Muchas de las melodías que brotan desde el corazón de la selva misionera nacen en el seno de las familias que construyen colectivamente los sones de la región. En este caso, los hermanos Benítez Kitegroski supieron transformar su pasión por la música en un puente entre lo local y lo universal desde su infancia. Talentosos desde niños, los hermanos traspasan generaciones y geografías con su talento y compromiso con la cultura regional.
Loreley, cantante y pianista reconocida en la región, viene de presentar su disco Ángel de las aves, mientras que su hermano Joaquín, bandoneonista revelación de Cosquín 2013, que crece a cada paso, sigue recorriendo el mundo con su talento.
Testigos de los primeros acordes de una guitarra desgastada y los cantos que resonaban durante las tardes de verano, Loreley y Joaquín llegaron hasta los estudios de Radioactiva y contaron cómo nació esta pasión musical fomentada desde su hogar.
“Venimos de familia de músicos tanto de la parte paterna de los Benítez y de la parte materna. Somos siete hermanos, de los cuales cinco somos músicos”, comenzaron relatando Loreley y Joaquín, aunque resaltaron que esta herencia nunca la vivieron como un mandato o exigencia.
Así, los jóvenes tienen su música, arraigada la música del Litoral y enriquecida por influencias de otros géneros como el jazz y el rock. Se caracterizan por una experimentación que respeta las tradiciones sin temer a la innovación.
Loreley viene de editar un disco nuevo y Joaquín de viajar por el mundo tocando tango y chamamé.
Camino de retos y logros
A lo largo de su carrera, los hermanos Benítez han enfrentado los retos comunes a los artistas emergentes en una región periférica. Desde viajar en colectivos repletos de instrumentos hasta tocar en escenarios improvisados, su trayecto estuvo marcado por sacrificios. Sin embargo, esas experiencias se tradujeron en una determinación que los llevó a alcanzar hitos como presentarse en el Teatro Colón y ser embajadores culturales en festivales internacionales en Europa y América Latina.
Joaquín, por ejemplo recuerda con emoción su participación en el Festival de Chamamé en Corrientes: “Fue uno de esos momentos en los que te das cuenta de que no sólo representamos nuestra música, sino también la historia de nuestra tierra”, reflejó.
Un futuro lleno de armonías
Con más de dos décadas de trayectoria, los hermanos Benítez no muestran signos de detenerse.
En cada nota y cada verso, los hermanos Benítez llevan el eco de Misiones a cada rincón del planeta. Loreley editó recientemente el disco Ángel de las aves, disponible en todas las plataformas, que ya va teniendo repercusión y espera poder presentar asiduamente en distintos escenarios.
En tanto, Joaquín que actualmente reside en Buenos Aires, se divide en diferentes proyectos y formaciones con las que recorre el mundo, entre ellos por ejemplo El Quinteto Galván o el Quinteto Revolucionario, quinteto oficial de la Fundación Astor Piazzolla.
Este año viajó de la mano del tango, estuvo tres meses en Europa e incluso llegó a Japón.
“En Japón tocan increíblemente bien el tango entonces eso también es lindo, llegar a otro país o tan lejos, viajar tantas horas y después encontrarte con amantes de la música argentina… eso hay que agradecer y disfrutar y es lo que hago trato de disfrutar todo lo que lo que puedo”, refirió el joven.
Así, entre los planes de 2025 ya avizora volver en mayo con la música del gran Astor a países como Austria Alemania, Suiza y posiblemente Corea.
Los hermanos Benítez se destacan desde niños, pero grafican un marcado crecimiento a fuerza de estudio y voluntad que enorgullece las raíces que los cobijaron. Su historia es un recordatorio de que la música, cuando nace del alma, no conoce fronteras.