Javier Milei no desiste de su apuesta principal: derrotar a la inflación. Ese objetivo ordena todos los instrumentos de su gestión económica. Y también organiza su estrategia política. La pretensión de que La Libertad Avanza dispute el poder sin desfigurarse con alianzas electorales se sostiene en la pretensión de alcanzar ese éxito. La última manifestación de esta lógica apareció en el frente cambiario. Es la decisión de reducir la tasa de devaluación del peso llevándola de un 2 a un 1% mensual. Esa medida se inscribe en la misma concepción monotemática: se propone llevar la inflación a un rango inferior al 2%. Como casi todo lo que se consume está “hecho de dólares”, el nuevo esquema representa un aumento de salarios. Nada que sorprenda demasiado. Todos los gobiernos aprecian el peso durante los años electorales. La jugada puede agravar algunos desequilibrios económicos. Pero demuestra que el equipo que está al frente del país es, al menos en este campo, muy consecuente y muy audaz. En un ciclo histórico en el que la política clásica está sumida en la perplejidad, el grupo liderado por Milei se muestra muy seguro de sí mismo. Como quien está dispuesto a jugar a la ruleta rusa.
Milei insiste en utilizar la política cambiaria como una herramienta para seguir bajando la inflación. Siempre que se recurrió a ese mecanismo terminó desatándose una crisis. ¿Se repetirá esa historia? No se puede asegurar. Para reducir la inflación en más o menos medio punto respecto de la que se hubiera verificado, el Gobierno agregó una apreciación adicional de la moneda que los expertos calculan en alrededor del 6% anual. El riesgo es reiterar una experiencia conocida. La balanza comercial comienza a ser cada vez más negativa, la oferta de dólares se reduce y la demanda aumenta, y termina formándose una tormenta en el sector externo. Es decir, una crisis en la cuenta corriente de la balanza de pagos. La experiencia más cercana ocurrió en 2018, durante la administración de Mauricio Macri. A propósito: es interesante que Milei esté abrazado, al trazo grueso de una receta muy similar a la de Macri: apreciación del peso y polarización con Cristina Kirchner.
Hay profesionales que consideran que esa turbulencia externa no es inevitable. Ellos afirman que la cuenta corriente tiene todavía un superávit de 1% del PBI. Y que el tipo de cambio real es 10% más competitivo que el del ocaso de la convertibilidad. Entre otras cosas, porque los términos de intercambio son más favorables. ¿Cuál es el riesgo? Que se vuelvan más agudos algunos trastornos internos: destrucción de franjas enteras del tejido productivo por pérdida de competitividad, con el castigo inevitable al nivel de empleo.
El oficialismo no prevé ese escenario. Cree estar disfrutando de un boom de consumo. Algo que se vuelve dudoso si se observan algunos indicadores muy fiables, como el nivel de demanda energética. Enero arrancó con una caída en el sector industrial, excluida Aluar, del 12,4% respecto del año anterior. Habrá que esperar para ver si esa tendencia se mantiene. En el caso de las pymes el derrumbe de esa demanda es de 18,3%. Los especialistas creen que el aumento de tarifas, que desalienta el consumo, no alcanza para explicar este descenso.
Hay sectores para los cuales la orientación general del programa se vuelve más traumática. El agropecuario es el más castigado, por varios factores. No sólo cobran su mercadería con un dólar más barato. También cayó el precio internacional de esos productos. En el caso de la soja, alrededor del 30% anual. Además, algunos costos se incrementaron. En especial salarios y combustibles. La peripecia económica fue mucho más agresiva con el negocio de los agroquímicos, debido a dos factores principales: las dificultades para importar durante la gestión Massa, agravadas por el establecimiento del impuesto país. Una cadena que llevó al sector financiero a no renegociar los pagarés bursátiles de algunas empresas como Red Surcos o Agrofina, del grupo Los Grobo.
