Por qué la música desafinada impide disfrutarla y cómo detectar los desajustes tonales

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Este estudio muestra que los elementos acústicos como los pulsos y la inarmonicidad son clave para que los oyentes puedan detectar si una secuencia musical está afinada, lo que revela nuevos aspectos de la percepción musical (Imagen Ilustrativa Infobae)

La desafinación en la música ha sido identificada como un factor que reduce considerablemente el disfrute de quienes escuchan una canción. Sin embargo, los mecanismos exactos que subyacen en la percepción humana de esta disonancia no habían sido completamente explorados. Hasta ahora.

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Minnesota, en Estados Unidos, profundizó en este tema y arrojó luz sobre los elementos acústicos que contribuyen a percibir la desafinación, tanto en voces como en instrumentos.

El trabajo, publicado en la revista Nature Communications Psychology, fue realizado por Sara MK Madsen y Andrew J. Oxenham, quienes investigaron cómo los oyentes perciben la falta de afinación en música compuesta por dos voces. “Un cantante o un instrumento desafinados pueden arruinar el disfrute de la música”, afirmaron los autores en su artículo. A través de una serie de experimentos, manipularon dos señales acústicas claves: los pulsos y la inarmonicidad, para estudiar cómo estos factores influyen en la percepción de la desafinación.

La detección de desajustes en música afinada y desafinada varía según los oyentes, aunque el estudio mostró que la experiencia musical no alteró significativamente la importancia de los factores acústicos, los resultados sugieren que la percepción de la desafinación es en gran parte universal (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Muchas personas tienen una reacción visceral a la música desafinada, encogiéndose en respuesta a un karaoke cantado en tono bajo. Pero, ¿cómo sabemos si una voz está desafinada con otra? Sorprendentemente, no hay consenso sobre esta cuestión”, fue el planteo introductorio de los especialistas.

Los experimentos realizados por Madsen y Oxenham involucraron a un amplio grupo de participantes, reclutados mediante una plataforma, que escucharon fragmentos de música afinada y desafinada. Estos cortes incluían voces o instrumentos que interactuaban de manera armónica o desajustada. En cada ensayo, se les pidió que identificaran si la música que estaban escuchando estaba afinada o desafinada.

El propósito de estos procedimientos fue analizar cómo los pulsos (fluctuaciones generadas por interacciones entre componentes de frecuencia cercanos) y la inarmonicidad (relaciones armónicas de frecuencias que no son múltiplos enteros) afectan la capacidad de una persona para detectar la desafinación. Los hallazgos revelaron que ambas señales juegan un papel fundamental en la capacidad de los oyentes para percibir desajustes entre las distintas partes musicales.

Otro resultado destacable de la investigación fue la observación de que la eliminación de cualquiera de estas dos señales acústicas dificultaba la detección de la desafinación. “La detección de la falta de afinación empeoró notablemente al eliminar las señales de pulsación o de inarmonicidad”, señalaron Madsen y Oxenham.

Según el estudio, los pulsos son fluctuaciones causadas por la interacción entre componentes de frecuencia cercanos, mientras que la inarmonicidad ocurre cuando las frecuencias armónicas no guardan relaciones numéricas enteras, ambos son esenciales para percibir desafinación (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este hallazgo sugiere que tanto los pulsos como la inarmonicidad contribuyen significativamente a la percepción de la disonancia en la música, lo que permite a los oyentes identificar si una secuencia musical está afinada o no.

Los autores también descubrieron que la experiencia musical no influyó de manera relevante en la importancia de estos dos elementos acústicos. En otras palabras, tanto los oyentes con experiencia musical como aquellos sin formación detectaron la desafinación de manera similar. Sin embargo, la investigación sí mostró una variación en la sensibilidad de los participantes a los desajustes tonales comprimidos, que resultaron ser más fáciles de detectar en comparación con los desajustes estirados.

“La importancia relativa de las dos señales varió de manera confiable entre los oyentes, pero no se vio afectada por la experiencia musical”, concluyeron los expertos. Este estudio también pone de manifiesto que la experiencia musical, aunque no alteró la importancia de las señales acústicas, sí mejoró la capacidad de los individuos para detectar desajustes de afinación. Las personas con más formación musical tendían a utilizar de manera más eficiente estas señales para identificar si una pieza musical estaba correctamente afinada o no, de acuerdo a los investigadores.

Los métodos experimentales empleados por Madsen y Oxenham abrieron la puerta para futuras investigaciones. Al analizar más a fondo los elementos que influyen en la percepción de la desafinación, podrían sentarse las bases para comprender mejor cómo los humanos procesan la música y por qué ciertas secuencias son percibidas como agradables o desagradables. Esta área de investigación es clave para desentrañar las complejas interacciones entre la acústica, la percepción musical y las emociones humanas.