En el set fotográfico le acercan una improvisada torta para que continúe el festejo de cumpleaños que comenzó la noche anterior entre amigos, vinos y pañuelitos de papel: el combo ideal para escuchar “En otra vida”, una tierna canción dedicada a un amor imposible. Con los ojos cerrados y una convicción que evidentemente la caracteriza, no duda al elegir sus tres deseos, sopla las velitas y se aplaude a sí misma. “Cuando las cosas están lindas, está bueno celebrar. Me lo pide siempre mi psicóloga: tomate tu tiempo”, confiesa.
Aunque dicen por ahí que los deseos que se cuentan no se cumplen, ella se anima a manifestar una parte en voz alta: “Ganar el… Tocar en… Y mudarme a…”. Esa niña que creció en Haedo viendo a las princesas de Disney en los cuentos ilustrados, que luego debió vestirse como tal para animar cumpleaños infantiles y un día enfrentó sus miedos con una guitarra y dulce voz frente a la cámara de una computadora, ahora con sus flamantes 27 años está lista para dar el show más importante de su carrera el 13 de diciembre, en el Teatro Ópera. En esta vida, para Yami Safdie esto recién empieza.
–Es increíble el impacto que está teniendo “En otra vida”, tu último lanzamiento. Aunque estés familiarizada con las redes, ¿te sorprende el alcance que está teniendo?
–Es un montón, más de 100.000 personas utilizaron el audio para realizar su propio video (N. de la R.: al cierre de esta nota, son más de 300 mil). Si yo hubiese querido inventar el trend, planearlo, no me salía ni a palos (se ríe). Es el antitrend, porque la canción es bastante triste, pero se ve que la gente necesitaba sacarse esos sentimientos de adentro, hacerlos propios y compartirlos.
–No es el típico baile de TikTok. Acá hay historias detrás, muchas muy fuertes y personales. De hecho, compartiste un video reaction leyendo los comentarios que te fueron dejando.
–¡Sí, y me lloré todo de verdad! Son muy fuertes, no hay forma de no empatizar. Con Lasso (N. de la R.: el cantante con el que hizo el feat) la escribimos hablando de una relación amorosa, pero la gente la hizo propia con otras experiencias: “En otra vida no tuve que emigrar de mi país”, “En otra vida no murió mi hermano”, y otras tantas realmente dolorosas. Eso es lo lindo de la música, conectar y que cada uno tome lo que necesite para darle su propia interpretación.
–¿Creés en otra vida o es la excusa para posponer lo que no logramos en esta?
–Re, yo creo en vidas pasadas, en reencarnación, en universos paralelos. Ahí está la magia.
–Muchas de tus canciones hablan sobre relaciones y sus complejidades, pero desde una mirada más generacional que invita a repensarlos. ¿Notás un cambio entre estas historias y las que se representaban en las canciones de amor con las que creciste?
–Un poco sí, me han dicho muchas veces que mis canciones suenan como psicoanalizadas (se ríe). Sinceramente, fluyen. Siento que tienen una distancia y una enseñanza diferente, no tanto desde la pasión y el echarle la bronca al otro, sino quizás desde reflexionar y pensarlas desde otras variantes. “¿Quién tuvo la culpa?”. Y, no sé, quizás no fue culpa de nadie. Nos estamos permitiendo vivir las relaciones de otra forma, más sanas y genuinas, y eso siempre es mejor.
–¿Cuánto cambió tu vínculo con las redes?
–Sigo muy presente aunque tenga un equipo que me estructura y que me quiere matar cuando spoileo todo (se ríe). El video de “En otra vida” lo subí a TikTok cuando terminé de escribir la canción y como estrategia se ve que funcionó. Yo misma voy viendo con qué contenido conecta más la gente, me gusta ser yo quien está del otro lado leyendo a esa persona que se tomó el tiempo de escribirme.
–Una de tus canciones dice: “Tengo algunos hablando mierda como si supieran quién soy”, ¿a más exposición, más hate?
