Los sectores del poder observan, por primera vez desde que Javier Milei es Presidente, que el Gobierno empezó a mostrar debilidades en diferentes frentes. Y en todos a la vez. Es que, en paralelo a la represión de Patricia Bullrich a jubilados, el clima social se tensó y el Fondo Monetario (FMI) -que es salvavidas último del Ejecutivo- puso en duda la consolidación de la paz social en medio del ajuste y los inversores hasta analizan el desarme de posiciones en pesos para ir al dólar, en medio de las tensiones de una brecha que resiste a fuerza de reservas quemadas.
Toda una situación que cayó, además, en un momento en el cual la desinflación parece haberse detenido y la crisis de los ingresos, empeorado. Una crisis que, según un informe privado, no sólo afecta a salarios sino también a jubilaciones y hasta ayuda social, explicando por qué el consumo básico sigue demolido y sin solución en el corto plazo.
Las primeras luces amarillas, la semana pasada, se encendieron en las oficinas que el FMI tiene en un edificio en la intersección de las calles Marcelo T. de Alvear y Cerrito, frente a la Plaza Libertad. Max Alier, que reemplazó a Ben Kelmanson como responsable de la oficina permanente de organismo en Buenos Aires, envió a Washington sensaciones de “cuidado” luego del fallido operativo del Gobierno en la marcha de jubilados, que terminó con heridos de extrema gravedad, caos en la calle y la idea de que Bullrich no estaba en control. Hasta ese día, el FMI venía diagnosticando a un gobierno con estabilidad social al ajuste y mirando encuestas que lo posicionaban bien de cara a octubre. Pero ahora creen que el evento puede repetirse, incluso cuando el DNU de Milei del acuerdo con el Fondo vaya al Parlamento. Hecho que coincidirá, este miércoles, con al marcha de jubilados apoyada por gremios. Para el FMI, se quebró la paz social y falta ver cómo reaccionará el poder político.
Los mercados y la bomba Vicentín
Desde esas oficinas, además, se monitoreó la reacción de los mercados no sólo al hecho de miércoles, sino a la demora que los de Kristalina Georgieva le imprimen a un acuerdo que precisa, ya mismo, de fondos frescos. La divisa estadounidense empezó a moverse y hay muchos inversores pensando en salir del carry trade para irse al dólar. Si eso pasa, hay riesgos altos. Un caso: en la exportación de granos hay unos 2500 millones de dólares en anticipos contra compra de granos. Sólo el desarme de esas posiciones en pesos podría generar un sacudón. En Casa Rosada, sin embargo, lo minimizan: “hoy no es un problema”, dijeron fuentes oficiales.
Mientras tanto, varios informes de consultoras de la City avisan que el FMI quiere devaluación y que los fondos de libre disponibilidad que enviará no serán mayores a 5000 millones de dólares. Una de ellas, 1816, de las más leídas, advirtió que el Gobierno piensa en un nuevo esquema cambiario.
Como se ve, el Gobierno no parece estar holgado, pero puede tener todavía más sorpresas que agiten el avispero social, político y económico. Todo eso es la aceitera Vicentín, que según supo este diario, podría dejar de pagar salarios a fin de mes porque la familia dueña asegura haberse quedado sin plata. Eso paralizaría los puertos en un conflicto sin fin. Hasta ahora, pagaron el 50 por ciento los salarios en dos veces a los 1300 empleados que tienen en tres plantas. Es que los contratos de molienda se acabaron en marzo y no hay más dinero porque el juez de la quiebra abrió una chance de cramdown, competencia directa de activos, que tiene riesgos de terminar en una quiebra. La empresa es la segunda más grande detrás de Renova y produce entre el 7 y 9 por ciento de todo el grano mensual. Cuentan los que saben que esa producción es reemplazable, pero los 1300 trabajadores son difíciles de reubicar. El problema más serio, aquí, es que Milei no se hace cargo y afirma que “es un problema de Pullaro”, el gobernador de Santa Fe. El Gobierno tiene allí otro conflicto que lo puede dañar, pero no tiene enviados para contener la crisis.
