“El camino sigiloso”, lo nuevo de Paula Shocron Encuentro de música y palabras

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Primero fue la palabra. Textos surgidos en épocas de pandemia casi como formas de desahogo, sin destino preciso. Después llegó la idea de la organización musical en torno a la palabra, la elección de instrumentos, el trabajo en estudio de grabación, la recomposición. La obra y el torrente de imágenes que del encuentro entre palabra y música se desprenden en cada escucha. Paula Shocron publicó hace unos meses El camino sigiloso, un trabajo complejo, que es más que la marcha sugestiva a través de paisajes sonoros, palabras y significantes poéticos.

Comprometida desde hace mucho y de distintas maneras con la experimentación sonora y los cruces interdisciplinarios, la compositora y pianista elabora en su nuevo trabajo una trama que desde la palabra remonta un universo sonoro personal, monta y desmonta sentidos, sugiere caminos. Después de experiencias como Los vínculos (2018), Agua (2021), Algo en un espacio vacío (2021) –junto al baterista Pablo Díaz– y Nuestra historia nuestro fuego (2022) –un trabajo audiovisual realizado junto a Leonor Falcón– Shocron prolonga su búsqueda. En El camino sigiloso hay algo de regreso a la canción, no tanto por la palabra, siempre recitada, cuanto por cierta fluidez expresiva que el encuentro de texto y música habilita. Y más allá de los rótulos y la referencia de los géneros establecidos, hay también un gusto por el sonido como materia, por la indagación sobre los instrumentos y por el apropiado empleo de sonidos naturales, además de la constante insinuación de movimiento, veladas formas de danza.

El camino sigiloso toma su nombre de la frase inicial de ‘Neurosis’, uno de los momentos centrales del trabajo”, comenta Shocron en diálogo con Página/12. “Sentí que ahí se expresaba todo un sentido, porque empieza ese ‘camino sigiloso’ que a medida que transcurre se vuelve una especie de caos de palabras que no tienen que ver ninguna con la otra pero siguen unidas. Me pareció que esa frase de alguna manera resumía el espíritu de la obra. Está lo sigiloso, en el sentido de cuidadoso, de un trabajo hecho con tiempo, con muchas capas, con mucho proceso, con mucha detención en cada momento. Pero a la vez está lo caótico, las cosas que de pronto se escapan del control”, dice la compositora.

“Invierno”, “Planta”, “Orquesta”, antes de “Neurosis”, y “Mutación” y “Nosotras”, después, articulan otro excelente trabajo conceptual de Shocron, del que participan Sara Lizola Fedullo en violín, Félix Valentín Nieto Martínez en viola, Juan Ignacio Ferreras en violoncello, Brune La Cava en contrabajo. Están además Camila Nebbia que recita en “Orquesta” y Candelaria Molina Zavalía que toca guitarra en “Nosotras”. Cuerdas, piano y sutilísimos efectos sostienen la elasticidad de la palabra en prosa. El camino sigiloso se puede escuchar en las plataformas. Incluso, través de Bandcamp se puede acceder a la edición con ilustraciones que completan el sentido de la obra.

“Supongo que escribir fue parte de las cosas que hicimos muchas personas en el momento del encierro, con toda aquella incertidumbre”, reflexiona Shocron. “No lo hice pensando en un trabajo posterior. Pero más tarde, revisando lo que había escrito, empecé a imaginarme algunos de esos textos como escenas audiovisuales”, recuerda. “Pero lo cinematográfico se fue pinchando y fue ahí cuando sentí que este mundo se podía recrear desde lo sonoro, los textos podían ser como una especie de guiones para una música. Entonces, ya con los textos ordenados, me puse a pensar la música y cada pieza como una escena”, cuenta la compositora.

– ¿Las escenas articulan un relato?

– Hay un correlato y algo que ordena cada pieza en el tiempo y le da sentido en su ordenamiento, pero también sucede que cada uno de los textos es como una pequeña escena independiente de la otra. Del vínculo que se había establecido entre la música y los textos, me di cuenta cuando estaba terminando el trabajo. Ahí advertí que cada cosa que yo hice a nivel sonoro estuvo completamente guiada por las palabras.

– En el texto que introduce el disco, Macarena Aguilar Tau habla de “Fonografías de vida”. ¿Cómo funcionan la vivencia y la memoria en esta música?

– Todo está entramadísimo con vivencias y subjetividades. Cada palabra, cada parte de los textos remite a lugares de la memoria. El hecho de elegir una palabra y no otra tiene que ver con una memoria. La palabra puso en evidencia más literalmente muchas cosas de la subjetividad que por ahí en la música pueden estar un poco más abstractas o más vagas.

– ¿Cómo manejaste esa subjetividad en un proceso creativo colectivo?

 

– Hay momentos de la obra en los que lo importante es la escritura y otros en los que hay más improvisación, aporte de los intérpretes. “Orquesta”, por ejemplo, fue la única pieza con el ensamble completo y prácticamente se improvisó en el estudio. La obra fue ensayada, conversada, y yo dirigí y tomé decisiones sobre cómo emparejar determinados instrumentos entre sí, cómo articular las diferentes combinaciones. Fue como una especie de improvisación con pautas en vivo y fue muy divertido. En temas como “Invierno” y “Mutación”, todo está escrito y en general después hay un trabajo de estudio, de postproducción. Eso en “Nosotras” me permitió manipular fragmentos de las otras piezas, como si fuesen recuerdos de todo lo que ya ocurrió. Los textos, el sonido en todo su proceso, el guion que al final le dio coherencia a la obra.