La pérdida de poder adquisitivo afectó el consumo de carne y, según un estudio realizado por la consultora Moiguer, el 71% de los encuestados dejó de hacer asados en familia.
Durante los primeros nueve meses de 2024, el consumo interno de carne vacuna cayó un 11,3% respecto al mismo período del año anterior, sumando 1.646 millones de toneladas de res con hueso, según asociaciones de frigoríficos.
En términos per cápita, la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA) reportó un consumo promedio de 46,8 kilos por habitante, el nivel más bajo en los últimos 26 años.
El encarecimiento de la carne se da en un contexto de inflación en alza, que alcanzó un 101,6% en los primeros nueve meses del año. Este aumento de precios ha llevado a los consumidores a reducir su compra de carne, reservándose solo para lo esencial.
En Tucumán, la situación refleja esta tendencia nacional: los propietarios de carnicerías locales destacan que sus clientes compran solo lo justo, y los cortes de asado cada vez son más difíciles de vender.