El FMI no quiere la dolarización

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El Fondo Monetario recomendó a Argentina en su último staff report seguir un modelo económico similar al que aplicó Perú para bajar los altos niveles de inflación (hiper) sin pagar las consecuencias de una dolarización o esquema similar. “Propone un esquema con más margen de maniobra que la dolarización”, advierten los investigadores consultados al respecto. La propuesta es avanzar en un modelo como el que sostuvo Perú durante toda una década y que derivó en una baja de la inflación junto a una unificación del tipo de cambio.

Para Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central “claramente, lo que dijo el Fondo en el staff report fue no a la dolarización ni a la desaparición del Banco Central” y la referencia a Perú tiene que ver con “un país que tiene un Banco Central independiente, es decir que plantea un modelo ortodoxo en lo monetario pero donde hay una defensa de la moneda nacional”.

“Un Banco Central a la peruana es un banco que busca bajar inflación y la estabilidad como formas de sostener el uso de la moneda en competencia con otras”, coincide en señalar Genaro Grasso, economista del Centro Cultural de la Cooperación. La baja de la inflación puede realizarse, o no, a través de la tasa de interés como instrumento como hacen el grueso de los esquemas de política monetaria con metas de inflación.

“La independencia del Banco Central posiblemente adquiera rango constitucional. Esto supone la prohibición de emitir dinero para financiar Leliqs, Lebacs, etc. o administrar la política monetaria a través de la compra-venta de títulos de corto plazo del Tesoro”, agrega el investigador. Ese argumento fue planteado en la conferencia de prensa que brindaron el ministro de Economía y el presidente del Banco Central el viernes. Pero es cuestionado por economistas, entre ellos Vanoli, porque a priori implica solo cargar con más presión al ajuste del Tesoro.

El FMI habla también de una necesidad de retomar tasas de interés reales positivas, lo cual “es una idea consistente con sacar las restricciones cambiarias o cepo, y esto augura un cambio en la política monetaria”, advierte Vanoli. Pero el Gobierno todavía no puede confirmar un momento para el levantamiento del cepo, no sin correr altos riesgos cambiarios motivados por fugas especulativas.

El FMI también habló de un esquema de “flotación administrada” del tipo de cambio, que es lo que hace Perú. En ese sentido, cuestiona la política económica actual de crawling peg fijo (devaluación pautada anticipadamente del dos por ciento mensual) y además “es un guiño a la heterodoxia porque implica reconocer que Argentina es un país dolarizado y que el Banco Central debe administrar el tipo de cambio con sus instrumentos”, sostiene Vanoli. “Esto también es una crítica al manejo cambiario de la administración macrista que fue una flotación libre que generó muchísima volatilidad”.

Grasso detalla esta idea y señala “que si tuviéramos que expresarla en términos de porcentaje, sería un 80 por ciento de tipo de cambio libre y 20 por ciento de intervención para evitar la volatilidad, no para cambiar la tendencia del tipo de cambio”. Y advierte sobre las consecuencias: “soltar el crawling peg en el corto plazo supone forzar una devaluación de la moneda, lo cual tiene un impacto recesivo en nuestro país, al igual que pasar a tasas de interés reales positivas. Es aun así un sistema con más margen de maniobra que la dolarización. Pero con tan pocas reservas supone un riesgo porque hay poca espalda para frenar una corrida”.

El doctor en Economía e investigador de Fundar Emiliano Libman, enfatiza en un rasgo no menor del modelo peruano, es que “fundamentalmente está habilitado el dólar en su función de reserva de valor, es lo principal que podés hacer con dicha moneda y en menor medida, aunque también es importante, pueden usarse como unidad de cuenta”. Y aclara que inicialmente –a la salida de la hiperinflación de 1990- se permitió que el dólar fuera un medio de pago para saldar transacciones corrientes. “Como suele ocurrir en estas situaciones, la dolarización permite –salvo en economías muy indexadas como Brasil años después- reinstaurar un sistema de precios que ha sido completamente roto con la hiperinflación”. El éxito del caso peruano fue lograr salir de esa dolarización, a diferencia de lo ocurrido en el modelo de la Convertibilidad.

“Primero, lograron bajar la dolarización real –vinculada al uso de la moneda nacional en transacciones corrientes-, algo que también consiguió Argentina en la década de 1990, pero Perú además logró bajar la dolarización financiera –que la gente ahorre en dólares-, lo cual no fue conseguido por Argentina nunca”, sostiene Libman.

“Primero habían convertido forzosamente los ahorros en dólares a moneda nacional, como ocurrió con la pesificación en Argentina, lo que provocó que la gente saliera de los bancos y huyeran al colchón”, describe el investigador. “Posteriormente, habilitaron el uso de los dólares, lo cual permitió que las monedas “compitieran” en un contexto donde la cancha estaba ligeramente inclinada hacia el Sol (moneda nacional peruana)».

«El pago de impuestos se realizaba exclusivamente en Soles, se emitió deuda a largo plazo en moneda nacional para ampliar la confianza y se acumularon muchas reservas. El Banco Central intervino muy activamente para frenar volatilidad, lo cual es altamente sensato en economías dolarizadas”, completa.

 

Para Libman, la propuesta del FMI es bastante parecida a lo que hacen los países de la región –con algunas excepciones como Argentina, Ecuador, Bolivia y Venezuela- que es, “básicamente, tener una política de metas de inflación, política fiscal razonable, sin cepo y un Banco Central independiente”.