Dina Sánchez: “Estas políticas hambreadoras, saqueadoras, vuelven a golpear fuertemente a las mujeres pobres, negras, migrantes”

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Dina Sánchez se reconoce como una mujer afrodescendiente, migrante y trabajadora de la economía popular. Llegó a Argentina desde Perú en su adolescencia, siguiendo el camino de su madre, y desde entonces ha construido su vida entre el conurbano bonaerense y la Ciudad de Buenos Aires. Su historia está marcada por la lucha y la resistencia: encontró en el Frente Darío Santillán un espacio de contención y militancia, donde comenzó a organizarse contra el narcotráfico y la violencia en los barrios populares. Con el tiempo, su compromiso la llevó a convertirse en una referente en la defensa de los derechos de los sectores más empobrecidos, tanto en los conflictos habitacionales como en la organización sindical. Terminó la secundaria en un bachillerato popular y avanzó en su formación en Economía Social y Solidaria en la Universidad de Quilmes. Hoy es Secretaria General Adjunta de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y una de las principales voces del sindicalismo popular en Argentina, una referencia clave para cientos de trabajadores que luchan por condiciones de vida dignas.

A poco más de un año del gobierno de los hermanos Milei, ¿qué diagnóstico hacés en términos de derechos para las mujeres, los trabajadores y los sectores populares?

La verdad que el análisis que hago y que venimos haciendo desde nuestro sector como trabajadoras de la economía popular, mujeres, migrantes, porque resaltemos siempre que dentro de las organizaciones la mayoría somos mujeres, negras, migrantes, venimos en un retroceso bastante fuerte. Desde ese 10 de diciembre de 2023 para acá, hubo un avance sobre nuestro sector muy duro; no solamente amenazando a quienes salimos a protestar para defender nuestros derechos y el avance que se vino haciendo en todos estos años, sino también el reconocimiento de nuestro sector como trabajadoras de la economía popular y de ese feminismo popular que venimos construyendo desde el territorio y desde las realidades que nos toca atravesar a muchas mujeres, no para competir con el feminismo blanco tradicional sino para poner sobre la mesa discusiones que eran abstractas, o que se hablaban desde los feminismos blancos tradicionales sin conocer realidades muy específicas de los territorios.

¿De qué manera las políticas del gobierno han impactado en la vida y el trabajo de las mujeres de la economía popular y en los barrios populares?

Por ejemplo, un retroceso fuerte sobre nuestro sector tuvo que ver con dos medidas que conquistamos allá por el 2010, cuando gobernaba el macrismo incluso. Fue la Ley de Emergencia Social, que la construimos y la trabajamos de manera conjunta con muchos sectores, y que se pudo aprobar. A través de esa ley conquistamos el Salario Social Complementario, que a muchos no les gustará pero para nosotras significó un avance importante en el reconocimiento de nuestro sector y nuestro trabajo. Porque es un trabajo que se ha romantizado, pero sigue siendo trabajo. Y es un sector que está presente incluso donde muchas veces el Estado no llega.

Hoy en día ese programa está congelado en 79 mil pesos, que no soluciona absolutamente nada. Tampoco se solucionaba antes, pero al menos nuestras cooperativas funcionaban correctamente y el salario social era un complemento. Bueno, se desarmó el Salario Social Complementario, avanzaron sobre nuestras cooperativas, allanaron nuestros espacios y han desarmado todo ese trabajo.

Por otro lado, también la Ley de Integración Socio Urbana, que permitió mejoras en nuestros barrios, nos permitió trabajar a las mujeres de la economía popular, a nuestras vecinas, a nuestras compañeras. Nos permitió, incluso, generar trabajo dentro de nuestros otros espacios. Por ejemplo, en el polo textil fabricamos la ropa, las compañeras de gastronomía hacían la comida. También como mujeres nos permitió tener un certificado, vos sabés que aparte de ser mujeres negras, migrantes, también nos toca vivir en barrios populares. En la villa, por ejemplo, donde muchas veces no tenemos ni siquiera un certificado que nos permita decir es nuestra casa, es nuestro espacio. Esa ley permitió que muchas de nosotras, porque los certificados de vivienda salían a nombre de las mujeres, podamos acceder a una platita. En nuestros barrios vivimos muchas veces las familias hacinadas y está el pibe que, te cumple 12 años y te dice, -Yo quiero tener un poco de privacidad- Entonces mejorar la pieza del pibe o hacer una piecita más, agrandar, ver cómo mejoramos, incluso instalaciones eléctricas, instalaciones de agua… muchas veces en nuestros barrios es muy precaria la vivienda… en realidad tenemos mucha precariedad en nuestra vida y creo que desde diciembre de 2023 el gobierno avanzó fuertemente sobre nuestro sector.

Nos han juzgado por nuestro método de lucha pero esos métodos de lucha han venido siempre acompañados con propuestas. Propuestas que pueden gustar menos, pueden gustar más, propuestas que se pueden discutir, propuestas que por ahí tendríamos que haber defendido con más insistencia, pero bueno, estamos en un contexto muy difícil, donde desde la UTEP venimos levantando con mucho más fuerza la bandera de la unidad, de la solidaridad, de dejar de mirarnos el ombligo y de empezar a construir un proyecto de conjunto que abrace al pueblo y sobre todo que abrace a estas mujeres. Estas políticas hambreadoras, saqueadoras, vuelven a golpear fuertemente a estas mujeres pobres, negras, migrantes, que viven en barrios populares, que vivimos en la villa. Estas políticas realmente están haciendo un desastre.

