“Veo a través de mis marcas/ Solo puedo seguir andando a través de mis marcas”, canta María Ezquiaga en una de las canciones de su nuevo disco solista, Toco y canto (2024). Ese verso de “Mis marcas”, de algún modo, sintetiza no solo el espíritu del disco, sino también el camino recorrido, el paso del tiempo y refleja una idea clave: apelar a lo colectivo en tiempos de sálvese quien pueda. ”Es una canción que está dedicada a mis ex compañeros de Rosal, porque son los hermanos de la vida; es un poco dar cuenta que no es que estoy empezando con la música, sino que tengo todo un recorrido, muchos años de aprendizaje y de ver el mundo de una forma”, explica la cantante y compositora, que presentará su segundo disco este miércoles 6 de noviembre a las 20.30 en el Centro Cultural Rojas (Corrientes 2038).
“Un disco de canciones, sí”, confirma Ezquiaga sobre la esencia del disco: la búsqueda de simpleza, claridad, transparencia y austeridad. “Uno a veces se enrosca y da demasiadas vueltas a las cosas, pero este disco no tuvo eso, al contrario”, explica la artista sobre el proceso. “Y cuando estaba pensando en el título me empecé a reír, porque me acordé de las revistas Toco y Canto, y me pareció que era un título un poco más fresco, menos cargado de intenciones. Y también es como una especie de presentación de lo que yo hago, que es tocar y cantar. Me pareció que pegaba bien con el espíritu del disco: esa cosa más liviana, más rápida, pero no en el sentido de choto, sino de no enroscarse de más”, completa. En el disco predomina una sonoridad acústica, con la guitarra criolla como protagonista y algunas apariciones del piano y el bajo.
“Por más que es un disco súper colaborativo, yo me siento súper identificada con lo que suena, siento que es algo muy afín”, dice sobre los músicos y músicas de su generación que colaboran en las canciones: Pablo Dacal, Lucas Martí, Pol Nada, Mariana Bianchini, Alfonso Barbieri, Mauro Conforti y su hermano Marcelo Ezquiaga. A diferencia del disco anterior, Interacción (2021), que había sido grabado a dúo con el guitarrista Leo Fernández, el nuevo trabajo apela a un espíritu más colectivo y hacia afuera, casi al borde de la catarsis o la confesión. “Si bien muchas canciones son de desamor, también me parece que hay una emoción que sobrevuela en el disco y es el miedo”, puntualiza. “Pero lo que me devuelven mis amigos y quienes lo escuchan es que tienen algo luminoso las canciones, no son oscuras”.
Co producido con Manu Caizza, el carácter colaborativo del disco es una novedad en la obra de Ezquiaga. De algún modo, también es una señal del camino recorrido. “Ni en Rosal invitábamos a gente, muy pocas veces, pero en este disco quise que estuvieran mis compañeros de ruta, gente con la que yo compartí muchas veces música o escenarios, como Pablo Dacal, Lucas Martí, o Mariana Bianchini, que son de mi misma generación”, resalta. En esta línea, grabó una versión de “El miedo”, de Alfonso Barbieri, con el autor entre los invitados. Con Bianchini escribieron la letra de “Sampler” y con Martí, por caso, compuso una canción en coautoría: “Donde nos dejamos”, que también cuenta con un video. También le puso música a una poesía de Ricardo Cabral, “Lluvia”. “Todo el mundo que aparece en el disco puso algo, mi rol fue estar ahí coordinando eso, pero es un disco que fue hecho por mucha gente”, apunta Ezquiaga.
-¿Por qué apareció tanto la palabra “miedo” en este disco?
-Siento que es una emoción que atraviesa las canciones y cuando vos no te das cuenta que la tenés te está guiando y es pésimo todo. Pero cuando tenés la posibilidad de reconocerlo y de atravesarlo después te lleva a lugares mejores. Y eso está atravesando el disco todo el tiempo, como si me dijera: “Bueno, quedate ahí que va a estar todo bien, ya va a pasar”.
-En contraste, el disco cierra con la canción “Todo va a estar bien”, que deja un mensaje optimista.
-En “Todo va a estar bien” incluí el audio de un amigo que habla al final y que siento que también expresa, de algún modo, algo amoroso pero también algo político. De hecho, creo que él estaba hablando ambiguamente de las dos cosas, de que nadie puede hacer las cosas solo; pensar individualmente o aprender solo… no existe eso.
-¿Y cómo transitás este presente cultural y político en el que predomina el individualismo y el egoísmo?
–Una de las primeras cosas que me pasó y creo que nos pasó a muchos cuando ganó este gobierno… igual no me gusta dar por sentado que cualquier artista está en contra de este gobierno, porque no me gusta pensar que ya sé la opinión de otra persona. Pero creo que este individualismo que se expresa en este gobierno y también no es solo el individualismo, porque también hay bronca por malas decisiones (de gobiernos) anteriores, porque tampoco vamos a pensar que todos los que votaron a Milei no les importa nada. O sea, para empezar no entiendo a un gobierno que no apuesta a la educación y a la salud. Pero no quiero menospreciar a la gente que lo votó y quiere expresar su opinión, porque poder escuchar al otro es algo que está bueno, pero sí siento que ése individualismo me reforzó -y a muchos amigos también- que por ese lado no es.
-¿Por qué lado sí es?
-Hacer música, expresarse, investigar, estudiar, todo eso es lo que le da vida al mundo, a nuestro mundo. Es lo que lo hace más rico e interesante, lo que hace que la vida para mí tenga sentido. Es muy difícil en este momento realizar cualquier tipo de gestión cultural, pero es importante darle sentido a la vida en esas cosas. Y no en que los objetivos en la vida sean solamente económicos. Es importante la plata, pero para mi vida tiene más sentido hacer esta música y compartir con otros artistas. Y hay algo de esa militancia cultural que está buena y es importante, porque dejás una semilla de algo.