Contra este telón de fondo las retenciones se vuelven más dañinas. ¿Es verdad que en la Sociedad Rural están preparando un proyecto para que se reduzcan? Una pista, por la vía negativa, podría obtenerse en la cuenta “John. @MileiEmperador” de la red X, atribuida al “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo. El lunes pasado publicó este mensaje: “Tengo la tira completa de los conspiradores que están trabajando contra el Gobierno empezando por Ezequiel Cassagne, la Sociedad Rural y los otros que no voy a nombrar porque tengo códigos”. Una curiosidad que llamó la atención de un par de diputados cercanos a Massa, a quien Cassagne asesoró durante años, es que “John” divulgó esa información minutos después de que Santiago Caputo terminara una larguísima reunión con Sergio Neifert, el titular de la SIDE. ¿Esos dos hechos están relacionados? Imposible saberlo, entre otras cosas, porque “John” no declara ser “El Mago”. Los massistas, sin embargo, creen que el mensaje es un subproducto de la reunión. Otro detalle divertido es que nadie imaginaba que Cassagne fuera víctima de un ataque desde el oficialismo. La asesora más importante de Santiago Caputo, María Ibarzábal, perteneció hasta el año pasado al estudio que lleva el nombre de ese abogado. Más allá de fantasías conspirativas, hay una gota de verdad. Cassagne asesora a la Rural.
El dilema económico ilumina el comportamiento de la política. ¿Las tendencias recesivas enturbiarán las expectativas y favorecerán a la oposición, sobre todo en el conurbano bonaerense? ¿O la baja de la inflación, que es la mejor política social que se puede concebir, absolverá todo lo demás y será la clave de una gran victoria? Macri parece creer lo segundo. Sólo así se entiende que quiera forzar un acuerdo con La Libertad Avanza tan temprano. Es decir, antes de que Milei se fortalezca todavía más. El expresidente propuso comenzar ya, en pleno enero, la negociación. Y ofreció a sus delegados, encabezados por Cristian Ritondo. Una reivindicación del entrañable “Pucho”, carbonizado por la publicación de sociedades off shore que enmascaran sus departamentos de Miami. O noticias sobre el despliegue de su empresa constructora. Entre los maledicentes que rodean al Presidente hay uno que ironizó: “Mauricio nos pide transparencia y nos manda a Ritondo. ¿Pasó algo?”. Es una broma mucho más inofensiva que esta versión, que circula desde hace 48 horas: que a Ritondo lo inscribieron en ese pelotón para evitar que se incorpore a Las Fuerzas del Cielo, tras los pasos de Diego Santilli, que está a punto de producir un nuevo cambio de piel: del “Colo” larretista al “Colo” libertario. Es una especulación horrible, porque incluye que la información sobre las propiedades norteamericanas de Ritondo habría salido de las filas del Pro.
Lo importante es advertir que la ansiedad de Macri es hija de una secuencia de desaciertos. El más importante es no haber establecido las condiciones de la relación con Milei en las dos encrucijadas que más lo favorecían: la celebración del ballotage y la sanción de la Ley Bases. Ahora el Pro deberá encontrar a Milei en otra emergencia. ¿Por eso en esa fuerza dramatizan que el Gobierno no quiera tratar el Presupuesto en el Congreso? Hay cabezas maquiavélicas que sospechan lo siguiente: “Macri necesita que se trate el presupuesto, porque eso obliga al Presidente a vetar el exceso de gasto, que es inexorable. Y para sostener ese veto el Presidente necesitará del Pro”. Ojalá la política argentina fuera tan parecida al ajedrez.
El conflicto presupuestario tiene consecuencias mucho más inmediatas en la relación entre La Libertad Avanza y el Pro. Corroe algunos acuerdos fiscales ya celebrados con la Casa Rosada por gobernadores como Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, o Ignacio Torres, de Chubut. Un inconveniente del que se habló en la larga tertulia que Frigerio comparte en el balneario Montoya, de Punta del Este, con el ex jefe de Gabinete de María Eugenia Vidal, Federico Salvai, y con el presidente del grupo Newsan, gran beneficiario del polémico régimen de Tierra del Fuego, Luis Galli. Una saludable diversificación: el mundo no se acaba en Mirgor y Nicolás Caputo.
