Con la idea de colocar a Robert Kennedy Jr. como secretario de Salud, Donald Trump da muestras de que el rigor científico no es lo suyo. De hecho, ya lo había demostrado en su primera presidencia, cuando subestimó la pandemia, algo que se pagó con miles de muertes y su derrota en las presidenciales de 2020 ante Joe Biden.
Ya en septiembre de 2020, Robert Redfield, director de los Centros para el Control de Enfermedades había descartado que una vacuna contra el coronavirus pudiera estar disponible antes de mediados de 2021; y llegó a afirmar que los barbijos eran más efectivos para prevenir contagios. Agobiado por las encuestas, Trump contradijo al funcionario.
Pese a ello, unos días antes, Trump se había negado a admitir que los masivos incendios desatados en la costa oeste del país estuviesen vinculados al cambio climático como advierten los científicos. “No creo que la ciencia sepa”, dijo el magnate durante una visita a California, en la que sugirió que “empezará a ponerse más frío”.
Cuando Trump ganó la presidencia por primera vez, en 2016, más de 10 mil mujeres firmaron una carta abierta en la que rechazaron las actitudes sexistas y anticientíficas del republicano y llamaron a identificar y eliminar las desigualdades. “Rechazamos el discurso de odio dado durante las elecciones presidenciales, dirigido a mujeres, LGTB, inmigrantes y personas con discapacidades”, decía la misiva. En otra carta abierta, firmada por el físico Stephen Hawking y treinta premios Nobel, también se criticó el negacionismo del presidente electo.
En aquella campaña, Trump llegó a decir que el cambio climático es un invento de los chinos, que las vacunas provocan autismo o que los inmigrantes propagan enfermedades. Su compañero de fórmula, Mike Pence, destacaba como un negacionista de la teoría de la evolución humana.
En junio de 2017, cinco meses después de haber asumido, Trump anunció la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Y apenas asumido por segunda vez, sacó a su país de la Organización Mundial de la Salud, un gesto imitado por la Argentina de Javier Milei.
El secretario antivacunas
Cuatro años más tarde, un Trump recargado apuesta por el hijo de Bobby Kenendy y sobrino de JFK para secretario de Salud. Kennedy Jr. es un connotado militante antivacunas. Antes de las elecciones era candidato presidencial por fuera del bipartidismo entre republicanos y demócratas y bajo su candidatura para apoyar a Trump.
Kennedy fundó en 2007 la ONG Children’s Health Defense, dedicada a denunciar lo que considera prácticas dañinas en la industria farmacéutica y en la producción de vacunas. La comunidad científica considera que se dedica a desinformar.
Entre los libros de Kenendy figura The Real Anthony Fauci (“El verdadero Anthony Fauci”), dedicado a defenestrar al médico que lideró la lucha contra el coronavirus en la primera potencia mundial. Durante años, Kennedy sostuvo la ligazón entre autismo y vacunas, algo que nunca se comprobó.
En 2021, fue el productor ejecutivo de Vaxxed II: The People’s Truth, la secuela del documental Vaxxed, dirigido por el exmédico Andrew Wakefield y conocido por iniciar el movimiento antivacunas. Y se ganó el rechazo del resto del clan Kennedy.
Curiosamente, en años anteriores, Kennedy se había destacado como abogado en causas de medio ambiente. En 2007 logró un veredicto por 396 millones de dólares contra la empresa DuPont por contaminación en Virginia Occidental. Una década después, obtuvo un fallo de 670 millones contra Monsanto por una demanda en West Virginia y Ohio.
Como dirían sus epígnos argentinos, para justificar sus posiciones actuales: la vio.