En la explanada frente al edificio de Comodoro Py, donde suelen estacionar jueces, fiscales y camaristas, casi no hubo autos este viernes. En el kiosco del entrepiso, donde al mediodía se arremolinan los empleados judiciales, los pocos que bajaron a buscar un almuerzo ligero circularon con fluidez y volvieron rápido sus despachos. “El doctor no vino”, explicaron los colaboradores de algunos fiscales y magistrados.
En el último día de la semana, la actividad en los tribunales federales de Retiro languidece notoriamente. Muchos jueces llevan los expedientes a casa, se practican “burbujas” y los equipos de trabajo se alternan, todos resabios de la digitalización que la pandemia precipitó en 2020. “Ahora se firma desde la computadora”, explicó un fiscal. “Directamente desde el celular”, agrega un juez desde su casa.
Durante todo el tiempo que duró la atención al público, y un poco más también, la única luz encendida en el juzgado federal de Ariel Lijo se veía a través de las cortinas cerradas de una de las oficinas que da contra el pasillo del tercer piso. “Es la opinión de la Corte”, decían adentro y sin ocultar su resignación, quienes ayer recibieron junto al juez la mala nueva.
Lijo masticó allí el rechazo de la Corte al pedido de licencia que tramitó para no dejar a la intemperie la titularidad que ostenta sobre el Juzgado Federal °4. Pero el viernes, como varios de sus colegas, Lijo no fue a los tribunales y trabajó desde su casa.
No todos, pero buena parte de quienes se desempeñan en la Justicia federal de Comodoro Py comparten la resignación que había hoy en su juzgado. Apostaban a tener a uno de los suyos dentro del máximo tribunal, que suele nutrirse más con académicos que de profesionales con recorrido en la Justicia Federal, se quejaba alguien a quien le hubiera gustado ver a Lijo como cortesano.
“La licencia le correspondía. Se metió lo político”, masculló un juez, 24 horas después, a pesar de ser consciente de todas las resistencias que levantaba su candidatura.
Muchos de esos cuestionamientos responden a que Lijo mantiene “abiertas” o “dormidas”, según a quien se le pregunte, muchas de las causas que tocan terminales sensibles del poder.
“Acá se firman centenares de causas por día”, se defendió a quienes mantenían la luz prendida en el juzgado y la ilusión viva de que sea el Senado quien, eventualmente y de manera definitiva, complete el ascenso de Lijo. Es la alternativa que le queda, luego de que la Corte le negara la posibilidad de poner entre paréntesis la titularidad de su juzgado: cerca suyo repiten que no está dispuesto a renunciar.
La decisión del máximo tribunal, que vino por capítulos, se siguió casi minuto a minuto en la Cámara Nacional de Apelaciones que, tal como adelantó LA NACION, le brindó su apoyo a Lijo arropando su pedido de licencia en su camino a la Corte.
Como existían dudas dentro de la Cámara respecto a qué tribunal debía resolver el pedido, si el de alzada, es decir, ellos, o la Corte Suprema, que suele expedirse en las licencias que superan los 6 meses, los camaristas resolvieron elevar el pedido, pero solo luego de “hacer lugar” a la solicitud de Lijo.
Por eso, en la Cámara hubo cierto alivio cuando comenzó a circular el primer borrador con solo tres de las cuatro firmas de los jueces: a pesar de que la resolución iba en sentido contrario al deseado, el texto no agitaba las aguas ni escondía ningún “palo” contra el tribunal.
El documento terminaría oficializándose entrada la tarde del jueves y sin el aval de Ricardo Lorenzetti, promotor de la candidatura del juez Lijo.
“Fue desprolijo”, se desquitó un juez de la Cámara, en referencia a la primera versión del texto que alguien echó a correr cerca del mediodía.
Otras voces, sin embargo, avalaron la decisión de la Corte. “Está perfecto. Conforme a derecho”, evaluó un fiscal que, no obstante, evitó definirse sobre la candidatura. “Lo que parece claro es que la Cámara actuó fuera de sus facultades”, agregó un detractor del juez Lijo, en alusión a la decisión de la Corte de dejar sin efecto el aval de la Cámara.
“Descomprimió un tema. [La resolución] no le pegó ni al juez [Lijo] ni a la Cámara, y queda Lorenzetti como único perdedor”, reflexionó en reserva alguien que, por costumbre, todavía frecuenta los tribunales los días viernes.