Ayer jueves, 19 de septiembre, en un acto llevado a cabo en el CIC de Máxima de la ciudad de Monteros, quedó formalizado un proyecto de panadería coordinado por el Consejo Municipal de Prevención de Adicciones y Consumo Problemático cuyo objetivo es ofrecer apoyo a personas en proceso de recuperación. Se trata de un espacio donde los participantes reciben formación en técnicas de panadería mientras trabajan en un entorno de contención y colaboración. Los productos elaborados en el taller, como panes artesanales y repostería, son donados a comedores comunitarios de la zona, ayudando a satisfacer las necesidades alimentarias de las familias y personas en situación de vulnerabilidad.
En esta oportunidad, el Ministerio Público Fiscal, a través del Equipo de Coordinación de Políticas Reparatorias (ECPR), bajo el lema “Ayudan a los que ayudan” que impulsa el ministro fiscal Edmundo Jiménez, hizo entrega de una cocina industrial, utensilios de cocina y mercadería. Las reparaciones fueron gestionadas por la Unidad Fiscal de Narcomenudeo del Centro Judicial Concepción.
Este enfoque no sólo promueve la reintegración social y laboral de los participantes, sino que también fomenta un ciclo de apoyo y solidaridad dentro de la comunidad local. Allí también funciona la Escuela preventiva “Hay Esperanza”, a la que acuden niños, varias horas al día, por ser un espacio saludable, donde hacen deportes, asisten a talleres, realizan productos de panadería para su merienda y participan de distintas actividades con el fin alejarlos de la calle y entornos perjudiciales.
La tarea de recuperar vidas
En el centro de día que funciona en el lugar trabaja un equipo interdisciplinario del que participan desde psicólogos hasta talleristas, que despliegan diferentes estrategias en materia de contención y prevención. Este espacio cuenta, además de la panadería, con una cancha de fútbol, una huerta y salones donde se llevan a cabo los distintos talleres de manualidades que se ofrecen. Aquí nos sólo acuden las personas que están atravesando la problemática de las adicciones, sino que también son recibidos los familiares a quienes se les da orientación y contención para transitar la etapa de recuperación.
“Gracias a este lugar y la ayuda que encontramos aquí, recuperé a mi hijo. Hoy es otro. Aquí recibimos contención psicológica y un montón de herramientas para superar este problema que no sólo le afectaba a él, sino a todo la familia”, manifestó Alejandra, mamá de uno de los chicos que pasó por el lugar y que brindó testimonio de su experiencia a los presentes.
Por su parte, Nené Squilario, coordinadora del Consejo Municipal de Prevención de Adicciones de la ciudad, expresó su gratitud por los insumos recibidos: “Este es un trabajo que requiere mucha sensibilidad y mucho corazón porque es una tarea que se renueva a diario. Hoy recibimos mercadería y una cocina que significan mucho más que lo material, porque con estos elementos estamos transformando vidas. Las actividades que hacen los chicos en las huertas o en la panadería es una terapia para ellos, los ayuda con sus ansiedades, sus desesperaciones por consumir y los mantiene fuera de ese contexto, con la mente enfocada que es lo más importante” sostuvo. A su vez, señaló que “este es un trabajo permanente, que no acaba nunca y en el que todavía hay mucho por hacer, pero sabemos que vamos por el buen camino porque aquí los chicos encuentran herramientas para su futuro y, principalmente, dignidad y autoestima”.