En su afán de adelgazar el Estado hasta la mínima expresión, el gobierno ahora busca privatizar una de las empresas más valiosas. Arsat está de remate y la jugada podría beneficiar al magnate amigo: Elon Musk. La empresa es emblemática porque, en su momento, permitió que Argentina formase parte del selecto grupo de las ocho naciones que habían lanzado sus propios satélites. El vocero presidencial, Manuel Adorni, lo anunció en una de sus habituales conferencias: “Se pondrá a disposición los 100 MHz de espectro que el Estado Nacional le reservó a Arsat para comunicaciones móviles y que no está utilizando, además de los 50 MHz que se encuentran en manos de Enacom”. A pesar de la falta de precisiones, todo indica que esto podría representar un paso más hacia el vaciamiento de la firma que supo materializar la utopía de la soberanía tecnológica.