Los ingresos explican la crisis
El fin de semana, luego del 2,4 por ciento de inflación de febrero que reportó el INDEC, sorprendió a todos un dato demoledor: el consumo masivo, medido por la consultora Scentia, cayó casi 10 puntos interanual en febrero, comparado ya con una baja del 4 por ciento de igual mes del 2024. Javier Milei quedó, de este modo, como el primer presidente en la historia en hilar 14 meses seguidos con el consumo en rojo. El fenómeno se explica en tres puntos: por un lado, precios que en pesos quedaron altísimos post devaluación del 2023 y luego subieron, por lo menos, igual que la inflación; los tarifazos y costos fijos que hasta triplicaron la inflación y una política salarial negativa con líneas bajadas desde el propio Gobierno.
Un informe de la consultora C-P al que accedió refleja que no sólo los ingresos privados o estatales se frenaron y empezaron a perder, sino que a eso hay que sumarle la licuación del bono a jubilados y la caída en la ayuda estatal, que aún duplicando el valor de la AUH no logra superar la inflación. Precisamente, este cóctel afecta a los sectores medios, medios altos y bajos, que son los que explican el 80 por ciento del consumo masivo en la Argentina.
El trabajo detalla que en enero, el promedio de paritarias “registró una caída del poder adquisitivo, luego de meses de recuperación. Este resultado es explicado por una desaceleración en los salarios negociados (que pasaron de 2,8% a 1,8% en apenas un mes) a pesar de la baja en la inflación mensual (de 2,7% a 2,2%). El salario promedio negociado sigue 2,9% debajo de noviembre del 2023”.
Asimismo, agregan que “la dinámica salarial viene empeorando. Todos los indicadores muestran, al menos, una ralentización de la recuperación desde noviembre. Diciembre muestra estancamiento en convenios y el IS del INDEC y caída en el RIPTE. Llama la atención la dinámica del SIPA, con un crecimiento real, aunque más lento que los meses anteriores. Con una recuperación salarial basada en la desinflación y pautas salariales decrecientes, este resultado es esperable. El anticipo de febrero de muestra una intensificación de la caída real, por más inflación y desaceleración de las negociaciones salariales”.
Lo interesante aquí es que este efecto que señala el trabajo de la consultora de Federico Pastrana y Pablo Moldován es por decisión del Gobierno. Este diario contó meses atrás que el ministro de Economía, Luis Caputo, les pidió a empresarios y sindicatos una paritaria no mayor al 1,8 en enero, 1,5 en febrero y 1 en marzo, que son precisamente los números en los que se cerraron las últimas negociaciones salariales. Marzo, que todavía no cerró, no será la excepción porque ya hay algunas consultoras (por caso Equilibra, de Martín Rapetti) que proyectan un IPC incluso mayor al de febrero.
El informe de C-P, además, precisa que “durante diciembre los salarios del sector público tuvieron una mejora nominal del 1,7% muy por debajo de la inflación que fue del 2,7%. Fue la primera caída real desde junio. Mientras los salarios del sector privado registrado ya retornaron al nivel de noviembre, los del sector público se encuentran lejos (15% real por debajo de noviembre del 2023”.
Los pobres y jubilados tampoco consumen
El informe de C-P agrega, también, que los jubilados y los más pobres consumen mucho menos porque sus ingresos están igual de deprimidos que los salarios. Incluso con la recomposición que hubo de la AUH.
En enero el Índice de Ayuda Estatal cayó un 1,% real en comparación con diciembre y se ubica 22% debajo de noviembre-23, detallan. Y agregan que, para febrero, se estima que continue este deterioro que se explica por la caída de la Tarjeta alimentar cuyo monto se encuentra congelado desde junio y el programa Volver al trabajo, congelado desde enero del 23. “La duplicación de la AUH y posterior indexación no llega a compensar la pérdida en el resto de las políticas”, concluyeron.
“La jubilación mínima cayó un 0,3% en enero y continúa el efecto de licuación del bono (congelado desde marzo)”, explicaron. Asimismo, destacaron que “la comparación interanual en enero mostró la primera mejora en 15 meses, sin embargo, el nivel fue un 20% menor al de 2020 y en términos históricos (salvando el año pasado) es el nivel más bajo de los últimos 20 años”. Para febrero se espera una nueva caída.