Hace 45 años, el legendario pianista de jazz Bill Evans dejó una huella imborrable en la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, con un concierto íntimo en el Teatro Rafael de Aguiar. Este jueves, la ciudad revivió ese momento histórico con la Experiencia Bill Evans, un evento que marca el preludio del primer Festival de Jazz de San Nicolás, programado para 2025.
El Teatro Municipal de la ciudad bonaerense se llenó de melodías y nostalgias al recibir a destacados músicos argentinos como Daniel “Pipi” Piazzolla en la batería, Abel Rogantini al piano y Ezequiel Dutil en el contrabajo. A ellos se unieron Carlos Michelini en el saxofón, Franco Luciani con la armónica, Rocío Giorgi en la voz y Lucio Balduini en la guitarra, bajo la dirección del productor y compositor Nico Sorin.
El evento, organizado por la compañía EDEN y la Municipalidad de San Nicolás en colaboración con Grupo Desa, no solo rindió homenaje a Evans, sino que también destacó el compromiso de la ciudad con el desarrollo cultural. El intendente Santiago Passaglia expresó su satisfacción por el reconocimiento al eximio pianista y subrayó la calidad de los músicos presentes, esperando que este festival sea el primero de muchos.
La noche culminó con una actuación especial del pianista local Hugo Giménez, quien interpretó la misma melodía que Evans tocó el 25 de agosto de 1979, cerrando así un círculo de memoria y celebración. Este concierto, con entrada gratuita pero cupo limitado, forma parte de un ambicioso proyecto que busca consolidar a San Nicolás como un punto de encuentro para artistas y aficionados del jazz.
Un milagro llamado Bill Evans
Miles Davis eligió a Bill Evans para tocar el piano en su emblemático álbum Kind of Blue, convirtiéndolo en el único músico blanco en participar en esa grabación. Este hecho sintetiza la influencia y el impacto que Evans tuvo en el mundo del jazz. Su estilo innovador y distintivo dejó una marca indeleble en el género, caracterizándose por una armonía sofisticada y un enfoque modal que transformó la manera de ejecutarlo.
Su técnica le permitió explorar nuevas dimensiones musicales, influenciado por el impresionismo de compositores como Debussy y Ravel. Su enfoque no solo enriqueció el jazz, sino que también redefinió el formato del trío de piano, otorgando mayor libertad al contrabajo y la batería, y fomentando una interacción más dinámica entre los tres instrumentos. Además, Evans experimentó con la grabación de pistas de piano superpuestas, lo que le permitió crear efectos polifónicos y añadir una nueva capa de complejidad a sus composiciones. Esta innovación técnica fue parte integral de su legado, demostrando su capacidad para desafiar y expandir los límites del jazz.
Con estas credenciales, Bill Evans aterrizó una noche de agosto de 1979 en San Nicolás, como parte de una gira nacional que también lo llevó por Rosario y Buenos Aires. Por qué en la ciudad de los Arroyos, una parada poco habitual para las grandes citas musicales, es un misterio que buscó desentrañar la película Bill 79, basada en una crónica del periodista Joaquín Sánchez Mariño y dirigida por Mariano Galperín.
Para agigantar un poco más el mito, como si fuera necesario, menos de un año después, Bill Evans sufría dolores estomacales insoportables, y el 8 de septiembre de 1980 fue trasladado al hospital Mount Sinaí de Nueva York. Le fue detectada una úlcera perforada que le produjo una hemorragia interior, que se sumaba a la cirrosis hepática fruto del abuso de drogas y alcohol. Se le hicieron transfusiones de sangre, pero la situación no mejoró. Murió el 15 de septiembre, un año y poco después de haber dado un concierto histórico, que 45 años después, sigue siendo motivo de celebración.