Desde el poder de una canción que evoca recuerdos hasta la capacidad de hacernos mover al ritmo, la música ha sido reconocida como un elemento central en la experiencia humana.
Sin embargo, el neurocientífico Daniel Levitin va más allá al explorar su potencial como herramienta terapéutica en su libro I Heard There Was a Secret Chord: Music as Medicine.
En conversación con New Scientist, Levitin detalla cómo la música puede convertirse en un recurso médico revolucionario para tratar enfermedades como la depresión, el Alzheimer y los trastornos del movimiento.
El impacto en el sistema nervioso
Si bien culturas de todo el mundo han utilizado la música como una forma de sanación durante milenios, solo en las últimas décadas la ciencia comenzó a demostrar su eficacia en términos medibles.
Avances en neuroimagen y experimentos basados en teoría musical han revelado que escuchar música activa tanto el sistema auditivo como el motor del cerebro.
Incluso cuando no hay movimiento físico, las áreas responsables de planificar movimientos se activan, según los estudios dirigidos por Levitin.
Esto no se limita al ritmo, ya que un metrónomo no tiene el mismo efecto. Es la gestalt de la música, su totalidad emocional y estructural, lo que impacta de forma profunda en el cerebro.
Música, movimiento y bienestar emocional
Un aspecto central de la música como medicina es su capacidad para incitar el movimiento. Según Levitin, bailar no solo es un ejercicio físico, sino también una forma de elevar los niveles de serotonina, una hormona clave para la estabilización del estado de ánimo.
Además, tocar instrumentos musicales mejora la coordinación ojo-mano y fomenta el crecimiento de nuevas conexiones neuronales, un efecto neuroprotector.
Los beneficios de la música varían según los géneros y los gustos individuales. Mientras que un ritmo fuerte, como el de James Brown, puede estimular la actividad motora, otros estilos pueden calmar o generar recuerdos.
Sin embargo, Levitin subraya que los efectos terapéuticos son más significativos cuando la música es personalmente significativa para quien la escucha.
Aplicaciones terapéuticas concretas
La música está encontrando su lugar en tratamientos clínicos:
- Enfermedades del movimiento: En personas con Parkinson, la música facilita la sincronización de los pasos y la estabilidad al caminar, algo que los metrónomos no logran con la misma eficacia.
- Pérdida del habla (afasia): Tras un accidente cerebrovascular, los pacientes pueden aprender a cantar lo que desean expresar. Con el tiempo, esta práctica ayuda a reorganizar el cerebro para recuperar el habla.
- Alzheimer: La música actúa como una “clave de recuperación” que permite a los pacientes acceder a recuerdos perdidos, relacionados con canciones específicas y los eventos que las rodearon.
- Depresión: Escuchar música puede ayudar a reinterpretar recuerdos traumáticos, suavizando su impacto emocional y fomentando una sensación de bienestar.
Música y el cerebro en estado de trance
Además de sus aplicaciones específicas, la música tiene un efecto único en la activación de la red neuronal por defecto del cerebro, una estructura vinculada con los estados de ensoñación y descanso.
Este estado cerebral permite la recuperación energética y la reparación celular, similar a lo que ocurre durante el sueño.
Más allá de la música: los sonidos naturales y la personalización
Aunque sonidos como el de un río fluyendo pueden ser relajantes, su efecto depende del contexto y de las preferencias individuales. Levitin también critica las listas de reproducción “relajantes” ofrecidas por servicios comerciales, señalando que no están basadas en ciencia.
Hacia un futuro musicalmente terapéutico
Levitin aboga por integrar la música en el repertorio médico, respaldado por una creciente evidencia científica. Si bien el enfoque debe ser personalizado, los hallazgos demuestran que la música tiene un poder único para sanar, reestructurar y reconectar nuestro cerebro y emociones.
El potencial de la música como medicina no solo abre nuevas posibilidades para la medicina moderna, sino que también redefine cómo entendemos el vínculo entre cuerpo, mente y cultura.
Como dice Levitin, “la música no es solo arte; es una herramienta profundamente humana que puede transformar nuestra salud y bienestar”.