El vínculo entre Milei y Macri está teñido de cinismo. En público, Milei elogia a su antecesor, mientras, con más reserva, lo hostiga a través del ejército de tuiteros enmascarados que regula Santiago Caputo. “Le da el tratamiento que le daba su papá, Franco, que lo halagaba delegándole tareas y después lo boicoteaba a través de sus gerentes”, explicó un conocedor de la vida de los Macri. A la vez, el líder del Pro no pierde ocasión para establecer sus diferencias. Empezó con la postulación de Ariel Lijo para la Corte. Macri tiene derecho a sonreír por ese enredo: Lijo falló en contra de la Secretaría de Derechos Humanos obligándola a garantizar el funcionamiento de los Sitios de la Memoria que funcionan donde, durante los peores años de la dictadura, funcionaron centros de detención clandestina. Nadie supone que este polémico juez federal elabore sus fallos por convicción. Se interpretó que enfrentó al Gobierno para congraciarse con el kirchnerismo del Senado, ya que fue una legisladora porteña de esa orientación, Victoria Montenegro, la que exigió que se revoquen las decisiones adoptadas por la Secretaría que conduce Alberto Baños. Tal vez sea la lectura correcta. Porque Lijo ha sido zigzagueante en la materia. En su momento otorgó el beneficio del 2×1 a un imputado por delitos de lesa humanidad, lo que llevó a las Abuelas de Plaza de Mayo a pedirle una nueva definición en esta materia antes de avalar su postulación para la Corte.
Desde el Pro se objetó también la designación de Andrés Vázquez al frente de la DGI. Es como se explica mejor que desde esa agencia se haya dejado correr una versión según la cual en tiempos de Macri se había dado protección tributaria a empresarios kirchneristas. ¿La guerra continúa? Eso creen quienes intuyen que, en su afán de dañar al Pro, Vázquez está interesado en indagar la transparencia de una operación inmobiliaria programada en Superí al 1600, del barrio de Belgrano. Allí se ofrece una mansión de “8 ambientes, dos piscinas y 5 cocheras” por 10 millones de dólares. El aviso de argenprop.com no aclara si el precio incluye el túnel y la bóveda subterránea que se extenderían por el centro de la manzana en dirección a la calle Conde. En la DGI entienden que el vendedor es un empresario que estuvo muy ligado a la administración porteña y bonaerense del partido de Macri.
Mientras se organizan estas pesquisas, en la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) siguen remoloneando para reglamentar el artículo de la Ley Bases que obliga a esa dependencia a fijar un precio de referencia para los atados de cigarrillos, que impida a las tabacaleras subdeclarar lo que cobran y, de ese modo, pagar menos por el impuesto interno. Los “derechos adquiridos” de Pablo Otero, el “Señor del Tabaco”, podrían ser el primer motivo de consenso entre el Pro de Macri y “Pucho” Ritondo, y La Libertad Avanza de Milei y “El Mago” Caputo. Ya coincidieron en esa materia en la votación de la Ley Bases.
Es un chiste malo. El conflicto entre Milei y Macri parece ser irrevocable. Sobre todo desde que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, anunció que el oficialismo irá con sus propios candidatos en la ciudad de Buenos Aires. Un ataque a la colina más preciada de los Macri. Jorge, el alcalde, adelantó las elecciones locales para sustraerlas de esta pelea nacional. Se quedó corto: si celebra esos comicios el 6 de julio, como anunció, igual quedará enredado en el duelo con Milei, porque para esa fecha ya estarán en carrera los candidatos a senadores y a diputados. Por suerte Jorge Macri ya consiguió el aval del peronismo, que lidera Juan Manuel Olmos, para suspender las primarias porteñas y, de ese modo, anticipar todavía más los comicios locales, que se realizarían en mayo. Olmos tiene un incentivo para acompañar la decisión: él aspira a constituir un PJ con color local, a la cordobesa, y cree que solo lo conseguirá si recorta a los candidatos porteños de los nacionales. El primer candidato a la Legislatura será Leandro Santoro. Este exradical tiene motivos para estar entusiasmado: Horacio Rodríguez Larreta también piensa competir en ese rubro, lo que seguiría fraccionando lo que en otra vida se llamó Juntos por el Cambio.
