¿Quién es quién?: dos íconos del teatro argentino que se sacan chispas sobre el escenario

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Autora: Audrey Schebat. Dirección: Héctor Díaz. Intérpretes: Luis Brandoni, Soledad Silveyra. Vestuario: Stefany Briones Leyton y Romina Giangreco. Escenografía: Lula Rojo. Sala: Liceo (Rivadavia 1499). Funciones: de miércoles a viernes, a las 20.30; sábados, 20 y 22 y domingos, a las 20 hs. Duración: 70 minutos. Nuestra opinión: muy buena.

Cada uno tiene 50 años de escenario. Soledad Silveyra y Luis Brandoni son dos íconos del teatro argentino. Pero nunca habían actuado juntos. Y acá están, cada uno haciendo lo que sabe y exquisitamente bien hecho. Ambos se sacan chispas. Son irónicos, tiernos, cínicos y en esa dupla que componen de un matrimonio con 20 años de casados se reprochan ya no con tanto amor, pero sí con afecto, lo que piensan uno del otro. Y también en lo que se han convertido cada uno con el transcurrir del tiempo. Ambos coinciden en que, prácticamente, no reconocen, ni individualmente ni en el otro, a aquella o aquel que fueron cuando se casaron. El es abogado. Ella también pero no ejerce y en algún momento de la obra, al hablar sobre finanzas, que también es un tema del relato, él le sugiere que es una mantenida. Lo concreto es que en esta especie de ping pong de reproches, que el público sigue palabra a palabra y festeja con risas ampulosas, algunas de las frases que dicen los actores suenan como tiros al blanco a la hora de desnudar lo que les gusta y desagrada de cada uno.

Soledad Silveyra vuelve a demostrar una vez más su feeling exquisito con el público. Su sonrisa y su mirada pícara hacen que se meta en el bolsillo al que observa. Y Brandoni, maestro de la sutileza y de decir con cara de “yo no fui” las frases machistas más hirientes que se suceden a lo largo de la obra, es el antihéroe, que identifica -se presume- a los caballeros.

La pieza de la realizadora y guionista de cine, dramaturga y directora Audrey Schebat se estrenó en el Theatre de París, en 2017 y el tema que aborda es el desgaste y la pérdida de los valores que unen o separan a una pareja a lo largo de los años. Ese fenómeno de hoy, que se trepa a los vaivenes de una realidad que se filtra en los hogares a través de las redes o la televisión, ha quebrado los cimientos de las personas puertas adentro y ha hecho que los involucrados se interroguen sobre por qué se dejaron usar, por qué se mintieron, se engañaron. Schebat guarda cierta herencia con Edward Albee, autor de ¿Quién le teme a Virginia Woolf? o con Casa de muñecas, de Ibsen. Pero, dado la época que nos toca vivir, le imprime a su texto, una filosa y cruda ironía.

Luis Brandoni y Soledad Silveyra en ¿Quién es quién?

Hay un cierto mecanismo de relojería en la puesta en escena ideada por Héctor Díaz, en complicidad, lógico, con Silveyra y Brandoni, que logra que ese humor absurdo, negro, de filosa ironía, no pierda de vista ese amor aún latente, aunque en franco desgaste, que identificó a esa pareja, cuyos personajes no tienen nombre: son El y Ella. Así, quizás, al ser como anónimos, equivalen a decir “somos nosotros”, “somos todos”.

La adaptación a nuestro ámbito local se preocupó por imprimirle ciertos localismos, como una manifestación de jubilados que los protagonistas observan en su televisor mientras esperan a una pareja de amigos a cenar. Estos y otros ítems similares le aportan identificación y cierta frescura cotidiana. Héctor Díaz en la dirección supo extraer con maestría las virtudes y matices de ambos protagonistas a través de un mecanismo que identifica y reafirma una vez más la calidad interpretativa de dos figuras señeras y, quizás, de las más queridas de nuestro teatro nacional.