A los 99 años murió Roy Haynes, una verdadera enciclopedia del jazz

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“Por suerte, cuando estamos arriba del escenario todos tenemos la misma edad. Eso es muy lindo”. Si lo dice Roy Haynes, ese señor del jazz que murió este martes 13 de noviembre, a los 99 años, así debe ser. Esa frase quedó registrada en un grabador de cassette, durante una entrevista que el baterista había dado a LA NACION en 2001, a propósito de una visita a Buenos Aires. En ese momento Haynes venía con un potente trío en el que lo secundaba músicos, por entonces, jóvenes y geniales: Danilo Pérez y John Pattitucci. Haynes, que en ese tiempo tenía 76 años, ya era un curtido veterano del jazz, que se había dado el lujo de haber tocado con grandes glorias del género: de Charlie Parker, Chick Corea, Sarah Vaughan, Thelonius Monk y Miles Davis a Bud Powell y Pat Metheny.

Roy Haynes, a finales de la década del setenta

La única información que trascendió apenas conocida su partida fue la que su hija Leslie comentó a The New York Times: “Murió tras una breve enfermedad”. A los 99 años, el tiempo pasa a la velocidad de lo que se escucha un mensaje reproducido cuatro veces más rápido que su tiempo normal. Pero nada de esta brevedad le ha quitado a Haynes un camino en la música que realmente tiene un carácter enciclopédico. Convertido ya en un veterano, supo dar clase desde los parches, aunque prefería no dar consejos: “En realidad no me gusta darle consejos a un joven baterista, a menos que escuche lo que está haciendo, porque no creo que todos puedan necesitar el mismo consejo. Para cada persona tendría una recomendación distinta. Lo que sí advierto siempre, y no solo a los bateristas, es que escuchen. Es muy importante estar atento a lo que tocan los demás miembros de la banda, hay que escuchar y no solo escucharse. Hay que aprender a aguzar el oído”, decía.

Roy Haynes, en su casa, a los 95 años, sin despegarse de la batería

Haynes había nacido en Boston, el 13 de marzo de 1925. Empezó a trabajar profesionalmente en 1945 y cinco años después se había ganado el apodo de snap crackle (chasquido que marca el swing). Lester Young fue quien le dio la primera oportunidad para comenzar a jugar en las principales ligas del jazz, y atravesar el swing, el bop y el cool jazz con este prolífico saxofonista. Lo que vino después fue por puro talento. Muchos de los grandes de esa liga, sin llegar a disputárselo, encontraron los momentos para llevarlo a sus filas. Así fue que Haynes quien pasó con ellos varias temporadas hasta embarcarse en el siguiente proyecto. Ese primer impulso con Lester Young duró dos años, hasta 1949. En ese momento, Haynes pasó al combo de Charlie Parker, con quien tocó hasta 1952. Luego siguieron las agrupaciones de Bud Powell, Stan Getz, Sarah Vaughan, Thelonious Monk, Lennie Tristano y Miles Davis.

Podía recordar a Miles hasta con una anécdota de lo más simple: “Tengo muy buenos recuerdos. Empecé tocando en una de sus bandas, en el 49, en Nueva York. En una oportunidad los dos fuimos mencionados en la revista Esquire porque vestíamos bien y comprábamos la ropa en el mismo negocio. Y una de las últimas cosas que me dijo Miles, cuando estábamos en Italia, fue: ‘Somos la envidia de la gente de la calle 52′, donde supuestamente nació el bebop. No me lo dijo con esas palabras sino con otras irreproducibles (ríe), pero era un cumplido”.

Ya en la década del sesenta se unió a los proyectos musicales de Eric Dolphy y, más tarde, John Coltrane. En las décadas siguientes se lo pudo escuchar en las grabaciones de Stan Getz, Gary Burton, Chick Corea, Pat Metheny, Dizzy Gillespie, Art Pepper, Henry Grimes, Christian McBride, Jackie McLean, Gerry Mulligan y Horace Tapscott, entre muchos más. Se encargó de la banda de sonido de la película de Clint Eastwood Bird, (1988), dedicada a Parker, y también registro algunos álbumes con sus propios grupos.

Como curiosidad, en 2008 le puso su talento al videojuego Grand Theft Auto IV, donde musicaliza la estación de radio ficticia Liberty City, dedicada al jazz contemporáneo, llamada Jazz Nation Radio 108.5.

Al momento de subrayar épocas o situaciones, de esas casi ocho décadas de carrera le costaba elegir alguna en particular: “Debería resaltar todo. Toda mi carrera ha sido asombrosa y, definitivamente, he estado siempre bajo las luces de esta música. Tuve una excelente carrera y no terminará hasta que termine yo”, decía.