El lunes último Cristian Ritondo abrió las puertas de su casa para recibir a Santiago Caputo, el asesor todoterreno de Javier Milei, y Martín Menem, el titular de la Cámara de Diputados. El anfitrión había decidido organizar un asado para que Caputo y Menem charlaran con un grupo de legisladores de la bancada de Pro en un marco de camaradería. El objetivo era generar un ámbito social para construir confianza y afianzar lazos personales. Hablaron sobre las próximas batallas que enfrentará el Presidente en el Congreso, trazaron un panorama de la situación económica y discutieron sobre el armado electoral de 2025. Hubo coincidencias respecto de la necesidad de construir un “camino común” para confluir en las próximas legislativos y prevaleció el pálpito de que será inevitable coordinar la estrategia en la provincia de Buenos Aires para enfrentar al kirchnerismo.
El encuentro se extendió hasta la madrugada. Caputo y Menem se retiraron alrededor de la una. Menos de 24 horas después de la cumbre, Jorge Macri llamó a Ritondo para alertarle que María del Pilar Ramírez, la delegada de Karina Milei en la Ciudad, estaba a punto de presentar un proyecto de “ley bases” porteña con el objetivo de reclamar un ajuste en la estructura política de la administración de Pro. El jefe porteño estaba furioso ante un nuevo gesto desafiante del bloque que responde a la hermana del Presidente en su terruño. En esos momentos, Ritondo ponía un pie en la Casa Rosada para participar de la reunión de coordinación parlamentaria entre el Gobierno y sus aliados. En esa mesa suelen sentarse los emisarios de Pro, del MID, de Oscar Zago, y las autoridades del oficialismo. Pero cuando ingresó al salón, el jefe de bloque de Pro se topó con Rodrigo De Loredo y una comitiva de representantes de la UCR. Nadie le había avisado que los radicales iban a estar en la reunión. “Nosotros les votamos todo y ellos traen sin avisarnos a los que impulsaron la ley de reforma jubilatoria y de financiamiento universitario”, despotricaron cerca de Ritondo. Antes de irse de la sede gubernamental, habló con Caputo para descomprimir la tensión en la Ciudad.
El jueves, el titular de la bancada macrista volvió a recibir quejas de los gobernadores de Pro que almorzaron con el Presidente en Balcarce 50: la reunión había sido cordial y amena, pero no consiguieron respuestas concretas a sus reclamos por el reparto de fondos u obras de infraestructura.
“Nos van pateando y no avanzan en nada de lo que charlamos. Desde que los ayudamos en la fiscalización de las elecciones nos deben cosas”, despotrican en la cúpula de Pro. El corolario de otra semana de avances y retrocesos en el complejo vínculo entre Mauricio Macri y Milei fue la decisión que tomó la mesa ejecutiva del partido amarillo tras la reunión del jueves a la noche en el Centro de Convenciones porteño, donde se desarrollaba un torneo internacional de Bridge.
Ese día la cúpula de Pro le envió una nueva advertencia a la Casa Rosada: están dispuestos a acompañar la sanción del Presupuesto 2025, con la condición de que Milei atienda los compromisos incumplidos con los gobernadores e intendentes de la fuerza de Macri.
“¿Nosotros les vamos a dar 38 votos al Presupuesto para que ellos repartan más recursos a los gobernadores que tienen dos diputados? No tiene lógica; nosotros también gestionamos”, advierte uno de los altos mandos de Pro.
Trastienda del asado
A la cena del lunes en la casa de Ritondo, que reveló ayer el diario Clarín, asistieron Diego Santilli; Martín Yeza; Hernán Lombardi; Alejandro Finocchiaro; Luciano Laspina; Martín Maquieyra, Gabriel Chumpitaz; José Núñez; Sergio Capozzi; y Emmanuel Bianchetti. Con la excepción de Ritondo, Santilli o Yeza, quien conoce a Caputo hace años -el estratega de Milei fue su consultor-, la mayoría de los invitados no había tenido la chance de dialogar en un ámbito reservado con el principal consejero del Presidente, a quien Macri acusa de obstaculizar el trabajo coordinado entre Pro y LLA. Varios de los referentes de Pro que participaron de la cena concuerdan en que se encontraron con una versión más pragmática de Caputo. “No vino ‘el mago del Kremlin’, sino un tipo más racional. Cuando discutimos la ley bases, estaba obsesionado con la batalla cultural, era más dogmático”, retrata uno de los asistentes a la reunión.
A lo largo de la conversación, tanto Caputo como Menem se mostraron dispuestos a explorar un acuerdo para que Pro y LLA confluyan en las legislativas de 2025. El estratega, incluso, remarcó que esa era la orden que le había dado Milei: “La idea es que vayamos juntos”, apuntó. Y sugirió que ese plan de convergencia no podía fracasar por una mala gestión de los articuladores de ambos bandos. “Coincidimos en que tenemos que intentar construir un camino común que después quede plasmado en una oferta electoral. Nuestro rival es el kirchnerismo”, sintetiza uno de los alfiles de Pro que disfrutó el asado en la casa de Ritondo.
Caputo aclaró que es necesario armar una estrategia que atienda las realidades de cada distrito para conseguir la mayor cantidad de bancas. Por ejemplo, en los terruños del peronismo, calcularon, podrían buscar acuerdos con otros sectores de la oposición, como el radicalismo. O evaluaron que en las provincias donde gestiona el Pro, los gobernadores debería garantizar lugares para libertarios en las listas. “Ellos tienen la acción de oro; no somos tontos”, admiten en Pro.
En el caso de la Ciudad, bastión del macrismo, el asesor de Milei reiteró que deben evaluar si sería conveniente dividir la oferta de Pro y LLA para quedarse con las tres bancas de senadores que se ponen en juego. Aclaró que esa táctica debería ser consensuada con Macri. El riesgo, plantearon los macristas, es que Pro salga debilitado o que el peronismo y un eventual espacio de centro de Horacio Rodríguez Larreta y Martín Lousteau capitalice la fragmentación de las opciones de derecha. Caputo remarcó que esa decisión debería tomarse en marzo o mayo, al filo del cierre de inscripción de alianzas, tras un análisis de las encuestas. Los Macri desconfían, sobre todo, por el interés que exhibe Karina Milei en el armado porteño de LLA. “Vienen por la Ciudad”, aventuran.
En el caso de Buenos Aires los macristas y libertarios coincidieron en que deben trabajar para aunar fuerzas: “Ganarle la provincia al kirchnerismo va a tener un fuerte valor simbólico”, concordaron.
Después del asado, los popes macristas se quedaron con un sabor agridulce. “Salió bien, pero las cosas tienen que empezar a suceder”, resume uno de los invitados. Por caso, aún no hubo avances en la negociación para que Martín Maquieyra desembarque en YPF o que dirigentes de Pro del interior del país recalen en oficinas de la Anses, PAMI u organismos descentralizados.
Esta semana, Macri insistió en que solo puede haber una alianza entre Pro y los libertarios si hay “respeto y confianza”. “No tiene que ser algo forzado”, sostuvo en diálogo con La Nación +. Por ahora, el vínculo sigue marcado por los resquemores mutuos.