¿Cómo encarará el Pro la pelea con el Gobierno por los cargos nacionales? La ciudad amaneció esta semana con carteles y pintadas que postulan a “Mauricio 2025″. Un estilo de publicidad propio del conurbano, que remite a Jorge Macri. Es interesante el recurso vintage a los pasacalles. Porque en la ciudad están prohibidos. Pecata minuta. Las cuadrillas de campaña del Pro colocan los carteles y las cuadrillas de Mantenimiento Urbano del gobierno del Pro los retiran. Gobernar es dar trabajo.
El expresidente no tiene decidido postularse para la senaduría. Y tampoco en el gobierno nacional resolvieron lanzar a Patricia Bullrich para enfrentarlo. Es difícil imaginar el perfil de la pelea. Nada garantiza que no termine en un conflicto Icardi-Wanda Nara, en el que Macri y quien fuera su ministra y candidata queden atrapados en un laberinto de recriminaciones personales.
La historia siempre ofrece inesperadas simetrías. Porque en la provincia de Buenos Aires también se abre una pelea entre el creador y la creatura. Axel Kicillof no da señales de querer subordinarse a Cristina y Máximo Kirchner. Es decir, todavía no abandonó la hipótesis de desdoblar los comicios. El kirchnerismo lo amenaza con la ingobernabilidad. El gobernador todavía no cuenta con un presupuesto y, menos todavía, con la autorización de endeudamiento sin la cual le sería imposible financiarse. Al revés: en La Cámpora amenazan con votar a favor un proyecto de Diego Garciarena, presidente del bloque de diputados radicales de la Legislatura, para que los recursos de IOMA no vayan a la caja de Hacienda sino a la propia obra social. Sería un golpe fiscal. Al frente de IOMA se encuentra el médico Homero Giles, militante de La Cámpora.
Kicillof está cercado. El presidente de Diputados, Alexis Guerrera, responde a Massa, pero su segundo, Enrique Dichiara, obedece a Máximo Kirchner. El presidente del bloque “oficialista”, Facundo Tignanelli, también. Al frente de la bancada del PJ en el Senado está Teresa García, íntima de la señora de Kirchner. Y la presidenta de ese cuerpo, Verónica Magario, también se alinea con la expresidenta.
El juego de Magario es revelador. Si bien siempre fue aliada de Kicillof, descubrió que el enfrentamiento con los Kirchner le haría perder poder en La Matanza. En realidad, este criterio pertenece a Fernando Espinoza, el intendente de ese municipio. Espinoza está dispuesto a armarle una lista local a Kicillof apelando a militantes de la Universidad de La Matanza. Pero él no puede renunciar a la jefatura local del peronismo para seguir al gobernador. Este es un problema que se plantea a innumerables caudillos locales. Y también a varios gobernadores de provincia que son seducidos por Milei para armar listas comunes.
El Presidente también tiene que adoptar una definición para encarar la pelea bonaerense. Una opción es suponer que es imposible superar por muchos puntos a la señora de Kirchner. Por lo tanto, lo más conveniente es apostar a la división del adversario. Disimular la presencia de Cristina Kirchner y hostigar a Kicillof, para que cobre volumen. El modelo de llegada sería una fractura del PJ. Es lo que prefiere Máximo Kirchner si Kicillof no se subordina. Reservarse el sello partidario y obligar al gobernador a armar listas separadas en todos los niveles. El gobierno bonaerense dejaría, en esta hipótesis, de pertenecer al peronismo, que pasaría a una cruda oposición. El Presidente, feliz con la fractura en el campo adversario.
El otro camino es insistir en la estrategia actual. Polarizar con la señora de Kirchner. Y desear que Macri se presente como candidato a senador por Capital. Milei de un lado, Cristina Kirchner y Macri en la vereda opuesta. El León contra la casta. Es decir, contra los que no pudieron doblegar a la inflación. Sería seguir apostando todo a la misma ficha. Como en la ruleta rusa.