose moderada nunca le dura demasiado. La vicepresidenta intenta mostrarse como una figura institucional, sensata, casi republicana. Pero su historia la delata: organizó homenajes a represores, pidió reabrir causas contra militantes de los años 70 y lleva años militando la teoría de los “dos demonios”.

Su concepto de democracia, a fin de cuentas, siempre parece venir con uniforme, escudo y balas de goma.