–Hay comentarios que te dan justo donde duele, es inevitable. Con el tiempo fui aprendiendo a lidiar cada vez mejor eso, a no tomármelo personal. Trato de decirme: “Yo estoy trabajando, estoy segura de que me gusta lo que hice, en cambio esa persona solo está criticando”. Trabajé muchísimo en terapia mi seguridad y confianza, por eso hay cosas que hoy puedo afrontar más entera.
–Estadísticamente, las artistas mujeres son quienes reciben más violencia digital.
–Estoy segurísima de eso. Por ejemplo, a Emilia [Mernes] le tiran por tirar, veo los comentarios en Twitter y me da una bronca increíble.
–¿Se les exige más a las artistas mujeres?
–Cien por ciento. Que estés linda, que estés flaca, que bailes, que tengas estilo, que seas diferente, que cantes perfecto, que tengas tus propias canciones, que tu vestuario sea el correcto, que toques instrumentos… Todo eso es una banda ¿y a los hombres? Nada de eso.
–Y a pesar de ser el foco constante de críticas, son quienes mundialmente están representando a nuestro país y liderando los rankings musicales. ¿Cómo ves este presente?
–Es hermoso, y habla de la fortaleza que tienen todas estas artistas para poder superar cada obstáculo. He tenido la suerte de hablar con casi todas las top y son divinas, muy generosas. Es un placer que sean ellas quienes nos representen. Ojalá pueda colaborar con todas.
–No te sientas ajena porque vos también ya sos parte de ellas. Incluso apareciste nada menos que en la cartelería de Spotify del Times Square. ¿Sentís que es una responsabilidad o un orgullo representarnos internacionalmente?
–Me hubiera gustado estar en Nueva York y ver la pantalla en persona, pero la seguimos por la cámara en vivo del Google Maps (se ríe). Fue un sueño, algo que nunca me hubiera imaginado. El otro día vi que estoy en el Top 10 de las artistas argentinas con más oyentes y fue como ¡wow! Las admiro tanto a todas, que me emociona muchísimo estar ahí entre ellas.
–Desde afuera se busca generar una especie de competencia y luego ustedes se encargan de confirmar que eso no es así, ¿lo notás?
–Lo confirmo. Hay un montón de colaboraciones entre artistas femeninas que son supermegahits, que si hubieran sido solo de una, no hubieran pegado como pegaron. Es una tontería estar compitiendo y no aprovechar la posibilidad de colaborar entre todas. Aparte, insisto con esa doble vara, los varones lo hacen todo el tiempo.
–¿Qué es lo que más disfrutás de los feats?
–Son de las cosas que más me gustan, que otro músico le aporte un punto de vista que a mí no se me hubiera ocurrido. Cada uno tiene su forma de escribir, su estilo musical y siempre compartir con alguien va a enriquecer la experiencia. Aparte, se genera un apoyo amistoso, nos ayudamos a crecer. Es la mejor estrategia posible para hacer más llevaderas las cosas malas que tiene la industria.
–¿Cuáles son esas cosas?
–Hay mucha falsedad dando vueltas, mucha exposición, presión… A veces hay que mantener cierto nivel, llegar a ciertos objetivos, y ahí es donde empieza a jugar la cabeza. Cuando charlamos es lindo saber que todos pasamos por lo mismo y que nos podemos acompañar.
–¿Qué situación te dio más nervios: enfrentarte a los nenes cuando trabajabas en el salón infantil o cantar frente a las fanáticas de Luis Miguel cuando lo teloneaste?
–Uf, abrir el show de Luis Miguel. Con los pibitos no pasaba nada porque no era yo misma, era la princesa que actuaba. En cambio, los otros fueron tres conciertos re contra profesionales, con un público que no me conocía y me miraba con cara de “a ver esta qué onda”. Yo tenía que estar a la altura, por eso hicimos unas versiones acústicas más baladas y estuvo buenísimo.
–Y ahora se viene el show en el Teatro Ópera, ¿qué te genera eso?
–No me lo tomo con tantos nervios, sino más bien con ilusión de disfrute. Y eso es difícil de lograr, eh. Obviamente tengo el objetivo de dar un rendimiento excelente, pero también de disfrutarlo, de poder compartirlo. Parar un segundo y apreciar el momento. Va a ser una noche diferente, con otros sonidos, bloques, momentos, outfits, invitados… Así que van a tener que ir.