El fallo que sacudió al rugby

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Nueve meses de prisión en suspenso y el pago de 2.000 euros en concepto de indemnización: esa fue la condena que recibió el autor de la entrada violenta, durante un partido escolar el 14 de diciembre de 2022, que dejó a Mathias Dantin, de 17 años, tetrapléjico de por vida. La acción, denominada “tackle catedralicio retardado”, está prohibida en el rugby desde 2006 por el alto riesgo de causar graves lesiones.

El hecho ocurrió en Tarbes, sur de Francia, durante un encuentro organizado por la Unión Nacional de Deportes Escolares (UNSS) entre los equipos del instituto Saint-Pierre de Tarbes y el Notre-Dame de Garaison de Monléon-Magnoac. En medio del partido, el acusado realizó una entrada que, según el tribunal, fue “una acción defensiva agresiva y violenta con la anticipación de que resultaría en daño físico a su oponente”. Desde entonces, Mathias ha perdido la movilidad de sus miembros inferiores y apenas tiene uso parcial de sus brazos.

En un testimonio emitido por France 3 Occitanie, la víctima relató lo sucedido: “En cuanto me pasó, comprendí inmediatamente que había una intención de hacer daño. Como ya había soltado el balón, estaba de espaldas a la defensa, entonces él se me acercó por detrás. Una vez que me tomó por detrás, me levantó a la altura de la cintura, me llevó 3 o 4 metros y entonces fue cuando me arrojó hacia adelante y me empujó al suelo, lo que me golpeó la cabeza primero y me dobló el cuello”.

Producto de ese golpe, Dantin salió de la cancha con dos vértebras cervicales dislocadas y fracturadas, dos arterias dañadas y una médula espinal comprimida. En lo siguiente, el panorama no fue alentador: el joven quedó en silla de ruedas automatizada y totalmente dependiente de la ayuda de un tercero.

“Necesito ayuda las 24 horas del día, no soy nada independiente, es muy complicado. Mi discapacidad es muy difícil en mi vida diaria. Quiero recuperar mi dignidad y que se respete a quienes me rodean por lo que nos han obligado a vivir”, afirmó el joven, quien cumplió 19 años recientemente.

Durante el juicio celebrado en diciembre pasado, el responsable de la jugada expresó su pesar por lo ocurrido: “Desde este accidente, el rugby se acabó para mí”. Aunque pidió disculpas y declaró su admiración por la fortaleza de Mathias, negó que la entrada fuera intencionada.

“Admiro su fuerza y su coraje. Lo siento”, remarcó. Sin embargo, estas disculpas no fueron suficientes para evitar la condena por “violencia con resultado de discapacidad permanente”.

El “tackle catedralicio retardado”, acción por la cual se acusó al agresor, implica voltear cabeza abajo a su rival antes de aplastarlo con su peso después de perder el equilibrio. Todo sucedió después de un scrum en el que Dantin recuperó el balón antes de pasárselo a un compañero, justo antes de ser tackleado. “Quiero que me reconozcan como víctima, no soy un daño colateral”, había pedido en declaraciones recogidas por el diario local L’Équipe.

El tribunal determinó que la condena, además de la compensación económica, no será registrada en el expediente penal del culpable. La fiscalía, que había solicitado una pena de 18 meses de prisión en suspenso, recibió un fallo más leve de lo esperado. La ausencia de ambas partes en la audiencia para el veredicto fue notable. Ni Mathias ni su familia acudieron al tribunal, mientras que tampoco estuvieron presentes los abogados de los involucrados.

La tragedia tuvo un impacto considerable en el rugby escolar de Francia. La UNSS suspendió durante un mes la práctica de este deporte en sus competencias. Mathias, por su parte, ha utilizado su experiencia para hacer un llamado a evitar que situaciones similares se repitan: “Para mí, lo que ha hecho no puede calificarse de tackle, ni siquiera de tackle catedralicio. Es una agresión. Había un deseo de hacer daño, de hacer dolor”, sostuvo.