Si bien era previsible que un resultado adverso como el que se produjo el domingo pasado en las elecciones generales podía profundizar los desencuentros en Juntos por el Cambio, ningún dirigente se imaginaba que ese proceso adquiriría la velocidad y las características que se cristalizaron esta semana.
El tercer puesto de Patricia Bullrich en la votación del 22 de octubre, que dejó a la coalición opositora afuera del balotaje, caló hondo el domingo por la noche. El frío búnker de Parque Norte fue escenario de caras largas, escenas de tristeza y pases de facturas, reacciones lógicas para un espacio político que a principios de año se imaginaba gestionando el poder a partir del 10 de diciembre. Sin embargo, la unidad no estaba en discusión. Hasta que llegó el martes.
El PRO tenía previsto reunir el miércoles a 30 dirigentes para evaluar los alcances de la derrota electoral y debatir la estrategia para el balotaje del 19 de noviembre. Pero cerca de las 9 de la noche de ese martes 24 de octubre se activó el WhatsApp de uno de los referentes del espacio para promover la suspensión del cónclave porque creía que el aforo era excesivo.
“Lo ideal es que este tipo de cosas las hablemos en una mesa más reducida”, propuso y sus interlocutores aceptaron. Lo que no sabía ese dirigente es que a esa misma hora Javier Milei, su hermana Karina y Guillermo Francos estaban camino a la casa de Mauricio Macri para sellar el pacto que terminaría provocando la implosión de Juntos por el Cambio.
El miércoles por la mañana, Bullrich citó a Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Cristian Ritondo, Diego Santilli, Néstor Grindetti, María Eugenia Vidal y Jorge Macri -entre otros- a su departamento de Palermo. La mayoría de los invitados creía que la reunión respondía a la idea de discutir el futuro en un ámbito más reducido antes de avanzar con definiciones partidarias. Sin embargo, transcurridos 45 minutos de una conversa insípida, Jorge Macri miró su teléfono celular e irrumpió con una pregunta incómoda: “Me están consultando si anoche hubo una reunión con Milei en la casa de Mauricio, ¿eso es verdad?”. “Sí, es verdad”, asintió Patricia. Juran que la escena no estuvo guionada.
Santilli y Ritondo, que también habían estado en Acassuso y hasta ese momento no habían hablado del tema, se hicieron los distraídos. A esa hora ya circulaba además por las redacciones de todo el país un mensaje del vocero de la ex candidata presidencial convocando a una conferencia de prensa en Hipólito Yrigoyen al 400 donde la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio haría un pronunciamiento político “urgente”. Los presentes que se acababan de anoticiar de la novedad comprendieron entonces que no estaban participando de un encuentro para discutir el posicionamiento político del PRO de cara a la segunda vuelta electoral, sino que los habían llamado para notificarles una decisión tomada: el pacto que se había sellado con Milei durante la madrugada mientras ellos dormían. Muy enojados por el destrato, ni siquiera preguntaron las cláusulas de la negociación y atinaron a pedirle a la ex ministra de Seguridad que hablara en términos personales y no como presidenta del partido. Los rumores con detalles pugilísticos son desmentidos.
Bullrich finalmente habló junto a Luis Petri en nombre de “la fórmula”, circunstancia que profundizó las heridas porque el binomio representó en las urnas a una estructura que tiene por detrás a otros partidos que no estaban al tanto de la jugada y luego terminaron rechazándola.
“¿Por qué tan rápido y a las escondidas? ¿Qué hubiera pasado si se buscaba un acuerdo institucional entre partidos en vez de un pacto cerrado a medianoche? ¿Para qué Bullrich le había pedido a Gerardo Morales que le organizara un encuentro con los radicales si ya había acordado con los libertarios? ¿Qué le pidió Macri a Milei? ¿Qué le prometió Milei a Macri?”, son algunas de las preguntas que se repiten muchos referentes del espacio y encuentran como respuestas versiones que son difíciles de verificar pero están llenas de especulaciones políticas.
El sablazo de Macri hirió por igual al PRO y a Juntos por el Cambio. El partido y la coalición están agonizando. ¿Hay futuro? Si un observador neutral se dejara llevar por las fuertísimas declaraciones de las últimas 24 horas, pareciera que no. Sin embargo, la respuesta dependerá probablemente del resultado de las elecciones del 19 de noviembre.
La cuenta es simple: si gana Milei, habrá una fragmentación mayor. Los macristas paladar negro se sumarán al gobierno y los dirigentes que promueven la neutralidad tendrán centralidad como opositores quizás en un nuevo espacio. Un triunfo de Massa, en cambio, será garantía de unidad para un espacio que mantendrá una impronta opositora aunque con una reconfiguración porque Macri y Bullrich inexorablemente se transformarán en las caras de la derrota.