La salida de Diana Mondino de la Cancillería: sospechas de traiciones, incertidumbre y versiones de más cambios

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En medio del desconcierto y la incertidumbre, y horas después de que Diana Mondino dejara de ser la canciller por orden del presidente Javier Milei, una sospecha circula por el Palacio San Martín. “Karina (Milei) y (Nahuel) Sotelo estaban al tanto. Mondino ordenó cumplir una orden acordada y lo pagó”, señalaron fuentes al tanto de las negociaciones de los últimos días, que terminaron con el voto a favor de Cuba en Naciones Unidas y la eyección de la canciller del puesto al que había llegado hace casi once meses atrás. Su reemplazante, el empresario Gerardo Werthein, ya ordena sus papeles para dejar su rol de embajador político en Estados Unidos y hacerse cargo de la Cancillería, en principio, luego de las elecciones en Estados Unidos del próximo lunes, según afirmó ayer el jefe de gabinete, Guillermo Francos.

Con muchos errores no forzados durante su gestión y golpeada en lo interno -había un vínculo sin retorno con la mayoría de los diplomáticos de carrera- Mondino sabía hasta ayer que el asesor todoterreno Santiago Caputo era uno de sus principales sostenes. “Con él está todo bien. Es Karina la que no la quiere”, dijeron cerca de la ya excanciller en los días previos el inesperado desenlace. Fue la hermana del Presidente la impulsora del desembarco en la cancillería de la experta en temas de familia y género Úrsula Basset. También de la entronización del joven legislador libertario Nahuel Sotelo como secretario de Culto y Civilización, y de la salida del vicecanciller Lepoldo Sahores. Todas decisiones que minaron el poder de la canciller y que intentaron “homogeneizar” las posiciones argentinas en los foros internacionales, siempre en contra de la agenda 2030 de Naciones Unidas y alineado con Estados Unidos e Israel.

Luego de anotarse una módica cucarda con la “reconciliación” con España, que le llevó varios días de trabajo silencioso y culminó con un comunicado conjunto el martes, Mondino consultó con el “triángulo de hierro” la decisión sobre el voto en Naciones Unidas, según confiaron fuentes de la Cancillería a LA NACION. Allí, según las mismas fuentes, se acordó votar en contra del embargo en esta oportunidad, y en contra de Cuba en próximas votaciones. “Esa era la instrucción”, precisaron funcionarios de un organismo que aún espera la asunción formal de Eduardo Bustamante, vicecanciller por decreto desde el viernes pasado en reemplazo de Sahores.

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La tesis de un virulento enojo de Milei por la votación, de la que no estaba enterado hasta que la propia Karina Milei se lo comunicó, es un denominador común en la Casa Rosada y la Cancillería. “No se entiende lo que hicieron. Nunca estuvo tan clara la línea del Gobierno y se alejaron quien sabe por qué”, explicó un embajador, hoy en un destino alejado de Buenos Aires.

Más cambios

En lo formal, en el Gobierno esperan para hoy la renuncia de Mondino. Bustamante, que ya encabezó un acto junto a diplomáticos chilenos en el paso cardenal Samoré y ayer en San Juan, asumirá su cargo en las próximas horas. Pero los cambios no se agotarían allí. “Vuelan todos los secretarios, menos los que recién llegaron”, susurró una fuente bien informada, dejando a salvo de la inminente movida a Sotelo y Bustamante, que deberá hacerse cargo de la diplomacia nacional hasta la llegada de Werthein. Antes de la renuncia de Mondino, se daba como inminente la salida de los subsecretarios Mariano Vergara (Asuntos Americanos) y Marcia Levaggi (Política Exterior), sospechados de no seguir la línea oficial, marcada por el Presidente en su carta a los diplomáticos.

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Distintas fuentes comentaron que será Werthein, de fluido vínculo con el Presidente, quien propondrá a su sucesor en Washington, aunque aún no aparecen las precisiones. Podría haber una rotación de embajadores actualmente en funciones hacia otros destinos, sugirieron en la Cancillería.

Los diplomáticos cercanos a anteriores gobiernos, varios de ellos de carrera, se muestran preocupados por la decisión de Milei de iniciar “una auditoría del personal de carrera a fin de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad”. Uno de ellos se preguntaba “de qué modo van a auditarnos las ideas”, y pronosticaba una eventual “rebelión” y “resistencia” a esa medida de muchos diplomáticos jóvenes, que en las recientes elecciones del gremio de los diplomáticos se nuclearon en una lista opositora al oficialismo, cercano a las posiciones de la ya excanciller.