Me gustaría que profundices en la idea del rol que juegan los planes sociales, porque existe un discurso, tanto de adversarios como de propios, sobre que “los planes no son trabajo” o que “no hay contraprestación a cambio”.

Yo voy a resaltar, ya que me das este espacio, que han habido muchos errores de los propios y de los ajenos para que hoy lleguemos a un 2025 con Milei y con todo su gabinete gobernando. Cuando hablamos de errores de los propios, lo digo con mucha tristeza, pero todos y todas tenemos que hacernos cargo de esa batalla cultural que perdimos y que dejamos que se instale un discurso de odio, un “sálvese quien pueda”, un individualismo feroz, y el mito de que el gran problema en la Argentina son los mal llamados planes sociales. Justo hoy hablaba con un amigo peruano que migró hace menos de medio año a Estados Unidos y me decía “no, pero el problema son los planeros”. Y me indigna porque migrar no es fácil. Mi madre migró conmigo a los 15 años buscando una mejor calidad de vida. Nos costó un montón dar estas discusiones en organizaciones porque normalizamos y naturalizamos lo que nos pasa desde hace décadas.

Dina Sánchez como oradora en un acto de la UTEP. Imagen: Nicolás Parodi.

¿Creés que hay más conciencia hoy de la informalidad y la precarización de los trabajos de cuidado?

Creo que la pandemia fue un cachetazo de realidad para muchos. Se vio la cantidad de personas en la informalidad y que la economía popular no es una invención de ahora sino una forma de trabajo que siempre ha existido. Mi mamá fue trabajadora de la economía popular toda su vida y hoy, con 64 años, no se puede jubilar. Y la señalan y le dicen “nunca aportaste”. Pero yo la vi rompiéndose el lomo toda la vida. La pandemia dejó al descubierto un sector de la informalidad que viene creciendo, a diferencia del sector asalariado tanto público como privado. La informalidad viene creciendo mucho. Por otro lado, pone al descubierto a los trabajos de cuidados que son realizados en su gran mayoría por mujeres. Y te vuelvo a repetir, no para ponerme en un lugar de víctima, porque creo que ese lugar de víctima muchas de nosotras ya lo dejamos atrás, nosotras ahora discutimos pero desde un lugar de sujetas políticas y vamos a discutir las realidades que nos toca vivir todos los días. Te decía, entonces, la pandemia dejó al descubierto los trabajos de cuidados, que han sido muy romantizados toda la vida. Veníamos avanzando en dar esa discusión y claramente hoy nos encuentra a muchas de nosotras peleando. Primero por alimento, para que ese alimento llegue a los comedores y que no se pudra en los galpones; también por útiles escolares; hoy nuestros pibes están cooptados por el narcotráfico, nuestros pibes están consumidos por la droga. Eso es triste porque a muchas de nosotras nos ha tocado vivir esa realidad y sabemos que solo hay dos salidas, o nuestros pibes en cana o nuestros pibes en un cementerio. Es una realidad que nos duele.

Muchas de nosotras llegamos con una historia a nuestras organizaciones y, hoy, esa historia se repite con mucho más fuerza. Sin embargo, yo prendo la tele y veo que el sector político vive en Narnia, están discutiendo cargos, no discuten las realidades. Y lo único que escucho en los medios hegemónicos es encerremos a los pibes desde los 10, 12 años. Entonces me vuelvo a cuestionar, -Che, acá algo está fallando-. Tenemos que parar la pelota y tenemos que empezar a discutir no solamente un programa que permita sacar a La Libertad Avanza y no solamente con un programa que enamore, sino un programa que nos contenga a todos, a todas, fundamentalmente a ese pueblo que la está pasando mal. Y te estoy hablando de las mujeres, de las diversidades, de las niñeces, de nuestros jubilados que nos acaban de cagar a palos nuevamente frente al Congreso. Tenemos que empezar a dar debates también que tengan que ver con -Cómo llegamos hasta acá-, cómo llega la Argentina nuevamente a ser el patio trasero de Estados Unidos y que hoy nuestra economía y nuestro futuro están en manos del FMI.

Pensando en estrategias a futuro, ¿cuál es el rol de los movimientos sociales y de la economía popular en la construcción de una alternativa?

Tenemos que empezar a dar discusiones serias. La economía popular llegó para quedarse, no porque queramos que toda la gente trabaje de manera autogestiva sino porque es una realidad en la Argentina. El trabajo asalariado formal está en retroceso y la economía popular es la respuesta que muchas encontramos para generar nuestros ingresos. Desde la UTEP venimos insistiendo en que el movimiento obrero tiene que reconocer esto y que debemos construir unidad.

Por ejemplo, el 13 de marzo vamos a hacer el Primer Congreso de la UTEP después de nuestras elecciones. Nuestro objetivo es que, en algún momento, la CGT pueda integrar a la UTEP como parte del sindicalismo tradicional. No para competir sino para discutir las realidades del mundo del trabajo de hoy. Hay que consolidar la unidad de todo el movimiento obrero porque la única salida es colectiva.