Neandertales y sapiens compartieron tecnología y rituales en Oriente Próximo

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La coexistencia entre neandertales y Homo sapiens es objeto de debate científico desde que se comprobó que ambas especies vivieron en las mismas áreas, en ocasiones en los mismos lugares de asentamiento, durante un lapso de varios miles de años. ¿Compartían espacio o se alternaban en su uso? ¿Convivieron o compitieron por los recursos? ¿O ambas cosas? Las excavaciones de la cueva de Tinshemet, situada en Israel, aportan nueva información sobre estas interacciones durante el Paleolítico Medio en Oriente Próximo. La investigación, publicada en ‘Nature Human Behaviour’, presenta pruebas convincentes de que los neandertales y los Homo sapiens de la región no solo coexistieron, sino que también compartieron aspectos de la vida cotidiana, la tecnología y las costumbres funerarias. Estos hallazgos subrayan la complejidad de sus interacciones y apuntan a una relación más estrecha entre ambas especies humanas de lo que se suponía hasta ahora.

La cueva de Tinshemet se abre en la cara occidental de una colina al este de Shoham, una ciudad que está a mitad de camino entre Tel Aviv y Jerusalén. La cavidad fue documentada por primera vez en 1942 por el arqueólogo de origen ruso Moshe Stekelis, que identificó en la estratigrafía del yacimiento niveles del Paleolítico Medio y Superior. A partir de 2016, las excavaciones se han concentrado en tres áreas en las que se han extraído útiles de sílex fechados exclusivamente en el Paleolítico Medio, periodo cuya cronología se ha establecido para la región desde hace 130.000 a 30.000 años, aproximadamente.

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La cueva de Tinshemet durante su excavación. Yossi Zaidner

El yacimiento es notable por la riqueza de sus hallazgos arqueológicos y antropológicos, entre los que destacan varios enterramientos humanos del mismo periodo. La excavación en curso desde 2017 está dirigida por el profesor Yossi Zaidner, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el profesor Israel Hershkovitz, de la Universidad de Tel Aviv, y la doctora Marion Prévost, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Precisamente uno de los principales objetivos del equipo de investigación es determinar la naturaleza de las relaciones entre Homo sapiens y neandertales en la región.

Prévost destaca la singular posición geográfica de la región como encrucijada para los diferentes grupos humanos en movimiento. «Durante la mitad del Paleolítico medio, las mejorías del clima aumentaron la capacidad de carga de la región», esto es, la cantidad máxima de individuos en una población que el hábitat de la zona puede soportar conforme a sus recursos, »lo que condujo a la expansión demográfica y a la intensificación del contacto entre diferentes tipos de Homo». Este nuevo estudio sostiene que diferentes grupos humanos, incluidos neandertales, preneandertales y Homo sapiens, mantuvieron aquí interacciones significativas, intercambios que facilitaron la transmisión de conocimientos y condujeron a la progresiva homogeneización cultural de las poblaciones.

La investigación sugiere que estas interacciones estimularon la complejidad social y las innovaciones en el comportamiento. Por ejemplo, las costumbres funerarias formales «empezaron a aparecer hace unos 110.000 años en Oriente próximo, en esta región, por primera vez en todo el mundo, probablemente como resultado de la intensificación de las interacciones sociales».

Preguntas intrigantes

Un descubrimiento «sorprendente» de la cueva de Tinshemet es el amplio uso de pigmentos minerales, sobre todo ocre, que podrían haberse utilizado para decorar el cuerpo. Esta práctica «pudo haber servido para definir identidades sociales y distinciones entre grupos», según mantiene el estudio.

La agrupación de enterramientos humanos en la cueva de Tinshemet plantea preguntas intrigantes sobre su papel en la sociedad del Paleolítico medio. ¿Podría haber funcionado como cementerio? De ser así, esto sugeriría la presencia de rituales compartidos y fuertes lazos comunitarios entre los diferentes grupos de especies distintas. La presencia de artefactos significativos -como útiles de piedra, huesos de animales y trozos de ocre- en las fosas funerarias «podría ser un indicio más de las primeras creencias en el más allá», según mantienen los autores del artículo.

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Útil de sílex de la cueva de Tinshemet fabricado con tecnología compartida por Homo sapiens y neandertales. Marion Prévost

Yossi Zaidner describe la región como un «crisol» en el que diferentes grupos humanos se conocieron, interactuaron y evolucionaron juntos. «Nuestros datos demuestran que las conexiones humanas y las interacciones entre poblaciones han sido fundamentales para impulsar las innovaciones culturales y tecnológicas a lo largo de la historia», explica. Por su parte, Israel Hershkovitz añade que la interconexión de los estilos de vida entre los diversos grupos humanos del Levante mediterráneo sugiere profundas relaciones y estrategias de adaptación compartidas. «Estos hallazgos pintan un cuadro de interacciones dinámicas moldeadas tanto por la cooperación como por la competencia». Estos hallazgos sugieren que «las conexiones humanas, más que el aislamiento, fueron los motores clave de los avances tecnológicos y culturales».